CRISTIAN NAVAZO
La pandemia del coronavirus agrava la crisis que arrastra el polo petrolero de Rincón de los Sauces, que lleva más de una década de decadencia por el declino de sus campos maduros. El contexto desfavorable amenaza con postergar el despegue los proyectos en Vaca Muerta que en los últimos años habían comenzado a revitalizar una de las zonas hidrocarburíferas por excelencia de la provincia de Neuquén.
Si bien el derrumbe de la demanda de combustibles en el país obligó a paralizar gran parte de la producción del shale, los principales yacimientos convencionales de Rincón de los Sauces también sintieron el impacto.
El más afectado fue Puesto Hernández, operado por YPF, que en mayo produjo 5649 metros cúbicos (m3) de petróleo, un 77% menos que los 24.544 m3 de marzo, mes en el que se decretó el aislamiento social obligatorio.
En menor medida, Chihuido de la Sierra Negra también registró una caída de producción del orden del 14,3%, al pasar de 46.583 m3 en marzo a 39.881 m3 en mayo, según cifras de la Secretaría de Energía de la Nación.
Mientras que El Trapial-Curamched, que opera Chevron, sostuvo su producción casi sin variaciones y alcanzó los 24.887 m3 en mayo.
Por otro lado, el yacimiento que hizo punta en la exploración del horizonte de Vaca Muerta en la zona, Bajo del Choique-La Invernada, de ExxonMobil, fue paralizado por la caída de la demanda de crudo en el país. En marzo había aportado 13.758 m3 de petróleo y había sido uno de los ocho bloques más productivos del shale neuquino.
Hoy la mayoría de los yacimientos de Rincón de los Sauces sigue funcionando con los esquemas de guardias mínimas que se establecieron el 20 de marzo para prevenir el contagio del coronavirus.
Por el lado de las actividades de perforación y terminación de pozos, solo Chevron reactivó en las últimas semanas un rig y un set de fractura para continuar con el plan piloto para evaluar el potencial de Vaca Muerta en El Trapial.
La pandemia complicó los tiempos del proyecto de ocho pozos exploratorios que la compañía norteamericana pensaba finalizar este año.
Lo más probable es que esté culminado para el primer trimestre de 2021.
La crisis que arrastra la industria petrolera desde agosto de 2019, cuando el gobierno de Mauricio Macri congeló el precio del petróleo, y la debacle global por el coronavirus se convirtieron en un combo fatal para los yacimientos maduros de Rincón de los Sauces.
Se trata de campos que tienen varias décadas de desarrollo y que hoy producen un 97% de agua y solo un 3% de petróleo, con costos de desarrollo (lifting cost) y de mantenimiento muy altos para la coyuntura actual de precios.
Puesto Hernández, el yacimiento que fue la plataforma de crecimiento de la ciudad, fue descubierto en 1967; Chihuido de la Sierra Negra en 1978 y El Trapial en 1986. Mientras que la perforación de la faja plegada de la cuenca neuquina, en el límite con Mendoza, permitió importantes hallazgos, como los de Filo Morado en 1984 y El Portón en 1989.
Sobre esos campos convencionales, la única esperanza productiva que queda es aplicar técnicas de recuperación terciarias con polímeros, lo cual está en los planes de YPF, pero hoy son proyectos postergados por la baja del precio del barril. La importante infraestructura con capacidad ociosa y el oleoducto troncal hacia la refinería de Lujan de Cuyo abren un panorama interesante para el shale en esa zona.
De todas formas, la coyuntura mundial y sus efectos locales ponen un freno a la expansión de la nueva frontera de Vaca Muerta en esa zona de Neuquén.
Río Negro
VICTORIA TERZAGHI
El 19 de marzo pasado, cuando se anunció que a partir del día siguiente regiría la cuarentena obligatoria en el país, nadie pensó que en Vaca Muerta las guardias mínimas que esa medida conllevó podrían extenderse por tres meses. Pero así fue.
Esta semana se cumplieron, y pasaron, los 90 días de medidas forzadas por la pandemia de coronavirus. Pero en el sector petrolero en general, y en Vaca Muerta en particular, la extensión de las guardias mínimas responde más a una crisis propia de la industria que a las medidas sanitarias.
