A los pozos no convencionales con “ramas” de tres kilómetros de extensión se le sumarán al menos otros dos de cuatro kilómetros. Este año la inversión en el lugar será de U$S 2 mil millones
Paula, geóloga de profesión, no saca la vista de la pantalla de la computadora en la que una fina línea roja le indica que, a tres mil metros de profundidad, el trépano avanza, preciso, hacia el punto en el que comenzará a horadar horizontalmente la roca de Vaca Muerta.
Desde una sala de control que se asemeja a las de la NASA, pero situada en medio de la nada en la estepa patagónica, controla que la construcción del “Pozo 224” trabaje tal como está programada y que en pocos días quede en condiciones de sumarse a la producción de petróleo no convencional junto a otros 697 pozos que ya están operando en esta tierra yerma, lejana e increíblemente sorprendente.
En Vaca Muerta -para muchos la gran esperanza a futuro de la golpeada economía argentina, todas las cifras son exorbitantes
Las inversiones de YPF para este año serán, aquí, de dos mil millones de dólares. Unos 480 millones de dólares se destinarán a infraestructura y más de 1500 millones de dólares serán destinados a la producción. Sólo la petrolera argentina mantiene 400 fuente de trabajo en relación de dependiencia y otros 4.000 a través de contratistas.
El sueldo inicial de un operario raso no calificado, por estos días promedia entre los $40.000 y $70.000. El aporte a la investigación y a la ciencia para el desarrollo del yacimiento involucra, incluso, a los investigadores del Y-TEC de La Plata, donde se trabaja un proyecto de big data e inteligencia artificial que, se supone, aumentará exponencialmente la eficiencia de todas las operaciones. Construir un pozo de los llamados no convencionales -fracking-cuesta hoy 7 millones de dólares. Un millón de toneladas de arena -elemento imprescindible para el fracking- serán transportadas desde Entre Ríos hasta el yacimiento.
Unos 75 millones de dólares serán destinados para la la ampliación de la planta de tratamiento de crudo (PTC) de Loma Campana y así aumentar su capacidad de operación a 18 mil metros cúbicos de petróleo al día. Otras similares se proyectan en los yacimientos de Bandurria Sur y la Amarga Chica.
Hoy, en Loma Campana se producen 9.000 barriles diarios. Para fin de año estiman que serán 50.000 barriles diarios. Y en otro lote - Amarga Chica- donde hoy se producen 10.000 barriles cada 24 horas, a fin de año se espera que se produzcan 20 mil barriles Un poco más al norte, en Bandurria Chica la producción deberá pasar de los actuales 5.000 barriles a más de diez mil. En todo el país hoy se producen unos 225.000 barriles al día.
El plan estratégico para los próximos cinco años prevé que Vaca Muerta tenga una producción de 300.000 barriles
Pablo Bizzotto vicepresidente de Upstream de YPF se entusiasma al explicar lo que esto significa: “Si contamos sólo la parte que nos corresponde de las asociaciones con otras petroleras, nuestra producción va a ser de casi 250.000 barriles. Es decir que es como si estuviéramos construyendo otra YPF igual a la que tenemos hoy”, asegura. Y a esto hay que agregarle el gas.
En Loma Campana funciona una planta de energía eléctrica alimentada a gas que, además de proveerle electricidad al yacimiento, le entregarle al sistema interconectado nacional 228 MW, lo que representa la energía suficiente como para alimentar 180 mil hogares. Algo así como la mitad de la ciudad de La Plata.
El yacimiento gasífero es de tal magnitud que en la actualidad se explora la posibilidad de construir una planta de gas natural líquido (requiere una inversión de 5.000 millones de dólares y con un plazo de construcción de cinco años), única manera de poder comenzar a exportarlo, más allá de lo que se hace a través de gasoductos convencionales. Esa planta podría estar en Bahía Blanca, o en Chile, como vía para llegar al mercado asiático. Sin embargo, la operación no parece sencilla.
“Hoy no hay inversores de esa magnitud en el mercado argentino”, se lamenta Bizzotto. La “roca” de Vaca Muerta, de la que se extrae gas y petróleo no convencional -se sabe- es uno de los reservorios más grandes del planeta. Ocupa, tres mil metros bajo la superficie, una porción de terreno tan grande como Bélgica y se expande través de las provincias de Neuquén, Mendoza, Río Negro y La Pampa.
Allí operan las principales petroleras del mundo ( Chevron, Shell, Exxon, Petronas y Total, entre otras), e YPF pretende pasar de “pionera a líder”, tal como sostiene Bizzotto. “Esto es un tren en funcionamiento, y está en nosotros poder transformarlo en tren bala”, dice .
Loma Campana es la explotación estrella de Vaca Muerta. Y allí es donde se proyecta un nuevo desafío. Poner en funcionamiento un pozo con una “rama horizontal” de cuatro kilómetros de largo, que pasará a ser la más larga de toda la explotación.
Hoy ya hay al menos dos que superan los 3 mil metros. Es decir, que pueden ser consideradas como verdaderas “avenidas del petróleo” que superan en largo a la famosísima 9 de Julio, entre Retiro y Constitución. Para entender lo que esto significa hay que retroceder un poco en el tiempo. A diferencia de los pozos convencionales que operan verticalmente, las perforaciones en Vaca Muerta son horizontales.
Primero se horada la roca hasta el yacimiento (en este caso a tres mil metros de profundidad) y luego se avanza horizontalmente en lo que se llaman “ramas”. Las primeras “ramas” de Vaca Muerta tenían entre 1000 y 1500 metros de largo. Hoy Exxon opera un pozo de 3.346 metros e YPF puso en marcha otro de 3.240. Pero mientras la petrolera americana invirtió 24 millones de dólares en el suyo, los argentinos lo hicieron por 14,5 millones de dólares. YPF busca, ahora, alcanzar el récord con pozos de 4.000 metros de largo y para ello avanza sobre dos perforaciones que, aseguran, no son “exploratorias”. Aquí, el tren bala -en serio- parece estar a la vuelta de la esquina. Habrá que ver si llegamos a subirnos.