DANIEL MONTAMAT
Esta vez no fue una visita de fin de mandato apresurada por las restricciones de un modelo a punto de estallar. La prioridad no estuvo dada por el canje de yuanes por pesos (adelantos de créditos de exportación) para contabilizar nuevas reservas en un país que había agotado las disponibles y estaba fuera del circuito financiero internacional. Tampoco fue prioridad buscar financiamiento para un listado de obras de infraestructura, muchas flojas de papeles por no tener los adecuados estudios de factibilidad técnica, económica y ambiental.
Es cierto que la continuidad jurídica del Estado condicionó a la actual administración a renegociar y adaptar compromisos asumidos por la administración que se fue, pero el Norte de la estrategia argentina en la visita a la potencia asiática fue fijado por el Presidente al disertar en el cierre del Foro de Negocios e Inversiones Argentina-China, que se realizó en Beijing. Ante empresarios chinos y argentinos, el Presidente resaltó que su objetivo es que el país se convierta en el “supermercado del mundo” para lo cual necesita “agregarle valor a las valiosas materias primas que producimos”.
Necesitamos capitales chinos para desarrollar nuestra infraestructura, pero nuestra relación será fructífera y de largo plazo, si el circuito comercial que reasegura el repago, nos permite, en una primera etapa, convertir la proteína vegetal que hoy le exportamos en proteína animal y biocombustibles (agrega entre 5 y 10 veces más valor); para llegar, en una segunda etapa, a las góndolas chinas con producción alimentaria diferenciada.
El Presidente ofreció en China, y por ende en Asia, seguridad alimentaria, uno de los ejes de la reinserción estratégica argentina en el nuevo orden internacional.
Hay un reacomodamiento en el orden mundial y la Argentina tiene una oportunidad de aprovecharlo. El país tuvo una inserción estratégica exitosa en el orden internacional que predominó entre 1850-1930, y tuvo una estrategia errática y fallida en el orden mundial de la posguerra. Por eso hemos perdido peso relativo en la comunidad de naciones.
El orden internacional que nos brinda una nueva oportunidad también presenta riesgos e incertidumbres. El proceso de globalización que muchos asumen como dado e irreversible (por sus cimientos tecnológicos) necesita de nuevas instituciones globales.
Pero en muchas naciones democráticas de peso el voto popular está deslegitimando la globalización. No hay que descartar repliegues autárquicos, declinación del comercio y guerras cambiarias. El populismo posmoderno, por derecha y por izquierda, promueve políticas antiglobalizadoras.
Frente a estas amenazas, lo primero que debe hacer una Argentina que replantea su relación estratégica con el mundo es consolidar las zonas de integración donde interactúa. Nuestra reinserción estratégica en el mundo debe partir de una plataforma regional. En el mundo que viene, necesitamos más Mercosur, no menos Mercosur.
Más allá de los problemas coyunturales de nuestro principal socio estratégico, los chinos deben tener en claro que cuando planteamos ser “supermercado del mundo” lo hacemos a partir de una masa crítica regional. Si no, será muy difícil venderles más valor agregado en una relación de largo plazo.
Pero una relación madura y estratégica con China no es excluyente de una relación estratégica con Estados Unidos y Europa. Desde una región integrada y vertebrada (en infraestructura, energía y telecomunicaciones) hay que negociar con el Norte lo que ellos priorizan: seguridad energética. La administración Trump ahora plantea la “independencia energética” cuando Estados Unidos sigue siendo el principal importador de petróleo del mundo.
En la región están las reservas del presal con la tecnología de aguas profundas donde Petrobras mantiene liderazgo, y están las reservas no convencionales de la Argentina con Vaca Muerta como insignia, y un desarrollo tecnológico que la comunidad petrolera mundial ya nos reconoce.
El Presidente disertó en Houston antes de entrevistarse en Washington con su par de Estados Unidos. Estados Unidos y Europa pueden contar con importantes excedentes energéticos provistos por la región que, por su parte, necesita de inversiones y tecnología para desarrollar su potencial y para contar con energía abundante y de precios competitivos para su desarrollo productivo.
Estados Unidos busca afianzar el rol de swing producer en el mercado mundial (productor de ajuste y de última instancia) al que ha accedido por la revolución del shale, y la Argentina puede complementarlo si hace un desarrollo intensivo de sus recursos y acuerda junto a sus socios una estrategia de largo plazo con eje en la energía. Seguridad alimentaria hacia el oeste, seguridad energética hacia el norte. No solos, integrados a la región. Una “L” con la pata invertida a partir de una plataforma regional.
*Ex Secretario de Energía y titular de YPF-SE