El resultado más obvio del acercamiento entre los dos países ha sido el gasoducto Power of Siberia
VIKTOR KATONA
El milagro del crecimiento económico chino está alterando el equilibrio de poder mundial. La guerra comercial del presidente Trump con China fue la última manifestación del esfuerzo de Washington por girar hacia el este, una estrategia que comenzó con el expresidente Obama. Ahora, otro 'pivote' está progresando de manera constante mientras el resto del mundo lidia con Covid-19.
Rusia centra cada vez más su atención en el este y su relación con China. Para resaltar este giro, el mayor productor de energía del mundo, Gazprom, ha iniciado un estudio de viabilidad para el próximo oleoducto masivo de la compañía, el oleoducto Power of Siberia-2.
La primera década de este siglo fue prometedora para Rusia, con su comercio internacional en auge y un número creciente de compradores de petróleo y gas tanto en el este como en el oeste. Sin embargo, las consecuencias de Moscú con Occidente han reforzado la necesidad de un "pivote hacia el este". El resultado más obvio ya corto plazo ha sido el gasoducto Power of Siberia.
El acuerdo se alcanzó durante el apogeo de las tensiones entre Moscú y Occidente, cuando Rusia estaba desesperada por mostrar su independencia geopolítica frente a la obstrucción occidental. El gasoducto comenzó a operar este año y se espera que transporte 38 bcm anualmente a China, lo que le reportará a Rusia 400 mil millones de dólares durante tres décadas.
No se puede subestimar la importancia de China para la economía rusa y el futuro político de la élite gobernante. Al mismo tiempo, mientras que la creciente destreza tecnológica de China la está llevando a la esfera occidental, seguirá dependiendo en gran medida de la riqueza energética y mineral de Rusia durante décadas para impulsar sus industrias.
Las relaciones entre estas dos superpotencias mundiales se han centrado principalmente en la energía, donde la infraestructura y las industrias existentes han facilitado el comercio. En 2013, Rusia y China firmaron un acuerdo por valor de 270.000 millones de dólares para duplicar la producción y exportación de petróleo de Rosneft al gigante asiático. Las exportaciones de gas natural también han estado en la agenda. La infraestructura fija, como las tuberías, reduce significativamente los costos de transporte y aumenta la dependencia entre exportador e importador. Este es otro catalizador para estrechar las relaciones políticas.
Si bien el proyecto Power of Siberia-2 ha estado sobre la mesa durante muchos años, solo recientemente se tomó la decisión de tener a Mongolia como país de tránsito. Moscú hubiera preferido un enlace directo con China a través de la infraestructura existente en el sur de Rusia a través de la región de Altai, pero Beijing presionó por la opción más larga a través de Mongolia hacia el noreste. Parece que la preferencia china se impuso.
El gigante energético ruso Gazprom ha encargado un estudio de viabilidad para el oleoducto Power of Siberia-2. Esto aumentaría las exportaciones de gas a China en 50 bcm anuales, lo que lo convertiría en el principal cliente de la compañía. Según Alexei Miller, director general de Gazprom, "se ha realizado un análisis preliminar de viabilidad. Se ha demostrado que el proyecto es viable y rentable. Estamos dispuestos a continuar este trabajo en consecuencia".
Cuando esté terminado, el gasoducto fortalecerá aún más la cooperación ruso-china. Si bien ambos países han visto sus relaciones con Occidente amargadas últimamente, están encontrando apoyo en sus relaciones bilaterales. Los enormes recursos energéticos de Rusia y su proximidad a los mercados asiáticos la convierten en un socio útil para China. Desde el punto de vista de la seguridad, 'pacificar' su frontera norte es fundamental para China para aliviar la presión y centrarse en su 'vientre blando' en el Mar de China Meridional y, en menor medida, el Himalaya y su frontera con India.
Ya sea que el presidente Trump gane o pierda las elecciones, las relaciones entre Estados Unidos y China se han visto significativamente dañadas en beneficio de Rusia. Después de la visita del presidente Nixon y la "apertura de China" en 1972, Washington fue más o menos capaz de contener el poder y la influencia soviéticos. Ahora, sin embargo, los números dos y tres del mundo en términos de poder militar y político están encontrando un equilibrio con los EE. UU.
Aunque persisten los desacuerdos entre Rusia y China, hasta ahora los han manejado de manera efectiva. Por ejemplo, Moscú considera a Asia Central como su "patio trasero" donde disfruta de una influencia política significativa. Los crecientes intereses económicos de China en la región podrían cambiar el delicado equilibrio de poder. Sin embargo, el aumento de las importaciones de gas de Rusia es parte de la estrategia de Beijing.
Actualmente, la mayoría de las importaciones de gas chino se originan en Asia Central. Para reducir la dependencia de la región y presionar por precios más favorables, es necesaria la competencia de Rusia. Por lo tanto, es de interés para ambos países fortalecer los lazos energéticos que conducirán a la interdependencia política y económica.