Tarifas congeladas 17 de los últimos 20 años: Imposible que el sistema no se rompa
FERNANDO MARULL *
Hubo un masivo corte de luz en Buenos Aires. Puede explicarse por algún “incidente” (falla eléctrica en el sistema, por un incendio y luego “caídas de algunas centrales”), no por el colapso del sistema energético, ya que hoy tiene una potencia instalada de 38.000 MegaWatts y cuando se cortó la luz estaba llegando a un récord de 27.000 MW. Pero más allá de que Argentina todavía tiene capacidad en el sistema energético, está haciendo de todo para destruirlo. ¿El motivo? La actual política tarifaria. Como no se va a romper si en la zona de mayor población de Argentina te regalan la luz.
De los últimos 20 años, en la región del AMBA, Argentina congeló la boleta de luz en 17 años; Congeló tarifas desde 2002 hasta 2015; Normalizó entre 2016 y 2018 y volvió a congelar desde 2019 hasta hoy. Congelar las tarifas en una economía con una inflación de 50% es destructiva por donde se lo mire.
El congelamiento de tarifas es muy costoso fiscalmente, por eso se duplicaron los subsidios económicos, desde 1,6 puntos del PBI en 2019 a 3,2 puntos en 2021. Pero también genera un enorme costo en términos de dólares, ya que Argentina pasó de tener un déficit energético equilibrado en 2019, a un presente donde el déficit llega a casi U$S 500 millones en 2021.
Y como se sabe, en Argentina no sobran dólares. Hay un tercer impacto: que es la falta de señales de precios que el país envía a sus consumidores: “En Argentina, la luz te la regalan, así que consumí lo que quieras”; por eso no sorprende el consumo excesivo y hasta el poco cuidado ambiental que tiene esta política económica.
No sorprende que haya un boom para minar criptomonedas, una actividad intensiva en el uso de energía. Desde que asumió el kirchnerismo en 2019, se criticaron ferozmente los “tarifazos” de la administración anterior. Pero hace falta recordar que en diciembre de 2015, en Argentina se pagaba $60 mes de luz, solamente el 0.1% del salario; era “casi gratis”. Por eso consideramos totalmente injustificada esa crítica. Lamentablemente, en Argentina, el que sube tarifas, pierde las elecciones. Y esa es una cultura que debe cambiar.
La normalización de la tarifa durante 2016 y 2019 no solo tuvo un impacto macro positivo, ya que salvó al sistema energético argentino, sino que también se vio en una mejora en la calidad del servicio. En concreto: la cantidad de cortes de luz bajaron de un promedio de “30 horas por año” en 2015 a un promedio de "11horas por año" durante el año 2021. La información surge de los balances de Edenor. Hoy en día Argentina logró bajar la duración de los cortes e igualó a Brasil, pero aún sigue duplicando la cantidad de horas de Uruguay (de 5 horas).
El ministro de Economía hace poco volvió a defender “que no habrá tarifazos”. Sí se confirma que en febrero de 2022, la luz subiría solamente 20% y luego vendría una suba “segmentada”, de acuerdo al nivel de ingresos. Esta suba de luz está lejos de un “tarifazo”. Simplificando, una suba del 20% en febrero, según cálculos que hicimos en la consultora FMyA, haría que la tarifa de luz mensual suba solo $200 (¿una empanada?), de un nivel de $1.000 mensual a $1.200 mensuales, y el consumidor todavía seguiría siendo subsidiado en un 60% del costo de generación.
Si Argentina quiere mantener bajos los niveles de cortes de luz, tan importante en la era del Home Office, tiene que desterrar de una vez la política tarifaria de “luz gratis”; es una política tan dañina que no debería haber grieta.
* Economista
Seguirán los cortes porque están rotas las cuatro patas que sostienen el sistema eléctrico
ANDRÉS CHAMBOULEYRON *
La regulación de las empresas de distribución de electricidad bajo jurisdicción federal (Edenor y Edesur) es una regulación por incentivos que funciona(ba) de la siguiente manera: el regulador (ENRE) fijaba los objetivos de calidad de ambas empresas (cantidad y duración promedio de los cortes de servicio) y solicitaba a ambas empresas las inversiones que necesitaban hacer para cumplir con dichos objetivos de calidad. Una vez analizadas y aprobadas dichas inversiones, se calculaban las tarifas (mínimas) que les permitían a dichas empresas prestar el servicio cumpliendo con las metas de calidad establecidas por el regulador obteniendo al mismo tiempo una rentabilidad razonable sobre su inversión como lo establece la ley marco regulatorio 24.065.
