La Organización Meteorológica Mundial presenta el informe "El estado del clima en América Latina y el Caribe"
ANAHÍ ABELEDO
La deforestación aumenta, los glaciares perdieron el 30% de superficie en las últimas 5 décadas y la magasequía de la zona central de Chile es la más prolongada del último milenio. Las olas de calor y frío y los eventos extremos se suceden con mayor frecuencia causando la pérdida de cientos de vidas humanas. El nivel del mar aumenta a un ritmo más rápido que en el resto del mundo. No es bueno el pronóstico para América Latina y el Caribe si las cosas siguen como hasta ahora y a menos que un timonazo cambie radicalmente las políticas públicas.
En el informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) titulado "El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021"se exponen las repercusiones de estos cambios en los ecosistemas, la seguridad alimentaria e hídrica, la salud de las personas y la lucha contra la pobreza.
El informe se presentó el 22 de julio de 2022, en Cartagena, en una conferencia técnica para América del Sur organizada por la OMM con la CEPAL.
Los fenómenos meteorológicos extremos y los impactos del cambio climático, como la megasequía, las precipitaciones extremas, las olas de calor terrestres y marinas y el deshielo de los glaciares, están afectando a la región de América Latina y el Caribe, desde la Amazonia hasta los Andes y desde las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico hasta las zonas más recónditas de la Patagonia.
“Desafortunadamente, los riesgos hidrometeorológicos —como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas— han causado la pérdida de cientos de vidas, han ocasionado graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras y han provocado desplazamientos de población”, dijo el Secretario General de la OMM, profesor Petteri Taalas.
“Se prevé que la creciente subida del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo, la salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de América Central", dice Taalas.
Para muchas ciudades andinas, el deshielo de los glaciares representa la pérdida de una importante fuente de agua dulce para uso doméstico, riego y generación de energía hidroeléctrica.
En América del Sur, la continua degradación de la pluviselva amazónica sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación tanto para la región como para el clima a escala mundial, por su función en el ciclo del carbono.
“El agravamiento del cambio climático y los efectos combinados de la pandemia de COVID-19 no solo han afectado a la biodiversidad de la región, sino que también han estancado décadas de progreso contra la pobreza, la inseguridad alimentaria y la reducción de las desigualdades en la región”, señaló el doctor Mario Cimoli, de la CEPAL.
LAS TEMPERATURAS
A pesar de haber sido más frío que los últimos años a raíz de la influencia de un episodio de La Niña de intensidad moderada, el año 2021 se situó, según seis conjuntos de datos, entre el sexto y el décimo más cálidos en México y América Central, entre el séptimo y el decimoséptimo más cálidos en el Caribe, y entre el sexto y el decimosexto más cálidos en América del Sur.
Diferencia de la temperatura media anual mundial respecto de las condiciones preindustriales (1850-1900) en seis conjuntos de datos de temperaturas mundiales: HadCRUT5, NOAAGlobalTemp, GISTEMP, Berkeley Earth, ERA5 y JRA55.
La tendencia al calentamiento en América Latina y el Caribe continuó en 2021. La tasa media de aumento de las temperaturas en la región fue de aproximadamente 0,2 °C por década entre 1991 y 2021, en comparación con los 0,1 °C por década registrados entre 1961 y 1990.
La tasa de calentamiento en México y América Central (0,27 [0,22 a 0,30] °C por década) sugiere que las temperaturas en esta subregión probablemente se hayan incrementado más rápido entre 1991 y 2001 que en el Caribe y en América del Sur, donde las temperaturas aumentaron 0,24 [0,19 a 0,30] °C y 0,23 [0,21 a 0,26] °C por década, respectivamente.
Las temperaturas medias en 2021 fueron 0,97 [0,87 a 1,08] °C6, 0,68 [0,56 a 0,79] °C y 0,69 [0,50 a 0,83] °C superiores a la mediade 1961-1990 en México y América Central, el Caribe y América del Sur, respectivamente.
El uso de 1981-2010 para calcular las anomalías de temperatura ofrece una referencia más reciente para el monitoreo y aplicaciones climáticas operacionales en diversos sectores, como la planificación de la adaptación y la toma de decisiones.
Las temperaturas medias fueron 0,59 [0,49 a 0,70] °C, 0,35 [0,26 a 0,48] °C y 0,36 [0,21 a 0,45] °C superiores a la media de 1981-2010 en México y América Central, el Caribe y América del Sur, respectivamente.
LOS INCENDIOS
Número de incendios activos detectados por el satélite MODIS-AQUA en Sudamérica en 2021, por país o territorio, representados en escala logarítmica
En la mayoría de las zonas terrestres de la región, las temperaturas anuales fueron más cálidas que la media de 1981-2010.
