ENRIQUE BARRUECO
Ha sido un cambio de visión paulatino pero casi completo. De las protestas antinucleares, por su riesgo demostrado en periódicos accidentes y el problema no resuelto del almacenamiento de desechos, a presentar la energía nuclear como no contaminante.
Tras la desaparición de los pujantes movimientos ecologistas antinucleares tras la renuncia alemana al uso civil de la energía nuclear, la industria atómica presenta una suerte de renacimiento como fuente de electricidad sin emisión de carbono, verde y limpia, que ayudaría a mitigar el cambio climático.
Un esfuerzo de relaciones públicas en pleno declive nuclear por su carestía comparativa con las energías renovables pese a lo cual continúan construyéndose 16 centrales en el mundo.
Algo que que nos sitúa frente a los beneficios no económicos sino geopolíticos, que presenta la industria nuclear en China, que aspira a ser el mayor productor mundial de gigavatios nucleares del mundo para 2030 o en Rusia.
El profesor de la Escuela de Asuntos Internacionales de París, Philippe Copinschi, considera que Rusia, pese a las cifras comparativas con China va en cabeza en la promoción de la energía nuclear.
"Rusia tiene una industria nuclear que funciona bien, que es capaz de ofrecer productos y servicios en todo el mundo y que tiene la ventaja de estar integrada en toda la cadena de valor, es decir, producir uranio", explicó.
"Son capaces de enriquecerlo, son capaces de producir centrales nucleares, son capaces de reprocesar el combustible y son casi los únicos que pueden ofrecerte un servicio llave en mano. En otras palabras. Yo construyo su central y me encargo de todo", agregó.
El comercio nuclear conlleva como industria estratégica, un factor político como promotor de relaciones diplomáticas comerciales e institucionales, una herramienta para mantener presencia y relevancia pública en el tablero internacional.
Todo ello aunque las cifras de costo vayan en contra. Para Copinschi el peso de lo nuclear tendería a disminuir: "La energía nuclear es cada vez menos competitiva. (...) El precio de la electricidad, de las energías renovables, en particular la eólica y la solar, está bajando mucho. Hoy es más barato producir energía eólica que nuclear".
En este contexto un mal acuerdo financiero en lo nuclear puede ser considerado un triunfo geopolítico si mejora la influencia económica de la industria y la política del país exportador.