Con 108 GW, China lidera la apuesta por este tipo de energía verde
La transición energética en China se está haciendo a golpe de paneles solares en los tejados. En 2021, la capacidad solar del país asiático se incrementó en 53 gigavatios, con más de la mitad procedente de instalaciones urbanas, todo un récord.
Sin embargo, mientras la instalación de paneles solares en tejanos experimentaba un acelerón en el cuarto trimestre de 2021, motivado en gran medida por las fechas límite de algunas subvenciones, los proyectos a gran escala se estancaban.
Según la Administración Nacional de Energía de China, esto se debió principalmente al incremento de los costes y a los continuos retrasos consecuencia de la crisis de suministros.
Pese a que este escenario obligó al organismo a recortar sus previsiones, confía en que el crecimiento se acelere en 2022 hasta superar los 75 GW, batiendo con creces el récord anterior. Dicho aumento se verá impulsado por la creación de enormes centros de energía limpia en el interior del país.
Asimismo, las instalaciones urbanas volverán a jugar un papel importante, con una reducción de costes mediante las compras al por mayor de las autoridades locales y la adhesión a un programa piloto para impulsar su adopción.
Cientos de ciudades y pueblos se apuntaron a este programa cuando se lanzó el año pasado. De cara a 2023, se espera que los participantes hayan instalado paneles en el 50% de la superficie disponible en edificios gubernamentales, el 40% en escuelas y hospitales, el 30% en edificios industriales y el 20% en hogares rurales.
GRAN DEPENDENCIA DE COMBUSTIBLES FÓSILES
Aunque estas cifras suponen un gran avance, el gigante asiático mantiene su dependencia a los combustibles fósiles. De acuerdo con un artículo de Bloomberg, la proporción de carbón y gas en la generación de energía de China lleva dos años estancada en el 71%, en gran medida como consecuencia del continuo crecimiento de la economía china.
En 2021, China se convirtió en el mayor importador mundial de gas natural licuado (GNL), al incrementar un 17,8% interanual sus compras de este tipo de combustible. En total, el gigante asiático adquirió 81,4 millones de toneladas de GNL, según un informe de la consultora IHS Markit recogido por el portal de noticias económicas Caixin.
Por su parte, el carbón sigue siendo el pilar central que alimenta la economía china. Pese a su compromiso de abandonar el uso de este tipo de combustible fósil para abrazar las energías renovables, la falta de suministro eléctrico en algunas provincias obligó en septiembre al Gobierno de China a decretar la vuelta al uso intensivo del carbón.
Una situación que también forzó al gigante asiático a comprar este productos a las mineras australianas. La desesperación de los operadores chinos por comprar carbón en el mercado internacional a cualquier precio provocó una subida de los mismos.
CHINA SE DEJA SEDUCIR POR LA ENERGÍA NUCLEAR
Bajo el pretexto de un futuro sin emisiones de carbono, el gigante asiático ha desvelado sus planes para construir al menos 150 nuevos reactores en los próximos 15 años. Una inversión que podría costarle hasta 440.000 millones de dólares pero que pronto le permitiría colocarse al frente de la generación de energía nuclear a nivel mundial.
Según los cálculos del gobierno de Xi Jinping, China podría evitar la emisión de unas 1.500 millones de toneladas anuales, más de lo que generan el Reino Unido, España, Francia y Alemania juntos.
No obstante, parece poco probable que Estados Unidos, India y Europa acojan a su mayor adversario mundial en sus suministros de energía. El país lleva en la lista negra del gobierno estadounidense desde 2019 por un presunto robo de tecnología militar. Mientras Reino Unido intentará por todos los medios excluir a China del desarrollo del reactor de Sizewell.