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INFORME
Minería y economía circular: Los desafíos en Chile, Perú y Colombia
PAÍS CIRCULAR/MINING PRESS

Se necesita avanzar aceleradamente hacia una minería sostenible que incremente, al mismo tiempo, sus beneficios sociales y ambientales para disminuir la fuerte tensión que hoy enfrentan los proyectos en la región

20/09/2022

Según cálculos del Banco Mundial, al año 2050 se requerirán más de 3.000 millones de toneladas de metales y minerales para transitar hacia el uso masivo de la energía eólica, solar y geotérmica, así como para el almacenamiento de energía (baterías), y poder lograr una reducción del incremento de la temperatura de la Tierra por debajo de los 2ºC, y cumplir así con los objetivos del acuerdo climático de París.

Se trata de una gran oportunidad, pero también un importante desafío para evitar que esta contribución climática sea mayor a sus eventuales impactos por el incremento de producción, para lo cual la minería debe avanzar decididamente en la reducción de su huella de carbono, hídrica y de materiales, y contribuir a la generación de valor económico, social y medioambiental.

La clave para ello, según el informe “El arribo de la economía circular a la minería primaria de Chile, Perú́ y Colombia”, elaborado por el Centro Tecnológico de Economía Circular (CircularTec) de Chile, está en la implementación de la economía circular en la minería.

Esto porque, utilizando un modelo restaurativo y regenerativo desde el diseño, permite desacoplar el crecimiento económico del uso de la energía y los recursos cerrando el ciclo de los materiales en el sistema económico, ayudando a avanzar en mitigación y adaptación. Y aplicar la economía circular en la minería tiene, además una importancia estratégica.

“Lo que podamos hacer en economía circular en la minería significa, en la práctica, que es el referente para cualquier otra industria”, afirma Andreé Henríquez, director ejecutivo de CircularTec y principal autor del estudio.

No obstante, el desafío no es sencillo. En primer lugar, porque la economía circular no es algo que esté extendido en el mundo. Según datos del último The Circularity Gap Report, en 2022 la circularidad del planeta alcanzó un 8.6%, una caída de un 5% respecto de 2019.

“Cuando uno ve este dato, lo que tiene que saber es que la economía circular es un proceso que recién comienza; que estamos de acuerdo en su importancia, pero ahora debemos pasar a la acción, más aún en la industria minera por su importancia estratégica en el desarrollo de los países andinos como Chile, Perú y Colombia”, dice Henríquez.

Según datos del BID, se necesitarán 3.000 millones de toneladas de minerales para la descarbonización de la economía global, lo que para América Latina y el Caribe significa ingresos por más de US$ 50.000 millones por año hasta el 2050.

Eso es desde el punto de vista de la oportunidad económica. “Desde el lado de la responsabilidad -dice Henríquez-, la industria minera debe ser capaz de impulsar el tránsito hacia las energías limpias del planeta con un modelo de desarrollo sustentable, reduciendo sus emisiones de carbono y el uso de recursos cada vez más escasos. Y agreguemos otro factor; la legitimidad de la minería en nuestras sociedades no es la más alta. Por lo tanto, la responsabilidad también tiene que ver con el futuro del negocio. Las discusiones constitucionales que estamos viviendo, las fuertes presiones sociales y conflictos son un indicador que debemos hacer un esfuerzo de transformación como nunca antes. Hoy podemos ver una ambigüedad: por un lado, sabemos que económicamente nuestro futuro va a estar ligado a la minería, que somos países mineros, pero por otro lado somos altamente críticos con esta industria y su forma de producción. La economía circular es un medio que nos ayuda a resolver esta ambigüedad”.

En ese escenario, el estudio de CircularTec analizó el contexto actual, las oportunidades y las barreras existentes para la implementación de la economía circular en la minería en estos tres países andinos.