Es que desde el mes pasado Nación fijó que el sector del gas y el petróleo pueden trabajar con normalidad. Además hace casi dos semanas la zona de Vaca Muerta pasó a la fase de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.
Pero en la mayoría de los campos los diagramas que ese 20 de marzo se diseñaron para la emergencia aún siguen siendo así de acotados, algo que en la práctica representa llanamente un recorte de personal.
En estos tres meses de freno en Vaca Muerta fueron contados los hitos positivos que se pudieron alcanzar. Cinco equipos de perforación lograron volver a los campos, algunas obras civiles como la construcción de gasoductos también se retomaron y tres sets de fractura volvieron a operar pero con trabajos muy puntuales que hicieron que hoy solo dos estén en operación en este momento.
Las métricas de las etapas de fractura de mayo reflejaron el nivel de nueva actividad en Vaca Muerta: con solo 28 etapas de fractura el ritmo que tradicionalmente rondaba las 400 etapas se redujo a menos del 10%.
Los números del personal en actividad también reflejan esta parálisis. Solo en el sindicato de Petroleros Privados de Río Negro, Neuquén y La Pampa son 25.000 los afiliados, de ellos apenas 4.500 quedaron dentro del primer esquema de guardias mínimas. Y a la fecha, tres meses después, sólo otros 3.500 lograron reinsertarse, siendo cerca de 17.000 los que están en sus casas, suspendidos y con temor a no cobrar o perder sus puestos de trabajo.
Algunas empresas pusieron en marcha buena parte de sus desarrollos como son Shell, Pan American Energy (PAE) y parcialmente Chevron en El Trapial y algunos yacimientos gasíferos de distintas firmas. Pero aún así los equipos de trabajo se ven reducidos de lo que normalmente eran por la aplicación de los protocolos sanitarios para garantizar el distanciamiento social.
Si bien en las últimas dos semanas se sumó el quito equipo perforador a Vaca Muerta, de la mano de PAE y Chevron puso en marcha un set de fractura en El Trapial, el lento avance choca contra la imagen que se tenía antes del día D, el 20 de marzo, cuando en la Cuenca Neuquina eran 32 los equipos en actividad, de los cuales al menos 27 perforaban con destino a Vaca Muerta.
El eje de esta menor actividad es la incorporación de nuevos pozos productores que permitan mitigar el acelerado declino que tiene la producción shale. Hasta el mes pasado en Vaca Muerta se habían sumado 43 nuevos pozos, es decir que en promedio fueron menos de diez pozos por mes los que se anexaron.
Si bien en los últimos días al menos un nuevo pozo de shale oil fue puesto en marcha por PAE, la actividad en la formación venía de mantener un nivel de entre 20 y 25 nuevos pozos por mes.
El año pasado se sumaron 291 pozos no convencionales, la mayoría orientados al shale y sólo un puñado al tight. Pisando la mitad del año, el volumen de pozos incorporados da cuenta de que es muy difícil que se logre mantener ese nivel de actividad hacia fin de año.
Pero hay otro factor más que complica la situación de Vaca Muerta en estos tres meses de congelamiento y es la cantidad de pozos que fueron cerrados por falta de demanda y que al día de hoy siguen en ese estado.
El caso más importante es el de Loma Campana, el yacimiento estrella de YPF en donde la petrolera de bandera es socia de Chevron. Allí las firmas cerraron el 50% de la producción en los primeros días de abril, al calor de la abrupta caída en la demanda de combustibles que saturó todos los sistemas de almacenamiento y forzó a alquilar incluso barcazas para acopiar en el mar.
Dos meses después, esos pozos siguen cerrados y son cerca de 22.000 los barriles por día que no se están produciendo y que marcan que, en el caso de YPF, tienen aún un extenso fuelle antes de necesitar incorporar nuevos pozos para su producción.
Otras operadoras están definiendo en estos días la reapertura de los pozos que cerraron, pero en una cuenta en la que el ritmo está marcado por las dificultades para cobrar el precio que marca el barril criollo.
Mientras desde los gremios se denuncia que las guardias mínimas multiplicaron los pequeños derrames en la cuenca, la salida de la actividad reducida para Vaca Muerta dependerá de factores tan incontrolables como la evolución de la pandemia y la macroeconomía del país.