Se registraron anomalías de entre +1 °C y +3 °C en la región central de México, la península de Yucatán, Guatemala, Honduras y El Salvador , y de +0,5 °C en Nicaragua, mientras que se registró un enfriamiento relativo en Costa Rica y Panamá.
En el Caribe, se registraron anomalías positivas de la temperatura en la República Dominicana, Jamaica y las pequeñas islas del Caribe.
En América del Sur, las anomalías de temperatura por encima de lo normal prevalecieron en todo el continente,con valores de entre +1 °C y +2 °C en el noreste del Brasil, Colombia, el centro del Brasil, el centro de Chile y el centro y sur de la Argentina.
También se registraron anomalías de +0,5 °C en la Amazonia central, el norte de la Argentina, el Paraguay y el Perú.
Se observaron anomalías negativas de la temperatura en el extremo norte de la República Bolivariana de Venezuela, Guyana, el noreste de Chile, el oeste del Uruguay y el extremo norte del Brasil.
PRECIPITACIONES, GLACIARES Y NIVEL DEL MAR
En América del Sur se registraron anomalías de precipitación de entre un 20 % y un 60 % por debajo de lo normal en la región central y meridional de Chile, y de entre un 30 % y un 50 % por debajo de lo normal en los Andes suroccidentales del Perú.
En la cuenca del Paraná-Plata en el sureste del Brasil, el norte de la Argentina, el Paraguay y el Uruguay predominaron las precipitaciones por debajo de lo normal, lo que indica un monzón de América del Sur tardío y débil.
En la región semiárida del noreste del Brasil y la costa caribeña de la República Bolivariana de Venezuela predominaron las condiciones de precipitación por debajo de lo normal.
En cambio, la parte occidental de Colombia, la Amazonia central, la Guayana Francesa, Suriname y Guyana registraron precipitaciones superiores a lo normal durante el año.
Parte de la distribución de la precipitación observada se ajustaba a la distribución típica asociada a las condiciones de La Niña verificado durante la mayor parte de 2021.
Los glaciares de los Andes tropicales han perdido, al menos, un 30 % de su superficie desde la década de 1980, y presentan una tendencia negativa en cuanto a su balance de masas de −0,97 m de equivalente en agua al año durante el período de monitoreo (1990-2020).
Algunos glaciares del Perú han perdido más del 50 % de su superficie.
En los Andes de Chile y la Argentina, los glaciares también han retrocedido durante décadas, con una tasa diferencial de alrededor de −0,72 m de equivalente en agua al año para el período 2004-2021 en los Andes secos, y de −0,56 m de equivalente en agua al año de 1976 a 2021 en los Andes meridionales.
Reducción de la superficie de los glaciares de los Andes del Sur
Estas tasas observadas de pérdida de masa de los glaciares figuran entre las tasas de pérdida de masa regionales más altas a nivel mundial.
El retroceso de los glaciares y la correspondiente pérdida de masa de hielo han agravado el riesgo de escasez de agua para la población y los ecosistemas andinos.
El nivel del mar en la región continuó subiendo a un ritmo más rápido que a escala mundial, sobre todo a lo largo de la costa atlántica de América del Sur al sur del ecuador (3,52 ± 0,0 mm por año, de 1993 a 2021) y en el Atlántico norte subtropical y el golfo de México (3,48 ± 0,1 mm por año, de 1993 a 1991).
El incremento del nivel del mar amenaza a un porcentaje muy importante de la población que se concentra en las zonas costeras, ya que contamina los acuíferos de agua dulce, erosiona las costas, inunda las zonas de baja altitud y aumenta el riesgo de mareas de tempestad.
MEGASEQUÍA, HURACANES Y DEFORESTACIÓN
La “megasequía” que castiga la zona central de Chile prosiguió en 2021, en su decimotercer año hasta la fecha, lo que la convierte en la más prolongada que afecta a la región en el último milenio, agravando una tendencia al aumento de la sequedad y poniendo a Chile a la cabeza de la crisis hídrica de la región.
Además, una sequía plurianual en la cuenca del Paraná-Plata, la peor desde 1944, afectó al centro-sur del Brasil y a partes del Paraguay y del Estado Plurinacional de Bolivia.
En la cuenca del Paraná-Plata, los daños a la agricultura causados por la sequía redujeron las cosechas, en especial las de soja y maíz, y ello afectó a los mercados agrícolas mundiales.
En el conjunto de América del Sur, las condiciones de sequía provocaron un descenso del 2,6 % en la cosecha de cereales de 2020/2021 con respecto a la temporada anterior.