En lo que respecta al contexto, a nivel global se encuentran los desafíos de mitigación y adaptación al cambio climático; el rol que los minerales jugarán en ello -energías limpias, electromovilidad, smart cities, etc.-; los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como eje orientador de la acción; el auge de la industria 4.0 como fuente de generación de valor económico, ambiental y social; las nuevas exigencias a las exportaciones desde países que están impulsando la transición hacia el crecimiento verde; y el potenciamiento de los escenarios locales en contextos globales (glocal), impulsado por la crisis de suministros tras la pandemia.

A nivel regional (Chile, Perú y Colombia), en tanto, existe un escenario de inestabilidad política y de cambios en las coaliciones gobernantes; nuevas prioridades regionales surgidas tras la pandemia por Covid-19 y la crisis económica; y un bajo nivel de inversión en ciencia, tecnología e innovación. Y en cuanto a la industria en sí, el escenario actual pasa por una pérdida progresiva de su legitimidad social; a la vez, una mayor aceptación de la idea de Valor Compartido, y la relevancia de apoyar el desarrollo de una industria local para el impulso de procesos mineros circulares.

Todos estos conceptos, desde lo global hasta el desarrollo de la industria propiamente tal, están relacionados. Y en ese marco el estudio trabajó en la detección de las barreras o brechas existentes para la implementación de la economía circular en la minería. Estas surgieron de un trabajo de talleres y entrevistas en profundidad con actores relevante de la industria en los tres países.


LOS DESAFÍOS PARA CIRCULARIZAR LA MINERÍA
El estudio de CircularTec identifica un total de 10 desafíos principales para implementar la economía circular en la industria minera que permitan generar valor sostenible. Entre los principales, es la existencia en la industria de una mentalidad conservadora -a nivel público y privado- para liderar procesos de transformación organizacional.

“La industria minera ha estado operando de la misma manera, en términos de procesos, desde hace 40, 60 o más años. Cuando tratas de llevar este tipo de iniciativas en torno a la circularidad a todos los niveles cuesta, porque todo el mundo está asociado al cumplimiento de metas que son productivas, y están asociadas a las toneladas de cobre que sacan a final de mes, o a las toneladas producidas por año”, dice uno de los actores de la industria entrevistados en Chile.

Para Andreé Henríquez, esto muestra la existencia de un path dependence, o dependencia del camino, que debemos cambiar. “¿Por qué hacer distinto algo que hacemos bien?¿Por qué tenemos que cambiar a la circularidad? Porque la circularidad hay que leerla desde los elementos entorno, y no solo desde los internos de la minería. Ninguna industria está en el vacío, y debe entender como los actores leen su comportamiento y le entregan o no legitimidad. Por ejemplo, la comunidad no evalúa el grado de eficiencia productiva, eso le podrá importar a los ejecutivos e inversionistas, pero no a las comunidades que están más preocupadas del uso del agua. Si logramos demostrar que nuestros esfuerzos como industria en eficiencia hídrica pueden generar un beneficio a la comunidad, ganaremos legitimidad; pero si solo lo asociamos a nuestros costos, no tendrá relevancia para otros actores”, dice el director ejecutivo de CircularTec.

“Asimismo -agrega-, al gobierno y sus políticas públicas les importará por un lado la contribución que la industria hace a los ingresos fiscales y los niveles de estabilidad política en las zonas donde se opera, entre otros. No necesariamente si hacemos más circulares los revestimientos del molino SAG, pero sí le importará que a partir de este cambio disminuyamos nuestra huella de carbono como país. Por lo tanto, la economía circular debe leerse desde las nuevas expectativas y obligaciones que la industria debe cumplir si quiere ser un actor valorado y legitimado socialmente en la adaptación y mitigación, tanto a nivel nacional e internacional frente al cambio climático”, agregó. 

