El afán de Beijing por asegurarse el suministro del metal le está llevando a comprar participaciones en minas de todo el mundo en desarrollo
SHA HUA Y ALEXANDRA WEXLER
Las empresas chinas dominan desde hace tiempo el refinado del litio, pero su afán por asegurarse una mayor cuota del suministro mundial del metal las está llevando a comprar participaciones en minas de todo el mundo en desarrollo, ya que se enfrentan a una resistencia cada vez mayor en los países occidentales.
Se trata de una estrategia arriesgada. China gasta miles de millones de dólares en participaciones en países con un historial de inestabilidad política, resistencia local y nacionalismo de recursos. Los proyectos se enfrentan a menudo a protestas, retrasos normativos e incluso cancelaciones.
Sin embargo, si China tiene éxito, podría asegurarse el acceso a un tercio de la capacidad mundial de producción de minas de litio necesaria para 2025, según las estimaciones del sector.
El litio, un metal blando y plateado, es uno de los componentes de las baterías de iones de litio que alimentan los vehículos eléctricos y los teléfonos inteligentes. Según la consultora londinense Benchmark Mineral Intelligence, para finales de la década la demanda podría superar a la oferta en unas 300.000 toneladas métricas.
El afán de China por hacerse con un mayor control del litio mundial se ve alimentado por la preocupación de que su pujante industria de vehículos eléctricos pueda tener dificultades para acceder a los suministros a medida que aumenten las tensiones con Estados Unidos y sus aliados. Canadá y Australia, con algunas de las mayores reservas de litio del mundo, han bloqueado recientemente nuevas inversiones chinas por motivos de seguridad nacional.
A China, que sólo posee el 8% de las reservas mundiales de litio, “no le queda más remedio que intentarlo”, afirmó Susan Zou, vicepresidenta de la consultora Rystad Energy, con sede en Noruega.
En los dos últimos años, las empresas chinas han gastado US$ 4.500 millones en adquirir participaciones en casi 20 minas de litio, la mayoría de ellas en América Latina y África, de acuerdo a datos recopilados por Rystad y Benchmark.
Entre ellas se incluyen inversiones en países como Mali y Nigeria, donde se enfrentan a amenazas de seguridad por terrorismo, y lugares como Zimbabue, México y Chile, que han intentado obtener un mayor control sobre sus recursos minerales.
En diciembre, Zimbabue prohibió la exportación de litio sin procesar, obligando a las empresas extranjeras a procesarlo allí. En febrero, el gobierno mexicano firmó un decreto para acelerar la nacionalización de las reservas de litio del país. Y en abril, el presidente de Chile propuso que las empresas privadas se asociaran con una empresa estatal si querían extraer litio.
Chile, junto con Bolivia y Argentina, también están debatiendo la creación de un cártel del litio, similar al de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
Bolivia, que ha consagrado en su Constitución la nacionalización de sus recursos minerales, es uno de los lugares donde China está invirtiendo fuertemente. El país posee alrededor de una quinta parte de los recursos mundiales de litio, pero tiene un historial de revocación de acuerdos sobre este mineral con empresas extranjeras.
Potosí, la región donde se encuentran algunos de los salares de Bolivia, fue saqueada en su día por el imperio español por su plata, y muchos residentes han recelado de los foráneos que pretenden explotar sus recursos.
En 2019, un acuerdo con una empresa china para extraer litio se paralizó tras la destitución del entonces presidente Evo Morales, que respaldaba el proyecto. Ese mismo año, Bolivia desechó otro acuerdo entre la empresa estatal de litio Yacimientos de Litio Bolivianos, o YLB, y una empresa alemana, después de prolongadas protestas de los residentes locales que buscaban regalías más altas de cualquier venta posterior de litio.
No obstante, las empresas chinas siguen adelante con nuevos proyectos allí. La empresa china Contemporary Amperex Technology Ltd., el mayor fabricante de baterías del mundo, señaló en enero que lidera un consorcio en una empresa conjunta con YLB.
El Comité Cívico de Potosí, una alianza de sindicatos y organizaciones sociales, ya ha criticado la falta de transparencia del proceso de selección. Bolivia pidió a las empresas participantes que redactaran una propuesta y demostraran sus capacidades, pero los resultados nunca se hicieron públicos.
