El carbonato de sodio y la falta de disposición de infraestructura logística para transportar esta materia prima a las minas son los desafíos que afronta el país a la hora de planear una proyección en el aumento de la capacidad productiva
SILVANA MONTALDO
“El litio ya no es la energía del futuro. Es la energía del presente”, dijo en su discurso el presidente Alberto Fernández, cuando visitó la obra en construcción de baterías de litio en la Universidad de La Plata. La Argentina cuenta con alrededor de 19 millones de toneladas de reservas de este mineral, después de Bolivia, con 21 millones sin proyectos desarrollados, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Sin embargo, el país carece de uno de los elementos clave para su explotación: la única empresa que produce en el país soda ash –un insumo fundamental para la extracción de este recurso– no llega a abastecer al mercado local, existen desafíos con su importación (desde Estados Unidos y China) y es deficiente la infraestructura necesaria para transportarlo a las minas. Esto crea un escenario que presenta dificultades y complica el desarrollo del sector, según los principales actores de la actividad.
El carbonato de sodio, comúnmente llamado soda ash (pero también conocido como soda Solvay), es un compuesto químico necesario que se necesita para precipitar el litio de la salmuera, como parte del proceso convencional de producción de carbonato de litio.
La Argentina tiene dos proyectos en funcionamiento, uno en Catamarca (Mina Fénix) y otro en Jujuy (Sales de Jujuy en el Salar de Olaroz). En ambos emprendimientos, la proyección es que la capacidad productiva de carbonato de litio supere las 242.000 toneladas para 2025.
Pero, más allá de ese objetivo, en el sector minero advierten por los obstáculos para alcanzar esa meta. La dependencia de un insumo importado que no se desarrolla en el mercado local con los estándares de calidad necesarios, además de la deficiente red de caminos, rutas y puentes en el país, son problemas que se suman al adverso contexto macroeconómico, con altas tasas de interés, inflación y restricciones a los flujos de capital.
El secretario de Minería e Hidrocarburos de Jujuy –donde se encuentra el proyecto minero Sales de Jujuy– , Miguel Soler, afirma que para mantener la calidad de este insumo y que no afecte el producto final “no se puede acumular inventario porque pierde la calidad”. Soler dice que ve como “una oportunidad para crear una industria local de soda ash, ya que, en los próximos años, los proyectos en construcción más los que están funcionando van a requerir mayores volúmenes de este insumo”.
“No basta con tener el mineral. También hace falta tener la infraestructura y los insumos claves. Las empresas inversoras consideran como un riesgo la importación de esta materia prima. Y los precios van a subir bastante a medida que más empresas de litio la requieran”, añadió Soler, responsable de Minería en Jujuy, una de las tres provincias (junto a Salta y Catamarca) con mayor desarrollo en el sector.
En la actualidad, los principales proveedores para la Argentina de soda ash son Estados Unidos y China, los dos mayores productores de este insumo a nivel mundial. Estados Unidos tiene una capacidad productiva de 12.000 millones de toneladas anuales, extraídas de minas, y China alcanza los 2100 millones de toneladas (el 20% de las producción es natural y el resto, sintética).
La Argentina tiene un consumo anual promedio de 67.580 toneladas de soda ash para la obtención de compuestos de litio, que implican un costo por importación directa de US$20,2 millones. La cantidad de importación de ese material que se destina al carbonato de litio representó el 34,18% de las importaciones.
Mario Capello, ex subsecretario de Minería de la Nación, sostuvo: “Si bien Álcalis S.A. (ALPAT) es la única productora de carbonato de sodio (soda ash), no puede abastecer a todo el mercado”. Esta firma, que tiene su planta en San Antonio Oeste (Río Negro), forma parte del grupo de compañías controlada por el empresario Cristóbal López.
Por otro lado, Miguel Soler agregó: “En Jujuy no se usa a la empresa ALPAT para este mineral, por un tema de calidad”. Según el funcionario, el insumo corre altos riesgos de contaminación por el polvo del ambiente que puede afectar al producto final.
El presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), Franco Mignacco, dijo: “La Argentina podría encontrar la forma de desarrollar su industria química, para abastecer el mercado del litio y otras industrias conexas. Para que se comprenda la importancia de esto, es interesante saber que el consumo de carbonato de sodio es uno de los indicadores que permiten medir el grado de industrialización de un país”.
El ejecutivo añadió que para aprovechar la ventana de oportunidad que ofrece este mineral, el país tiene que ser “capaz de brindar reglas claras y un marco fiscal estable y adecuado”.
Como otros productos o insumos importados, la soda ash también está afectada por las demoras provocadas por el nuevo esquema de gestión de las importaciones (SIRA) implementado por el Gobierno, ya que las empresas mineras debieron adaptarse a los retrasos adicionales por la aplicación del nuevo trámite burocrático para recibir la autorización de las importaciones y el giro de divisas correspondiente.
EL PROBLEMA DEL TRANSPORTE
En una conferencia del sector el año pasado, representantes de la compañía minera Eramine Sudamérica (Eramine), filial de la empresa minera francesa Eramet, que se dedica al desarrollo de los recursos de litio en el país, sacaron a luz que el principal desafío es la disponibilidad de 600 camiones de este insumo cada 10 días. Esta empresa se encuentra trabajando en una planta de producción de escala masiva de litio en Salta, que proyecta su finalización para 2024.
La empresa estadounidense Livent, que se encarga de la operación en Catamarca de Mina Fénix, ya anunció inversiones por US$ 1.100 millones. Entre el aumento en la producción estimado por ambas firmas en Catamarca y Jujuy, más los seis proyectos que todavía están en construcción, la extracción total de litio para 2030 sería de 246.500 toneladas anuales de carbonato de litio equivalente.
“En los propios salares, tanto Livent como Sales de Jujuy pretenden duplicar su producción a 20.000 a 40.000 toneladas por año. Hoy tienen la capacidad de elaboración de 40.000, han producido 33.000 en 2022″, dijo Capello, integrante del Grupo Sarmiento, una agrupación federal de profesionales mineros y también referentes del sector de Patricia Bullrich.
“Si ya estamos complicados para producir 33.000 toneladas, ni pensar ahora que se quiere producir 100/120 mil toneladas en los próximos dos años, teniendo en cuenta el problema que tenemos con la soda ash”, agregó el analista.
Para poder llegar a que estos números se cumplan, se necesita tener en cuenta que el insumo ingrese con mayor celeridad y en las cantidades necesarias. Según un informe de 2022 de la Secretaría de Minería, los reactivos como la soda ash representan el 40,9% de los costos de producción del litio.
“La Argentina tiene un consumo promedio de 67.580 toneladas de soda ash usadas en relación directa al litio, que implican un costo por importación directa de US$20,2 millones. De concretarse la producción estimada para 2030, y de mantenerse el precio promedio por tonelada del insumo, el costo por importación para satisfacer la demanda se ubicaría en torno a US$103 y US$147 millones”, plantea el estudio publicado en 2022 por la Dirección Nacional de Promoción y Economía Minera, Subsecretaría de Desarrollo Minero.