Según datos del Ministerio de Energía y Minas, la producción cuprífera de Perú fue de 2.43 millones de TMF en 2018, nivel que se ha mantenido casi invariable en los últimos seis años
JHEYSSON RONCAL VALDIVIA
Perú es conocido en el mercado de los commodities por ser el segundo mayor productor de cobre del mundo, solo detrás de Chile. Sin embargo, ahora está prácticamente perdiendo esa posición en el tablero mundial al ser superado por la República Democrática del Congo.
Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), el desplazamiento del Perú por parte del Congo se va a consolidar en el corto plazo, en la medida en que el país africano mantenga un sostenido crecimiento económico de alrededor del 6%, crecimiento que se está dando gracias al auge de la minería -principalmente de cobre y cobalto- que tiene como fuente de dinamismo la mayor presencia de inversión extranjera.
Si se calcula el crecimiento de la producción de cobre de Perú en el período entre 2018-2022, se puede observar que este ha sido equivalente al 0.82% anual. Mientras que si se realiza el mismo ejercicio para el caso del Congo, se evidencia un crecimiento del 14.87% por año.
Por lo que resultaría inevitable -por lo menos en el corto plazo- la consolidación del Congo como el segundo productor de cobre del mundo -de seguir creciendo al mismo ritmo-.
¿PERÚ PUEDE EVITAR PERDER SU POSICIÓN?
Luis Miguel Incháustegui, ex ministro del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), sostiene que la puesta en marcha de la cartera de proyectos mineros -la cual asciende a un poco más de US$ 56,000 millones- es una forma de evitar que el Perú sea desplazado del segundo puesto como productor cuprífero. Sin embargo, el exfuncionario indica que dado el escenario actual, es probable que el Congo tome la delantera.
“Resulta inevitable que, posiblemente el próximo año, el Perú deje de ser el segundo mayor productor de cobre mundial. No obstante, debido a que la cartera actual de proyectos es muy positiva, si se ejecutara de forma efectiva, se podría retomar el segundo puesto en el mediano plazo”, sugiere Incháustegui.
Para Carlos Herrera Descalzi, ex titular del MINEM, la velocidad del crecimiento que muestra el Congo en torno a su producción anual de cobre, hará que el referido país se afiance como el segundo mayor productor de ese metal, a nivel global, el siguiente año.
“Tal vez eso nos haga reaccionar para que entendamos que no somos los únicos jugadores en el tablero mundial. Y que de seguir estancados, el Perú no tendrá el dinero suficiente para poder invertir en mejores servicios públicos como la salud y la educación”, dice.
Es por eso, remarca Herrera Descalzi, es que “las ampliaciones de determinados proyectos mineros -Antamina, por ejemplo- son la clave para poder mantener nuestra posición en el mercado de producción de cobre”.
“Esto se debe a que las instalaciones ya están funcionando, por lo que solo queda que se den los permisos respectivos, se haga la inversión ya planificada, y las empresas mineras empiecen a producir. Esto tardará, en promedio, de 18 a 24 meses, tiempo después del cual es factible que volvamos a estar en la delantera de la producción del metal cobrizo”, añade.
Rubén Arratia, director de investigaciones de la consultora minera Wood Mackenzie, afirmó -en una reciente conferencia en Lima- que es un hecho que el Congo va a superar a Perú. Y, esto se debe a que la gran ventaja comparativa que tiene el país africano es su gran proyecto Kamoa-Kakula, el cual tiene un 5% de ley de cobre -calidad del mineral-, mientras que Perú solo tiene una ley de 0.41%. Por ello, los inversionistas van al Congo porque el retorno económico de sus inversiones es rapidísimo.
¿QUÉ PROYECTOS SE DEBEN PONER EN MARCHA?
De acuerdo con lo manifestado por Incháustegui, se espera que el proyecto Quellaveco pueda aportar a la producción agregada total anual del 2023 unas 300,000 TMF de cobre. Con lo cual se podría ampliar, poco a poco, la reducida brecha que existe actualmente entre los montos de cobre producido por el Perú y el Congo.
Mientras aceleramos las ampliaciones, no se puede ‘bajar la guardia’ con los proyectos, que aunque tomarán algunos años en producir, le permite a Perú asegurar el mediano y largo plazo.
En esa línea, proyectos que podrían ponerse en marcha y que -de perder posición- retornarían al Perú en el lugar que hace años ostenta son Zafranal (con una producción anual de 76,000 TMF de cobre y que ya cuenta con la aprobación de su estudio de impacto ambiental), Tía María (con una producción anual de 120,000 TMF de cobre) y La Granja (con una producción anual esperada de 500,000 TMF de cobre).
PERÚ Y CONGO
Debido a sus sólidos fundamentos macroeconómicos, el Perú ha sido, durante los últimos años, uno de los principales receptores latinoamericanos de la inversión minera global. Sin embargo, ante un escenario de latentes conflictos sociales, una constante inestabilidad política y la escasez de nuevos proyectos mineros, el país sería desplazado como segundo productor de cobre en el ranking global.
Se debe tener en cuenta que la excesiva tramitología que decanta en la demora de la aprobación de los permisos ambientales, así como la falta de capacidad del Estado peruano para hacer buen uso de los fondos recaudados por los tributos mineros, han sido catalizadores del desarrollo de la industria minera.
Contrariamente, el Congo ha llevado a cabo una masiva movilización nacional con la finalidad de fortalecer sectores como el de infraestructura, seguridad y energía, para generar un ambiente propicio que a su vez ayude a atraer nuevas inversiones que dinamicen el sector minero. Es decir, el país africano se ha preocupado en modernizar su infraestructura pública, porque ello permitirá que la inversión extranjera pueda desarrollarse de una mejor manera.
De acuerdo con cifras del Banco Central del Congo (BCC), en el 2018 dicho país tuvo un marcado crecimiento del 23.6% en su producción anual de cobre con respecto al año anterior, para lo cual tuvieron que generar un total de 1.2 millones de TMF.
Sin embargo, desde esa fecha hasta ahora, la mencionada producción ha ido en aumento, al punto que al cierre del 2022 ha casi igualado a la producción anual peruana que asciende a 2.4 millones de TMF.
Para el caso del Perú, según datos del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), la producción cuprífera fue de 2.43 millones de TMF en 2018, nivel que se ha mantenido casi invariable en los últimos seis años.