Este mindset tradicional se basa en tres elementos fundamentales, agrega. El primero es que los proyectos mineros que han sido diseñados sin la existencia de un marco de economía circular. “Por lo tanto -explica- hay que repensar muchos elementos. De ahí que es más fácil responder desde el borde y hacerse cargo, por ejemplo, del desecho a partir del reciclaje, porque eso no compromete al core del negocio. Pero hay cambiar el mindset: cómo la economía circular es un nuevo modelo de negocio para mi industria, es la pregunta fundamental, no cómo la economía circular me resuelve el problema del desecho”.

El segundo elemento es el aseguramiento de la producción y resultados como orientación principal: “aunque es cierto que cualquier empresa, empresario o emprendedor, tiene que asegurar su producción y sus retornos, no puede ser el único indicador. Sabemos hace mucho que debemos profundizar nuestro trabajo en el uso de indicadores sociales y medioambientales que permita medir nuestra contribución a la sociedad” plantea Henríquez.

Y el tercero son los procesos productivos estandarizados, con una fuerte dependencia tecnológica internacional. “Cambiar el mapa tecnológico de una industria con la envergadura de la minería es muy difícil. Además, nuestros países poseen una debilidad estructural I+D+i para ser competitivos con la industria internacional, lo que se grafica en el 0,36% del PIB en inversión en ciencia y tecnología en Chile, que es más alto que Perú y Colombia, pero muy atrás de los países de la OCDE. Este es un gran desafío, porque si queremos hacer de la economía circular nuestro modelo, necesitamos innovaciones tecnológicas importantes en toda la cadena de valor; en mi opinión no existe posibilidad de avanzar en economía circular en las industrias sin innovación tecnológica”, plantea.

Otra brecha importante es la falta de incentivos legales para impulsar la economía circular en la industria. “Hay que modificar las leyes e instructivos que no permiten que podamos utilizar los residuos masivos para hacer cruces entre industrias, o simbiosis industrial. Si nosotros queremos ocupar los desechos de relaves, necesitamos leyes e instructivos claros que permitan mover esos insumos -porque serían insumos y no desechos- a otra industria. Y por lo tanto, eso significa cambios legales”, dice Henríquez.

Esto implica avanzar en una articulación normativa que además esté apegada a la realidad nacional, evitando el “copiar y pegar” leyes extranjeras que no responden a las realidades nacionales.

“No somos Suecia, no somos Alemania, no somos España. Somos Chile, Perú, Colombia, América Latina. ¿Significa tener leyes más pobres? No, significa tener leyes que respondan al contexto y a los desafíos que se tienen en esta materia”, plantea Henríquez.


FORTALECER LA CADENA DE PROVEEDORES LOCALES, E INVERSIÓN EN I+D+I
A esto se suma otro desafío, que es fortalecer la cadena de proveedores locales, aspecto clave tanto para los desafíos de cambio climático como para el desarrollo de los territorios si se consideran las emisiones de alcance 3.

“La industria tiene el desafío de avanzar hacia la circularidad en una cadena de valor que combina proveedores internacionales de gran tamaño, donde la economía circular ya es parte de sus estrategias globales, con proveedores locales de distinto tipo, tamaño, capacidad financiera, competencias técnica, entre otros, plantea el estudio”, dice Henríquez.

A su juicio, “la gran corporación minera tiene las condiciones financieras, las capacidades y experiencia para poder hacer procesos transformadores, pero eso no es fácil a nivel de pequeñas y medianas empresas locales. Por lo tanto, tenemos que poner a disposición los incentivos para que esa transformación ocurra en ese nivel, tanto con las empresas que ya existen como en la creación de nuevas que incorporen el modelo de circularidad”.

Estos incentivos, agrega, serán una mezcla entre los que entregue la propia industria -como lo que hizo Collahuasi con la modificación de sus contratos de proveedores- e incentivos del tipo Corfo, para  fortalecer las capacidades de estas empresas, los cuales deberán ser más robusto y de largo plazo si queremos lograr dicha transformación.