Según los expertos en litio, no es probable que la empresa conjunta alcance su objetivo de producir 25.000 toneladas métricas de carbonato de litio para baterías en 2024. La minera ni siquiera comenzará hasta que el gobierno boliviano apruebe una nueva ley que permita a las empresas extranjeras participar en la extracción de litio, indicó Diego von Vacano, profesor de ciencias políticas de la Universidad A&M de Texas y exasesor del gobierno boliviano.
Durante una reunión anual de legisladores celebrada en marzo, el líder chino Xi Jinping criticó la naturaleza caótica de la fiebre china por el litio, e instó a las firmas chinas a comprender mejor los mercados en los que estaban entrando antes de lanzarse a ellos.
“Deben evitar lanzarse a la aventura por su cuenta, creyéndose invencibles, para que al final los pillen con las manos en la masa”, sostuvo Xi a Robin Zeng, presidente de CATL, según los medios de comunicación estatales chinos.
A pesar de los retos a los que se enfrentan, las empresas chinas tienen ventajas sobre sus homólogas occidentales. CATL, por ejemplo, es un gigante de las baterías, con el respaldo político de Beijing y una sólida red de empresas a lo largo de la cadena de suministro.
“Si alguien puede lograrlo, son las empresas chinas”, aseguró Emilio Soberón, analista de la consultora de minerales SFA Oxford.
Los países en desarrollo suelen preferir asociarse con empresas chinas que también suelen dedicarse a la transformación, el refinado o la fabricación de baterías y, por tanto, se preocupan sobre todo de asegurarse un suministro estable de materia prima, en lugar de limitarse a extraerla a bajo coste y venderla a un precio elevado, de acuerdo a los analistas. Esto, a su vez, significa que pueden garantizar a los países anfitriones un flujo constante de ingresos.
Las empresas chinas también han intentado presentar sus inversiones como una forma de ayudar al desarrollo de estos países. En enero, durante la ceremonia de firma, el presidente boliviano, Luis Arce, declaró que el consorcio dirigido por CATL invertiría más de US$ 1.000 millones en la primera fase del proyecto, destinados a la construcción de infraestructuras, como carreteras y electricidad.
Sinomine Resource, que adquirió una mina de litio en Zimbabue por US$ 180 millones, prometió crear más de 1.000 nuevos puestos de trabajo y mejorar las infraestructuras locales, como la electricidad, las carreteras y los puentes.
De hecho, las empresas chinas son vistas como socios inversores obvios en un Zimbabue con problemas de liquidez, aseguró Jee-A van der Linde, economista senior de Oxford Economics Africa. Muchas empresas occidentales han deshecho sus activos en Zimbabue, sometido a sanciones de EE.UU. y la UE desde hace más de dos décadas, pero las firmas chinas se ven menos obstaculizadas por estas preocupaciones.
Los recién llegados que deseen establecerse en África también pueden recurrir a una red bien establecida de empresas y trabajadores chinos que ya operan en la región.
“Los chinos dominan el entorno operativo de Zimbabue, como lo hacen en muchas otras naciones africanas donde abundan las oportunidades”, manifestó Sam Hosack, director general de la minera australiana Prospect Resources, que vendió su participación del 87% en la mina de litio de roca dura Arcadia, en Zimbabue, a la china Zhejiang Huayou Cobalt por US$ 378 millones en abril de 2022.
El verdadero riesgo para las empresas chinas en la fiebre del litio puede ser financiero. Algunos analistas recuerdan la época de mediados de la década de 2000, cuando los precios de las materias primas se dispararon y las empresas chinas derrocharon para asegurarse el suministro a largo plazo de materias primas como el mineral de hierro o el aluminio, para luego amortizarlas cuando los precios volvieron a caer.
“Una mentalidad de escasez similar impregna ahora los debates políticos en torno a los minerales críticos, lo que podría sentar las bases para otra ronda de inversiones dudosas”, señaló Gabriel Wildau, director gerente de la empresa de comunicación y asesoría Teneo.
Impulsados por el aumento de la demanda china de vehículos eléctricos, los precios del litio crecieron más de un 500% en los dos últimos años, pero este año han vuelto a caer a menos de la mitad de su valor récord.