El viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, afirmó que los planes occidentales de poner un tope al precio del petróleo que exporta para recortar los ingresos del país no surtirán efecto. Además, el país tomó el control del Sakhalin-2, uno de los proyectos de gas y petróleo más grandes del mundo. ¿Cómo podría empezar a usar el petróleo como un arma y cómo afectaría a los mercados?.
"Los planes de crear un 'anticártel' fracasarán. Hallaremos alternativas, medios para garantizar los ingresos", dijo Riabkov a un grupo de periodistas, citado por la agencia Interfax.
Agregó que el gobierno "se ocupa intensamente" de este asunto, tanto a nivel de órganos federales del Ejecutivo como en el ámbito empresarial.
"No vemos ningún problema. Se trata de un elemento más de la guerra psicológica, de la guerra híbrida, en la imaginación febril de quienes desataron la guerra para destruir Rusia", aseguró Riabkov.
Destacó que "los intentos de dirigir los mercados, de imponer a los mercados sus ideas de lo que es bueno y lo que es malo, se convierten en el eje de la política del grupo occidental".
El viceministro añadió que, aunque todo esto es de lamentar, Moscú constata que el "mundo multipolar ya es una realidad y afortunadamente en la economía mundial no todo depende de un grupo de Estados que se creen los rectores del mundo".
El pasado 28 de junio los líderes del G7 plantearon la posibilidad de prohibir el transporte del petróleo ruso a menos que su venta respete un precio máximo acordado con los socios internacionales, según informó EFE.
"Sobre el petróleo consideramos diversas opciones incluida la posibilidad de una prohibición total de servicios que permitan el transporte de petróleo y derivados del petróleo rusos a nivel mundial", dice el comunicado conjunto del G7 tras la cumbre celebrada en Elmau (Sur de Alemania).
Esa prohibición no se implementaría, según el comunicado, en caso de que "el petróleo se compre a un precio acordado con los socios internacionales o por debajo de éste".
La medida apunta a reducir los ingresos petroleros de Rusia, con los que según Ucrania y su aliados occidentales Moscú financia su "operación militar especial" en el territorio ucraniano".
RUSIA TOMÓ EL CONTROL DEL SAKHALIN-2
Rusia tomó el control de un importante proyecto de petróleo y gas en el que la empresa británica Shell tiene una participación del 27,5% y las japonesas Mitsui y Mitsubishi otro 22,5%. Hacia fines de la semana pasada, el presidente ruso Vladimir Putin firmó un decreto para hacerse cargo del Sakhalin-2, en una medida que afecta especialmente a Japón.
La medida podría obligar a Shell, Mitsui y Mitsubishi a abandonar sus inversiones a medida que se extienden las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania. El gigante petrolero Shell dijo: “Estamos al tanto del decreto y estamos evaluando sus implicaciones”, según informó BBC Mundo.
El decreto decía que una nueva empresa se haría cargo de todos los derechos y obligaciones de Sakhalin Energy Investment. Shell señaló en febrero que vendería sus inversiones rusas debido al conflicto en Ucrania, incluida la instalación insignia de Sakhalin-2 en el lejano oriente de Rusia.
La empresa indicó en abril que salir de Rusia significaría un golpe de US$ 4.600 millones. El proyecto, que abastece alrededor del 4% del mercado mundial actual de gas natural licuado (GNL), es 50% propiedad de Gazprom y está operado por ésta. Según el decreto, Gazprom mantendrá su participación, pero otros accionistas deben solicitar al gobierno ruso una participación en la nueva empresa en el plazo de un mes.
El gobierno decidirá entonces si les permite mantener una participación. Shell ha estado en conversaciones con compradores potenciales de su participación en el proyecto, incluidos algunos de China e India, según informes anteriores de The Daily Telegraph y Reuters.
El presidente ejecutivo de la firma, Ben van Beurden, dijo el miércoles que Shell estaba “haciendo un buen progreso” en su plan para salir de la empresa conjunta. “No puedo decirles exactamente dónde estamos porque es un proceso comercial, así que tengo que respetar la confidencialidad, pero puedo decirles que cuando recibí una actualización la semana pasada, estaba muy satisfecho de dónde estamos”, señaló.
Esto parece ser un movimiento profundamente político. Es probable que el impacto se sienta más profundamente en Japón, que ha estado muy involucrado en las sanciones contra Rusia. Tres empresas extranjeras tienen participaciones significativas en Sakhalin-2: Shell, Mitsui y Mitsubishi.
Pero Shell ya canceló el valor de sus activos rusos y dijo que abandonará el país. Mientras tanto, Japón depende en gran medida de las importaciones de gas natural licuado. La competencia por los envíos a nivel mundial es actualmente intensa, y el proyecto Sakhalin por sí solo satisface actualmente alrededor del 8% de sus necesidades.
Por lo tanto, la posibilidad de que Rusia se apropie potencialmente de los intereses japoneses en el proyecto seguramente generará una respuesta incómoda en Tokio, aunque los ministros insisten en que no hará que las importaciones sean “inmediatamente imposibles”.
Si se cortan los suministros rusos a Japón, tendrá queencontrar nuevas fuentes en otros lugares, aumentando la competencia por los suministros disponibles. Eso podría hacer subir los precios a nivel mundial, en un momento en que los crecientes costos de la energía ya están alimentando la inflación.