Por otra parte, avanzar hacia la circularidad de la industria es entender que nuevos actores empresariales entrarán en la cadena de valor y exigirán otros esfuerzos cooperativos. “Por ejemplo -dice Henríquez-, está la aplicación de la Ley REP en neumáticos. Los neumáticos no son un negocio de la industria minera, y su reciclaje tampoco. Por lo tanto, requiere un vínculo con otras industrias que los van a procesar, y ellos tienen que hacer un vínculo con quienes van a utilizar el producto que salga de ahí. El pellet, por ejemplo. Por lo tanto, necesitamos asegurar flujos de materiales para que esos encadenamientos productivos funcionen. No basta solo con los stocks que están guardados. Los contratos, para que la economía circular funcione, van a tener que ser de mediano y largo plazo, y desarrollar mercados para que esto pueda suceder  incluso pensado a nivel internacional, porque no tendremos la capacidad de consumir completamente lo que reciclemos a nivel interno”.

Estos escenarios de economía circular, agrega, tienen además otras ventajas: “Cuando como industria apoyamos el desarrollo local y lo hacemos desde la circularidad, la legitimidad social va a tender a aumentar y vamos a ser valorados en las mismas comunidades. Con el mismo ejemplo de los neumáticos podemos entenderlo. Si nuestras plantas de reciclaje se instalan en Santiago o lejos de las faenas, nuestra huella de carbono será enorme transportando los neumáticos y, además, no aportaremos al desarrollo local; por lo tanto, lo más lógico es que estás actividades se instalen cerca de las faenas y generen empleo de calidad a las comunidades locales. Sin duda que no tenemos ninguna obligación de hacer este cambio, y seguramente podremos seguir funcionando como industria, pero vamos a quedar absolutamente aislados y con menor legitimidad en nuestras sociedades”.

Otro de los desafíos que aparecen como altamente relevantes es el desarrollo de I+D+i nacional, que requiere de un importante trabajo entre la industria, academia y Estado para pensar estratégicamente el desarrollo de la innovación nacional orientada a la generación de triple valor.

“Si tenemos una economía que es fundamentalmente minera, pongamos el acento en esta área, en cómo transformar la minería hacia el desarrollo sostenible de la mano de la economía circular y la innovación tecnológica nacional. Industria, academia y Estado son actores que deben tener un mismo objetivo, que es impulsar una industria nacional sustentable, pero para eso necesitamos I+D+i, no existe otra forma. Pero para eso tenemos que literalmente meternos la mano al bolsillo e invertir, aunque sea riesgoso”, dice Henríquez.

Además, agrega, “hablamos de industria 4.0 y minería ¿qué es eso? Innovación. Hablamos de mejorar la eficiencia hídrica ¿qué es? Innovación. Hablamos de electromovilidad, ¿qué es eso? Innovación. Por lo tanto, lo que tenemos que lograr es invertir de forma importante en innovación local para desarrollar nuestra industria con beneficio para nuestro propio país. Tenemos que pensar que no existe una tecnología que se llame economía circular, economía circular es un marco de trabajo, y las innovaciones son específicas pero con una orientación estratégica de país”, afirma Henríquez.


¿CÓMO AVANZAR EN LA IMPLEMENTACIÓN DE LA ECONOMÍA CIRCULAR EN LA MINERÍA DE LA REGIÓN?
“Desde América Latina -dice Andreé Henríquez- necesitamos tener una agenda común, y eso nos vincula a todos con objetivos y metas claras de circularidad en nuestra industria. Inevitablemente tenemos que ponernos de acuerdo, hay que aprender a cooperar y competir en este proceso. Fortalecer nuestros sistemas de I+D+i en América Latina y nuestros sistemas de información respecto de la economía circular en la industria, y esto es válido también para nuestras economías y nuestros países. Y establecer sistemas de certificación y trazabilidad; este punto es clave, muchos van a decir que hacen economía circular, pero pocos probablemente la hagan, y eso hay que evitarlo porque genera un costo altísimo para el propio proceso”.


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