En América Latina los principales exportadores de cobre son Chile y Perú; al disminuir su demanda, aumenta la inquietud sobre una caída de la actividad industrial global
CECILIA BARRÍA
El temor a una recesión económica global está golpeando el precio del cobre, un metal que los economistas usan como un indicador del rumbo económico mundial.
La caída de su precio (cercana a un 30% desde su máximo en marzo) podría “adelantar” lo que se viene a futuro, porque el cobre se utiliza en tantas industrias que cuando disminuye su demanda, aumenta la inquietud sobre una caída de la actividad industrial global.
El cobre es un metal indispensable en el sector energético, el transporte, las redes eléctricas, las telecomunicaciones, la construcción, la salud y en todos los dispositivos tecnológicos que usamos a diario, como celulares y computadoras.
Como este metal permite a los expertos hacer proyecciones sobre la actividad industrial, se lo ha bautizado como “Dr. Copper”. “Dr. Copper está en el hospital”, ha señalado Ben Laidler, Estratega de Mercados Globales de la consultora eToro.
“Los precios del cobre se han desplomado en un tercio desde su máximo de marzo, el doble de la caída más amplia de los productos básicos, bajo el peso de los crecientes temores de recesión, una recuperación china en dificultades y el repunte del dólar estadounidense”, dijo Laidler a BBC Mundo. Pese a lo anterior, agrega, “las perspectivas a largo plazo siguen siendo optimistas”.
En América Latina los principales exportadores de cobre son Chile y Perú, países que generan el 40% de la producción mundial. Y como el metal ha llegado a su precio más bajo en cerca de 20 meses, existe preocupación en esos países por el impacto que puede tener el desplome en sus economías.
Las siguientes son tres razones que ayudan a explicar la caída del metal rojo en el mercado internacional.
1. VIENTOS DE RECESIÓN
Los operadores de mercado están anticipándose a tiempos difíciles. En la actual coyuntura, uno de los principales temores es que una potencial recesión en Estados Unidos termine arrastrando a buena parte de la economía mundial.
“Esas expectativas provienen de la dificultad que han tenido las autoridades para maniobrar en un ambiente de alta inflación y bajo crecimiento”, explica Juan Carlos Guajardo, fundador y director ejecutivo de la empresa de análisis estratégico Plusmining y ex director de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
El aumento en las tasas de interés es una herramienta utilizada para controlar la inflación, pero tiene un costo: disminuye el crecimiento.
Es por eso que Estados Unidos y muchos otros países están en la disyuntiva de qué hacer para detener el aumento en el costo de vida y, al mismo tiempo, apuntalar el crecimiento económico.
Por ahora, se espera que la Reserva Federal (equivalente al Banco Central de otros países) siga aumentando las tasas de interés (el costo del dinero) durante este año.
A este escenario se suma la crisis energética en Europa (derivada de la guerra en Ucrania), que complica aún más las perspectivas para este 2022.
2. DESACELERACIÓN DE LA ECONOMÍA CHINA
El segundo trimestre no fue bueno para la economía China. Los indicadores que reflejan la salud económica del gigante asiático mostraron los efectos de las políticas restrictivas de Covid cero aplicadas por el gobierno de Xi Jinping.
El Producto Interno Bruto (PIB) creció apenas 0,4%, su ritmo más lento en dos años y medio. Los estrictos confinamientos en distintas partes del país, y particularmente en Shanghái -el corazón financiero donde se ubica el mayor puerto de mercancías del mundo-, le pasaron la factura.
El impacto negativo de esta política sobre elas exportaciones y el consumo precipitó una desaceleración que venía afectando a la economía china.
Además, persisten las dudas sobre el impacto que puede tener la crisis del mercado inmobiliario y cómo puede afectar la fortaleza del dólar.
3. IMPACTO DE LOS CICLOS INDUSTRIALES Y DE ALMACENAMIENTO
“La demanda por bienes durables ha empezado a relajarse”, comentó Guajardo en diálogo con BBC Mundo.
Hablamos de bienes que una vez adquiridos, se pueden utilizar un gran número de veces a lo largo del tiempo, es decir, no se consumen rápidamente. Entre ellos, automóviles, muebles, electrodomésticos o viviendas.
Por otro lado está el ciclo de almacenamiento que se refiere a la cantidad de inventario que tienen las empresas.
El inicio de la guerra en Ucrania hizo que crecieran los inventarios ante el temor de que el conflicto bélico pudiese tomar grandes dimensiones. Básicamente, cuando hay miedo, guardas.
“Pero como ahora las perspectivas apuntan a que la guerra será un conflicto de largo plazo, muchos buscan disminuir sus inventarios”, apunta el economista.
Otro factor relevante es que los fondos de inversión que manejan gigantescos capitales están con “posiciones cortas muy elevadas”, algo que en la práctica significa que apuestan por precios del cobre más bajos en comparación a lo que está ocurriendo con otras materias primas.
LA INCERTIDUMBRE
Aunque el precio del cobre ha caído cerca de 30% en los últimos meses (con un desplome más fuerte a partir de junio), los expertos creen que, mirando hacia fin de año, es probable que el precio promedio sea positivo.
Todo depende de la evolución de la economía internacional porque es imposible predecir con exactitud qué tanto EE.UU.: subirá las tasas de interés, cuánto se contraerá China, qué pasará con la crisis energética en Europa y si se cumplirán los pronósticos de una recesión.
No ayuda tampoco la gran fortaleza del dólar frente a muchas divisas en el mundo, algo que también está afectando duramente a las monedas latinoamericanas, especialmente en países como Argentina, Chile y Colombia.
En el largo plazo, señalan los expertos, se espera que exista una mayor demanda del metal rojo en el contexto de la transición energética hacia el uso de energías renovables que requieren un uso intensivo de cobre, gracias a su combinación única de alta conductividad y costo relativamente bajo.