La inversión global actual no solo sufre disparidades significativas entre las economías avanzadas y los mercados emergentes y las economías en desarrollo, sino también con el grupo de EMDE, según nuevos informes de IRENA encargados por la presidencia brasileña del G20.

Para impulsar una transición justa e inclusiva en el Sur Global, los desafíos de inversión deben abordarse mediante instrumentos de mitigación de riesgos y un fuerte aprovechamiento de los recursos públicos. Una planificación energética nacional eficaz es uno de los factores clave que ayudan a reducir los riesgos e incertidumbres generales, según IRENA.

En muchos países en desarrollo, las energías renovables rentables ofrecen una mayor justicia social en forma de empleos y crecimiento económico y ayudan a abordar los déficits en el acceso a la electricidad y a tecnologías de cocina limpias.

En el informe "A just and inclusive energy transition in the emerging markets and developing economy: Energy planning, funding, sustainable fuels and social dimensions" (Una transición energética justa e inclusiva en los mercados emergentes y las economías en desarrollo: planificación energética, financiación, combustibles sostenibles y dimensiones sociales), se destaca el importante papel del G20 en la ampliación de las inversiones para satisfacer la creciente demanda energética con energías renovables y aprovechar plenamente su dividendo social.

Los bancos de desarrollo y la planificación energética: atraer inversión privada para la transición energética; el caso de Brasil, realizado en conjunto con el Banco de Desarrollo de Brasil, muestra cómo la planificación energética puede desbloquear la inversión. Y los aspectos destacados del programa de planificación energética: la colaboración mundial y el apoyo al desarrollo de capacidades presentan los programas de IRENA para aprovechar los esfuerzos globales del G20 para mejorar la planificación energética nacional eficaz en todo el mundo.

En 2023, las inversiones globales relacionadas con la transición superaron los US$ 2 billones por primera vez, pero los patrones actuales de inversión están sesgados: la mayor parte del financiamiento se dirige a las economías avanzadas y a un puñado de grandes MEED como China, India y Brasil. El resto del mundo recibió apenas el 10% de las inversiones globales en 2023.

A menudo, las brechas de inversión son resultado de riesgos como la inestabilidad política, los problemas de integración de la red, las barreras regulatorias, los acuerdos poco confiables con los compradores, la volatilidad de las monedas y la escasez de trabajadores calificados. Estos riesgos pueden aumentar el costo del capital, limitar los flujos financieros y, a la larga, obstaculizar el desarrollo socioeconómico.

Una sólida planificación energética nacional permite a las instituciones nacionales colaborar eficazmente con las instituciones financieras internacionales (IFI), en particular en las áreas de reducción de riesgos sectoriales, financiación combinada y bonos verdes. Como lo demuestra el éxito del Brasil, este marco ofrece opciones prometedoras para atraer capital privado.

“Un marco sólido de planificación energética es una condición previa para la movilización exitosa de fondos”, comentó Franceso La Cámara, director general de IRENA.

“IRENA se complace en apoyar la presidencia brasileña del G20 en el avance de la agenda global sobre financiación para la transición energética y climática. La propuesta de la presidencia de establecer una Coalición Global para la Planificación Energética es oportuna y encomiable y seguiremos aprovechando nuestra membresía global para fortalecer la planificación energética con la Reunión Ministerial de Energía Limpia y en todo el mundo. Los productos de conocimiento de hoy tienen como objetivo alimentar el debate en pos de la financiación de una transición energética justa y equitativa en el Sur Global”, agregó el directivo. 

En 2021-2022, el sector público aportó el 24% de la inversión en energía renovable en los países emergentes y en desarrollo, excluida China. Por cada dólar de fondos públicos gastado en proyectos, otros tres dólares provinieron del sector privado. En los países emergentes y en desarrollo se necesitará un mayor apoyo público para movilizar capital privado.

La planificación energética nacional puede ayudar a presentar una visión clara de las necesidades de inversión, minimizar las incertidumbres y evitar decisiones ad hoc. A cambio, creará un entorno propicio para la inversión y, en última instancia, movilizará financiación y aumentará la confianza de los inversores.

Además, la mitigación de riesgos podría lograrse mediante instrumentos innovadores de reducción de riesgos y esquemas de financiamiento, acompañados de reformas institucionales y colaboración. El G20 puede desempeñar un papel clave en la ampliación de la escala y el alcance de las inversiones, en particular mediante su propia financiación bilateral directa y sus contribuciones de capital a los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), las instituciones financieras de desarrollo (IFD) y otras fuentes de financiamiento en condiciones concesionales y en forma de donaciones.

La colaboración internacional tiene un papel fundamental que desempeñar, no sólo en términos de proporcionar préstamos y donaciones en condiciones favorables, sino también en apoyo técnico, transferencia de tecnología y conocimientos, asesoramiento sobre políticas, creación de capacidad y, en particular, una planificación energética sólida.