Las autoridades japonesas están promoviendo volver a la moda textil de los años 60 para evitar los apagones este invierno en el marco de la crisis energética a escala global.

Los jerséis de cuello alto "te harán sentir más caliente y evitarán que te resfríes, y también ayudará a ahorrar electricidad", dijo el pasado viernes la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, en una conferencia de prensa, luciendo precisamente una prenda de cuello vuelto.

El llamamiento a ponerse jerséis de cuello alto, también conocidos como 'de tortuga' o 'de cisne', que alcanzaron su apogeo en la década de 1960 tras ser adoptados por celebridades como Ted Kennedy o Elvis Presley, supone otra sacudida en pos del ahorro energético para la rígida cultura empresarial japonesa.

Los funcionarios se han apresurado a responder al desafío, y esta semana los medios locales muestran a los empleados del Gobierno Metropolitano de Tokio vistiendo jerséis con este cuello.

Esta medida forma parte de estrategias de mayor alcance denominadas Warm Biz (negocio cálido) y Warm Home (hogar cálido), que instan a los residentes de todo el país a apiñarse en una sola habitación cuando vean la televisión o a abstenerse de utilizar los calentadores de baño para reducir el consumo de energía.

Los gobiernos de todo el mundo están haciendo un llamamiento a los ciudadanos para que ahorren energía con el fin de evitar la escasez de combustible o el racionamiento, ya que el suministro mundial de gas natural y carbón se ha reducido tras la invasión de Rusia en Ucrania, que ha alterado los mercados.

Japón será este año el mayor comprador mundial de gas natural licuado, lo que le sitúa en competencia directa con sus rivales europeos en lo que respecta al combustible para calefacción.

El país asiático, que importa la mayor parte de sus necesidades energéticas, evitó por poco los apagones en Tokio a principios de año y se está preparando para una nueva restricción del suministro a medida que el clima se enfríe en los próximos meses.

Entre los países desarrollados, las autoridades japonesas han sido las que más han instado a los hogares y las empresas a consumir menos energía.

La conservación de la electricidad en Japón se conoce como setsuden, y la palabra se convirtió en un grito de guerra en la última década, después de que el desastre de Fukushima de 2011 cerrara los reactores nucleares del país y dejara la red en mal estado.