Como consecuencia del declino en la producción de gas en Bolivia, Argentina puede ser el país que brinde seguridad energética para la región.
La elección del GNL como combustible para la transición energética se debe a su menor emisión de carbono en comparación con otros combustibles líquidos, su flexibilidad en el suministro y su capacidad de complementar a las energías renovables. Sin embargo, la expansión del GNL requiere nueva infraestructura y confianza de los consumidores para financiar las plantas de licuefacción.
Rodolfo Freyre, Vicepresidente de Gas, Energía y Desarrollo de Negocios, Pan American Energy Y Gabriela Aguilar, vicepresidenta para Sudamérica y Country Manager Argentina en Excelerate Energy analizaron los desafíos de Argentina de cara a lograr el autoabastecimiento y convertirse en referente regional de la transición energética a partir del gas natural licuado.
Tal como explicó Rodolfo Freyre, Vicepresidente de Gas, Energía y Desarrollo de Negocios, Pan American Energy, Argentina tiene el recurso de Vaca Muerta y el foco pasó de cómo desarrollar el recurso, llenar la infraestructura que era subutulizada a cómo hacer crecer la producción y para eso es necesario desarrollar, aún más, la infraestructura existente.
"Hoy ya tenemos en funcionamiento el GNK, ya están fluyendo 11 millones de metros cúbicos de gas por día. No nos tenemos que quedar ahí, hay que seguir reemplazando la importación de combustibles líquidos y GNL, y seguir maximizando lo que es la exportación regional"
En lo que se refiere a exportación regional, Argentina hoy tiene tres conexiones con Chile, hay una oportunidad a través de la reversión del Gasoducto del Norte de ir al mercado del norte de Chile, está eventualmente la potencialidad de abastecer Brasil, donde en la actualidad hay conexiones a través de Uruguayana y con líneas eléctrica.
"Con lo cual, me parece que a Argentina eso le permite tener una mirada de jugador regional, entre Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil. Y me parece que Argentina tiene la potencialidad de transformarse de ese centro en el abastecimiento y en el player de lo que es suministro de energía a nivel regional", enfatizó Freyre.
Y explicó que a nivel GNL, el desafío es distinto, porque hay que crear infraestructura nueva, ya que el abastecimiento regional se logró a partir de la existente, y es necesario entender que cualquier proyecto de GNL en el mundo lleva, desde que uno lo empieza a concebir hasta que lo pone en producción, al menos siete años es decir el 2030.
"Tenemos la ventaja de que hay demanda creciente en el mundo por GNL y que tenemos producto y tenemos competitividad desde lo que es el recurso. Tenemos que ser competitivos frente al mundo y tenemos que lograr la confianza en los consumidores que son los que al final van a financiar a través de los contratos de largo plazo esas plantas de licuefacción", detalló Freyre.
En números, una planta de licuefacción cuesta US$ 5.000 millones o más, hay que sumar la inversión en Vaca Muerta o en el upstream para suministrar durante 20 años esa planta, con lo cual se necesita la confianza de los consumidores que te den esos contratos para poder financiar esas plantas.
El GNL, gas natural, tiene un contenido, digamos, una emisión menor de menos de 30% que el resto de los combustibles líquidos.
Gabriela Aguilar, vicepresidenta para Sudamérica y Country Manager Argentina en Excelerate Energy, explicó que cuando hay que hacer decisiones incluso de inversión en infraestructura, es muy importante tomar en cuenta que el GNL tiene esa capacidad de ser un suministro efectivo, eficiente y flexible.
"Es decir, que ya no es necesario pensar infraestructuras de largo plazo para cubrir la totalidad o el pico de la demanda, porque el GNL es un elemento que puede ser almacenado o simplemente comprado específicamente para una demanda específica. Y pensar que el gas natural es el complemento de largo plazo específico y exacto de las renovables para poder utilizar el combustible y menos consumo de combustibles fósiles que son más contaminantes", detalló Aguilar.
Argentina tiene que aprovechar la ventana de oportunidad que se producirá por imposibilidad del mundo de satisfacer la demanda de GNL en 2030. Aguilar explicó que la demanda de GNL a nivel global hoy es de 400 MTPA, la estimación es que para el 2040 va a estar en más o menos en 700 MTPA. La estimación que hay en base a los proyectos de licuefacción que hoy se están construyendo o están en fase de FID es que se van a estar incorporando alrededor de 100, 120 MTPA.
En mayo, Argentina presentó el proyecto para fomentar el desarrollo del GNL. El documento establece un compromiso de inversión de al menos US$ 1.000 millones en un plazo máximo de seis años y una capacidad mínima de producción instalada de un millón de toneladas de GNL por año.
Los proyectos podrán ser desarrollados en etapas sucesivas pero la primera deberá de contemplar el compromiso mínimo de US$ 1.000 M, luego cada etapa tendrá que fijar un agregado de al menos US$ 1.000.000.000 o una capacidad mínima de producción instalada de 1.000.000 de toneladas de GNL por año (MTPA) a ser alcanzados en el plazo máximo de 10 años desde la puesta en marcha de la planta de licuefacción (en tierra o flotante) comprometida en la etapa anterior
Aguilar afirmó que con las condiciones que se están presentando en Bolivia y su declinación hoy Argentina se está convirtiendo quien va a representar la seguridad energética de la región.
Como consecuencia de la declinación de Bolivia, Argentina tiene la oportunidad de ser el representante de la seguridad energética de la región y no puede perderla. Desarrollar la infraestructura, impulsar la producción y avanzar con los proyectos que darán estabilidad regulatoria y reglas claras para aquellos que apuesten a la inversión de GNL.