La temporada de huracanes del Atlántico de 2021 fue la tercera más activa de la que se tiene constancia en esa cuenca, al haberse registrado 21 tormentas con nombre (incluidos siete huracanes), y fue la sexta temporada consecutiva de huracanes en el Atlántico por encima de lo normal. Algunas de estas tormentas afectaron directamente a la región.
En 2021, las precipitaciones extremas —que acumularon valores sin precedentes en muchos lugares— ocasionaron crecidas y deslizamientos de tierra.
Se produjeron importantes pérdidas, y en particular cientos de víctimas mortales, decenas de miles de viviendas destruidas o dañadas y cientos de miles de desplazados.
Las crecidas y los deslizamientos de tierra en los estados brasileños de Bahía y Minas Gerais provocaron unas pérdidas estimadas en 3.100 millones de dólares de los Estados Unidos.
Tasa anual de deforestación en la Amazonía brasileña de 2008 a 2021. Fuente: PRODES-INPE79 -Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.
La deforestación en la pluviselva amazónica brasileña se duplicó con respecto al promedio de 2009-2018 y alcanzó su nivel más alto desde 2009. En 2021 se perdió un 22 % más de superficie forestal que en 2020.
CONSECUENCIAS EN LA POBLACIÓN
Un total de 7,7 millones de personas en Guatemala, El Salvador y Nicaragua experimentaron altos niveles de inseguridad alimentaria en 2021, a lo que contribuyeron factores como el efecto continuado de los huracanes Eta e Iota de finales de 2020 y las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19.
Los Andes, el noreste del Brasil y los países del norte de América Central son algunas de las regiones más sensibles a las migraciones y los desplazamientos motivados por casusas climáticas, fenómenos que han aumentado en los últimos ocho años.
Las migraciones y los desplazamientos de población tienen múltiples causas. El cambio climático y los fenómenos extremos asociados son factores amplificadores que agravan problemas sociales, económicos y medioambientales.
Fotografía de un dron de una gran capa de sargazo cerca de Silk Cayes, Belice, 4 de septiembre de 2018. Crédito de la foto: Tony Rath. Fuente: PNUMA-CEP, 2022
América del Sur es una de las regiones con mayor necesidad documentada de reforzar los sistemas de alerta temprana.
Los sistemas de alerta temprana de peligros múltiples son instrumentos fundamentales para lograr una adaptación eficaz en zonas expuestas a los fenómenos meteorológicos, hidrológicos y climáticos extremos.
LO QUE MÁS PREOCUPA Y LO QUE FALTA CONOCER
En el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se muestra el modo en que la configuración de las precipitaciones está cambiando, las temperaturas están aumentando y algunas zonas están experimentando cambios en la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias fuertes.
Los dos grandes océanos que flanquean el continente (el Pacífico y el Atlántico) se están calentando y acidificando como consecuencia del dióxido de carbono, al mismo tiempo que el nivel del mar también está aumentando.
Desafortunadamente, se prevé un agravamiento de los impactos en la región, ya que la atmósfera y el océano siguen cambiando rápidamente.
El suministro de alimentos y agua se verá alterado. Pueblos y ciudades, así como la infraestructura necesaria para mantenerlos, estarán expuestos a riesgos cada vez mayores.
La salud y el bienestar de las personas se verán afectados negativamente, al igual que los ecosistemas naturales.
Las condiciones de sequía probablemente se intensificarán en la Amazonia, el noreste del Brasil, América Central, el Caribe y algunas partes de México, mientras que los efectos de los huracanes podrían aumentar en América Central y el Caribe.
El cambio climático está amenazando sistemas vitales de la región, como los glaciares de los Andes, los arrecifes de coral de América Central o la selva amazónica, cuya situación está cerca de ser crítica y corren el riesgo de presentar daños irreversibles.
Las zonas más afectadas por el aumento del nivel del mar, Centroamérica.
Además de los impactos de la pandemia de COVID-19, en la región de América Latina y el Caribe se produjeron 175 desastres durante el período 2020-2022, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). De ellos, el 88 % se debieron a causas meteorológicas, climatológicas o hidrológicas.
Esos peligros fueron la causa del 40 % de las muertes registradas debidas a desastres y del 71 % de las pérdidas económicas.
Es de vital importancia reforzar la cadena de valor de los servicios climáticos en todos sus eslabones, incluidos:
+ Sistemas de observación
+ Datos y su gestión
+ Mejora de los pronósticos
+ Servicios meteorológicos
+ Escenarios climáticos
+ Proyecciones
+ Sistemas de información climática
Para reducir los efectos adversos de los desastres de índole climática, gestionar recursos y mejorar resultados se necesitan servicios climáticos, sistemas de alerta temprana de extremo a extremo e inversiones sostenibles, pero todavía no se han desplegado adecuadamente.