"Los equipos de trabajo diversos resultan beneficiosos a la hora de desarrollar procesos y resolver problemas", destacó
Lucía Peyrano, integrante del Comité de Género, Diversidad e Inclusión de WiM Argentina, se interesó desde edad muy temprana por investigar las causas de los problemas sociales que veía cotidianamente, como la pobreza o las violencias de todo tipo. Siempre sintió compromiso por transformar las situaciones de vulnerabilidad que viven algunos sectores.
Es antropóloga, profesión que eligió con la idea de buscar herramientas de análisis y comprensión histórica para luego intentar aportar a la construcción de una sociedad más justa en todos sentidos.
“Si bien es un camino complejo, la antropología me dio muchas herramientas para construir una visión crítica de la realidad y para focalizar mi camino en las temáticas de género. También me interesaba mucho la educación y pude graduarme en la UBA como docente. Trabajé al mismo tiempo que estudié, especialmente realizando acompañamientos de trayectorias educativas de infancias y adolescencias. Y luego ingresé como profesora en escuelas secundarias, de adultos, y en un instituto de formación docente. Luego me dediqué a la formación y capacitación en temáticas de género”, contó Lucía.
Lucía Peyrano vive en CABA y prefiere hablar del feminismo en plural porque, asegura, existen muchas luchas que ponen el foco en distintas injusticias. Para ella, la militancia es todos los días, en el compromiso de las pequeñas y grandes cosas para construir una sociedad más equitativa, con igualdad de oportunidades, con garantía de derechos para todas las personas sin que el género sea un factor limitante.
“La militancia es compartir información, es escuchar las voces de quienes sufren violencias, es reflexionar, es desarmar los mandatos normativos de género y sobre todo es tomar conciencia sociohistórica de las distintas realidades”, precisa.
Siempre está buscando formarse, escuchar nuevas miradas, ir a alguna conferencia o congreso porque los temas de género evolucionan todo el tiempo al compás de la sociedad y sus cambios. Considera que no hay una verdad cerrada y finita, y que vamos construyendo más herramientas teóricas desde la academia, desde los movimientos y organizaciones sociales, desde el arte y la cultura, para comprender y para transformar.
“Este año se me presentó el gran desafío de integrar el Comité de Asesoras de Género, Diversidad e Inclusión de WIM Argentina junto a grandes profesionales. Somos un equipo interdisciplinario que nos fortalecemos en el diálogo continuo y construimos en conjunto los programas de buenas prácticas de manera situada según la realidad de cada empresa. Siempre apelamos a la apertura de la subjetividad, a sensibilizar y anclar en las trayectorias personales", informó.
"Porque los temas de género nos atraviesan en lo más íntimo de nuestras vidas, crianzas y relaciones interpersonales, en el trabajo, la familia, etc. Cuando pienso en la planificación de los talleres, es muy importante tener presente quiénes están del otro lado, para poder construir diálogos. Las formaciones en género pretenden dejar preguntas, habilitar la palabra, poner nombre a las situaciones que antes no tenían nombre y visibilizar las problemáticas”, agregó Peyrano.
Hace poco, Lucía tuvo la suerte de cursar la 2da Cohorte de Formación de Formadores en Ley Micaela por la Fundación Micaela García, “La negra”. Conoció al papá y a la mamá de Micaela y para ella fue muy conmovedor aprender a través de su lucha contra la violencia por razones de género y ver de cerca sus convicciones.
“El cumplimiento de la Ley Micaela es lento porque justamente las transformaciones culturales tienen sus tiempos. Por más que desde el 2019, las trabajadoras y los trabajadores de los distintos organismos del Estado han recibido la formación, en menor o mayor medida, no alcanza”, dice.
En los últimos años, señala, el tema se instaló, pero falta por que todavía sigue habiendo un femicidio cada 36 horas en Argentina. Y ese dato, sostiene, es la punta del iceberg de todo lo demás con todos los matices y los tipos de violencias que existen aún por razones de género, como la violencia económica, simbólica, psicológica, sexual, política, etc.
“Celebro que muchas organizaciones de la sociedad civil como WIM, por ejemplo, universidades, clubes, e incluso empresas del sector privado se han adherido a la Ley Micaela y trabajan en ello”.
Como parte de su carrera, a comienzos del 2022 convocaron a Lucía desde la Secretaría de Minería de la Nación para crear un espacio asesor de género, debido a las demandas que comenzaron a aparecer en la industria. Y junto con una colega, construyó de cero una Unidad Asesora de Políticas de Género para trabajar de manera transversal en la Secretaría y para articular acciones con los organismos provinciales mineros.
Además, trabajó arduamente con organismos internacionales en la elaboración de diagnósticos que hasta ese momento no existían. Junto a WIM trabaja de manera articulada para elaborar la guía de protocolos para la prevención y actuación de violencia por razones de género en la industria.
“Generamos información cualitativa y cuantitativa del estado de situación en materia de género. Fue un gran desafío de muchos aprendizajes. Y, hasta el cambio de gestión, trabajamos con la convicción de visibilizar el trabajo de las mujeres y las buenas prácticas en materia de género para construir una industria menos masculinizada y más igualitaria", explicó.
"Al cambiar la gestión a nivel nacional, las políticas de género se desarticularon en todos los niveles, al eliminar organismos estatales de género. La eliminación del Ministerio Nacional de Mujeres, Género y Diversidad tendrá consecuencias muy negativas para todos los logros conquistados hasta ahora y es una situación preocupante. Como, por ejemplo, la eliminación de la línea 144 que atendió en los últimos años a más de 920.000 llamados a personas en situación de violencia de género. Además, el MMGyD era la autoridad de aplicación de la Ley Micaela que ahora dependerá de cada provincia y de cada jurisdicción”, indicó Lucía.
Hoy el porcentaje de mujeres a nivel nacional trabajando en la industria minera es de un 12%. “Algunas empresas están por encima levemente y aún falta mucho por recorrer para generar las condiciones estructurales que permitan la paridad en la industria. No alcanza con fomentar el ingreso, también hay que trabajar en la permanencia, en la construcción de espacios sanos y saludables libres de acoso, en garantizar algo tan simple como el acceso a baños, y que las empresas implementen Programas Integrales de Buenas Prácticas que tengan acciones de incidencia en el corto, mediano y largo plazo. No sirven las acciones aisladas”, comenta Lucía.
Según Peyrano, las políticas de género incluyen muchos aspectos que deben ser transversales a la cultura organizacional de una empresa y siempre es importante, en primer término, contar con un diagnóstico, con encuestas, con entrevistas en profundidad para luego implementar capacitaciones, crear comités mixtos de género que traccionen la temática, y elaborar un protocolo de procedimiento ante las situaciones de violencia por razones de género, etc. Y también generar acciones que convoquen a las trabajadoras garantizando sus derechos en todos sentidos.
“Para ello también es fundamental la articulación y las alianzas estratégicas con los sindicatos, los organismos estatales, las empresas e incluso organismos internacionales. Hoy existen estándares internacionales en materia de género que posicionan al mundo privado en términos de negocios", comentó.
"Sabemos que los equipos de trabajo diversos resultan beneficiosos a la hora de desarrollar procesos y resolver problemas. La igualdad de género en las industrias masculinizadas como la minería cargan con una historia de mucha desventaja para las mujeres. Pero sabemos que si hay voluntad y convicción en las personas que ocupan cargos de poder la balanza puede mejorar”, completó la integrante del Comité de Género de WiM Argentina