Una vez aprobados los cuadros tarifarios, las inversiones a realizar, y establecidas las metas de calidad, las empresas prestaban el servicio sabiendo que si no cumplían con las metas de calidad fijadas por el regulador iban a tener que pagar multas proporcionales a los desvíos entre los índices de calidad reales y los objetivos. Es decir, a mayor cantidad y duración de cortes con respecto al nivel objetivo, mayores las penalidades que las empresas debían pagar, no al ENRE, sino a los propios usuarios que eran los que sufrían los cortes, a través de bonificaciones en sus facturas mensuales.
De esta manera, las empresas invertían mejorando la calidad del servicio para evitar tener que pagar multas. A mayor inversión, menor cantidad y duración de cortes y menos multas, y viceversa, a menor inversión, mayor cantidad y duración de cortes y mayores multas. En otras palabras, el sistema fue diseñado de forma tal de que hubiera un incentivo a invertir en una mejora continua en la calidad del servicio.
La clave aquí es que para que la regulación por incentivos funcione, las cuatro variables mencionadas (tarifas, multas, inversión y calidad de servicio) tienen que estar bien calculadas y ser consistentes entre sí. En otras palabras, la regulación es un mecanismo de cuatro engranajes que tienen que girar todos a la misma velocidad, de lo contrario la máquina deja de funcionar. Las tarifas, las multas, la calidad del servicio y las inversiones son los cuatro engranajes que tienen que girar sincrónicamente para que la máquina avance y no se detenga. Si las tarifas no remuneran adecuadamente la inversión, las empresas dejarán de invertir, bajará la calidad y habrá muchas multas. Pero los usuarios queremos servicios de calidad, no bonificaciones por cortes.
La adecuada calibración de estos cuatro engranajes (tarifas, calidad, inversión y multas) durante la gestión 2015-2019 permitió una mejora sustancial en la calidad del servicio con reducciones en la cantidad y duración promedio de los cortes de un 40%.
La duración promedio de cada corte (SAIDI) en horas, bajó un 52% para EDENOR y un 40% para EDESUR. Fuente: ENRE
¿QUÉ ESTÁ PASANDO HOY?
En diciembre del 2019 se tomaron varias decisiones que alteraron el delicado equilibrio que los cuatro engranajes de la regulación eléctrica deben mantener entre sí para que la calidad del servicio mejore en el tiempo. No solo se suspendió la actualización por inflación de las tarifas de distribución y transmisión sino que también se suspendió la actualización por inflación de las multas por calidad de servicio. Esto sumado al deterioro macroeconómico con un salto de más de 3 veces en el tipo de cambio con el dólar y una inflación acumulada de más del 100% alteraron por completo los incentivos de las empresas a invertir.
Entre 2015 y 2019 la calidad del servicio de EDENOR y EDESUR mejoró mucho. El número de cortes por usuario/semestre (SAIFI) bajó un 43% para EDENOR y un 31% para EDESUR
Los ingresos tarifarios de las compañías fueron congelados así como las multas a pagar por una deficiente calidad del servicio y el costo de inversión en materiales y comunicaciones subió en línea con el dólar. Todo esto sin alterar los objetivos de calidad de las empresas. Al encarecerse la inversión y abaratarse las multas era cuestión de tiempo hasta que las empresas decidieran dejar de invertir degradando la calidad del servicio, aceptando además pagar las multas que ahora son relativamente mucho más baratas que las inversiones.
En síntesis, debido a las medidas adoptadas, sumadas al deterioro macroeconómico que encarece la inversión y abarata las multas, la ecuación que minimiza los costos para las empresas hoy es: inversión nula, muchas multas y calidad de servicio en caída libre. Era cuestión de tiempo.
* Director General, Berkeley Research Group, Miembro, The Institute of the Americas, Ingeniero, Ph.D. en Economía, ex presidente del directorio del ENRE