El segundo día de cuarentena, las ventas de naftas se redujeron casi un 80% y las de gasoil un 45%
VICTORIA TERZAGHI
Desde el inicio de las actividades en Vaca Muerta, hace una década atrás, se registraron dos crisis significativas, pero poca relación guardan ambas con la crisis que la pandemia desató hace ya seis meses y de la cual aún no hay señales claras sobre cómo será la recuperación hacia la tan ansiada nueva normalidad.
La primera crisis que enfrentó Vaca Muerta se dio en 2016 cuando la caída del precio internacional del crudo sacó de operaciones 17 equipos de perforación en pocos meses. El segundo momento crítico fue el que se abrió en agosto del año pasado con el congelamiento del precio del petróleo y los combustibles, que a nivel país marcó el retiro de 16 equipos.
En medio de esa segunda crisis se encontraban los desarrollos en la formación cuando la pandemia de desató y cambió radicalmente el concepto de crisis que se tenía. A diferencia de los anteriores procesos, en esta oportunidad de un día para el otro salieron de servicio todos los equipos, y no solo se debió batallar luego contra la caída del precio internacional del petróleo sino también con un fuerte desplome del consumo producto de la cuarentena.
Desde ese día, el pasado 20 de marzo, transcurrieron ya seis meses, medio año en el que desde algunas operadoras aseguran que “al menos ahora se ve más claro el panorama porque al principio era todo confuso o borroso”. Sin embargo, desde la mayoría de las empresas coinciden en que lo que reina en estos momentos es la incertidumbre.
“Hubo decisiones importantes que no se tomaron, otras que se postergaron, pero lo más complicado es que los planes a mediano plazo tambalean porque no sabés qué hacer, no sabemos qué vendrá y cómo estar preparados”, contaron desde otra de las principales operadoras del país.
La gráfica de la evolución de la demanda de combustibles en el país es posiblemente el mejor reflejo de cómo se encuentra hoy Vaca Muerta y, en gran medida, el sector petrolero de todo el país.
Luego del día uno de la cuarentena, la demanda de combustibles cayó a niveles impensados: las ventas de naftas se redujeron casi un 80% y las de gasoil un 45%.
Desde entonces se ha iniciado un proceso de recuperación pero no se dio con la forma de “V” que se esperaba, es decir una rápida recuperación a los niveles prepandemia, sino que la gráfica muestra más bien una forma de tilde invertido, donde la caída es muy pronunciada y la recuperación es una patita muy corta.
Ese gráfico da cuenta de lo mismo que se ve en el segmento del upstream en Vaca Muerta: desde marzo a la fecha hubo una recuperación, pero aún se está en niveles de actividad muy lejanos a los que había antes de la pandemia.
En Neuquén los equipos inactivos se acopian a pocos metros de un basural donde la gente busca elementos para subsistir.
El día previo al dictado de la cuarentena obligatoria en todas las cuencas del país había 38 equipos de perforación activos, la mayoría de ellos en Vaca Muerta. Y a seis meses de esa fecha son apenas 13 los rigs que volvieron a perforar en todo el país.
Mientras esa evolución de perforadores muestra que recién se logró recuperar un tercio de los equipos que había, en Vaca Muerta la cantidad de etapas de fractura que se alcanzaron en los últimos meses también refleja que las operaciones para anexar nuevos pozos se encuentran apenas al 25% del nivel prepandemia.
Este freno en la actividad de nuevos pozos responde a la falta de demanda que aún se evidencia dado que los niveles de ventas de combustibles siguen hoy un 40% por debajo del nivel previo en el caso de las naftas y un 20% en el gasoil.
La cara humana de estos guarismos son la cantidad de trabajadores de Vaca Muerta que la crisis llevó forzosamente a sus casas. En un primer momento fueron más de 20.000 los operarios petroleros suspendidos, entre trabajadores de base y jerárquicos, a quienes además se sumaron unos 4000 obreros de la Uocra.
Tras seis meses de reclamos y negociaciones, hoy son un poco más de 10.000 los petroleros que siguen suspendidos y 2.500 los operarios de la Uocra que no volvieron a los campos por el freno puesto en las inversiones.
Es que la reacción de las empresas a la falta de demanda de crudo y al crítico escenario del gas fue reducir al máximo las inversiones.
Varias operadoras, en especial YPF como la petrolera más grande del país y de Vaca Muerta, cubrió la lenta recuperación de las ventas de combustibles con la reapertura progresiva de no solo los cientos de pozos que debió cerrar en las primeras semanas de la cuarentena, sino incluso de sus refinerías, pues en el caso de Plaza Huincul estuvo semiparalizada por exceso de stock.
Para otras operadoras, en especial las independientes que no encontraron lugar en las refinerías, las exportaciones fueron la veta que permitió comenzar a hacer caja aunque a valores cercanos o incluso por debajo del costo de desarrollo.
Pero sobre llovido, mojado. Si la crisis no era lo suficientemente profunda otros factores nacionales agudizan el escenario.
Por un lado, el esperado lanzamiento de un nuevo plan de incentivos al gas, visto como una herramienta para reactivar ese segmento de la actividad que sí tiene demanda en el país pero no precios, no se ha materializado.
Pero sin dudas el mayor golpe han sido los recientes cambios en las regulaciones del mercado de capitales que no sólo amenazan con hacer inviable el otorgamiento de nuevos incentivos en dólares, sino que generan el efecto contrario a lo que el mismo gobierno buscaba con la mentada nueva ley de hidrocarburos que era dar estabilidad y seguridad a los desarrollos.