MEDIDAS DE JAPÓN
El decreto de cinco páginas, que se produce en medio de las sanciones occidentales a Moscú por la invasión de Ucrania, dice que depende del Kremlin decidir si los accionistas extranjeros deben permanecer en el consorcio. Japón ha dicho anteriormente que, incluso si se le pide que se vaya, no renunciaría a sus intereses en el proyecto Sakhalin-2, que es importante para su seguridad energética.
Las acciones de Mitsui y Mitsubishi cayeron un 6% en las operaciones del viernes debido a la preocupación por las pérdidas, y el índice Nikkei más amplio cayó un 1,9%. Un portavoz de Mitsubishi dijo que la compañía estaba en conversaciones con sus socios en Sakhalin Energy y el gobierno japonés sobre cómo responder al decreto de Putin.
Mitsui no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios de la BBC, pero le dijo a Nikkei Asia que estaba “en proceso de confirmar los hechos”. Mitsui tiene una participación del 12,5% en el proyecto y Mitsubishi del 10%, mientras que Shell posee el 27,5% menos una acción. El gigante del gas ruso Gazprom tiene el 50%, más una acción. Japón, Corea del Sur y China son los principales clientes de las exportaciones de petróleo y GNL, según Shell.
El subsecretario en jefe del gabinete japonés, Seiji Kihara, dijo que el gobierno estaba examinando el contenido del decreto y analizando las intenciones de Moscú. “En términos generales, los intereses de nuestro país en los recursos no deberían verse afectados”, señaló en una conferencia de prensa regular, y se negó a decir si Japón estaba en contacto con Moscú sobre el asunto.
El ministro de industria japonés, Koichi Hagiuda, indicó que el gobierno no consideraba el decreto como una requisición. “El decreto no significa que las importaciones de GNL de Japón se volverán inmediatamente imposibles, pero es necesario tomar todas las medidas posibles en preparación para circunstancias imprevistas”, declaró.
PRESIÓN SOBRE EL GAS
Saul Kavonic, jefe de Investigación Integrada de Energía y Recursos de Credit Suisse, señaló que es probable que la producción rusa de GNL en proyectos como Sakhalin-2 sufra con el tiempo a medida que la experiencia y las piezas extranjeras no estén disponibles. “Esto ajustará materialmente el mercado de GNL en esta década”, dijo.
Indicó que cualquier aumento en la participación del gobierno ruso solo hará que la adquisición de estos proyectos sea más difícil para muchos compradores. Y agregó que Japón estaba buscando urgentemente opciones alternativas de suministro.
POR QUÉ RUSIA PODRÍA EMPEZAR A USARLO COMO UN 'ARMA' Y CÓMO AFECTA A LOS MERCADOS
No hay duda de que no faltan noticias relacionadas con la energía en Europa en este momento, donde los cortes del suministro de gas ruso siguen dominando un continente que se prepara para lo que parece que podría ser un invierno increíblemente difícil.
En primer lugar, la crisis energética en Europa se asemeja cada vez más a la crisis financiera de 2008, y los gobiernos se plantean rescatar a las empresas de servicios públicos y a los proveedores de energía en apuros, castigados por la decisión de Rusia de empuñar el arma de la energía, comenzaron explicando David Sheppard, Tom Wilson, Harry Dempsey y Nathalie Thomas en Bloomberg.
¿Existe un riesgo sistémico como el de 2008? Todavía no, pero los riesgos de una crisis económica más amplia parecen estar creciendo.
CRISIS EN EUROPA
El suministro energético de Europa está en peligro. Desde que Rusia cerró el 60% de la capacidad del gasoducto Nord Stream 1 hace tres semanas, en lo que se han considerado represalias por las sanciones impuestas tras su invasión de Ucrania, el precio del gas en Europa se ha disparado (de nuevo).
En Alemania, esto amenaza con sumir a Uniper en graves dificultades financieras, ya que la empresa tiene que sustituir el déficit de suministros rusos en sus contratos a largo plazo por compras mucho más caras en el mercado al contado.
Se habla de un apoyo gubernamental que podría incluir la entrada de Berlín en la compañía. También es posible que las empresas alemanas de servicios públicos puedan trasnferir estos costos más altos a los hogares y empresas, algo que Berlín no llegó a hacer el mes pasado cuando activó la segunda fase de su plan de emergencia para el gas.
En Reino Unido, las grandes empresas de distribución de energía como Bulb, cuyo consejero delegado dimitió la semana pasada, ya reciben miles de millones en subvenciones de los contribuyentes para ayudar a mantener encendida la luz de los clientes.
Pero Uniper es diferente. Bulb no tenía una capacidad de generación significativa y actuaba principalmente como intermediario entre los mercados de la electricidad y el gas y los hogares.
Uniper es un actor mucho más grande, con unos 22,5 GW de generación real, por lo que cualquier trastorno significativo para su negocio tendría consecuencias de mayor alcance. Se puede entender por qué Berlín está preocupado. No se puede descartar el rescate de empresas de servicios públicos en otros países conforme se acerque el invierno. Hamburgo advierte de un racionamiento el agua caliente si Rusia corta por completo las exportaciones de gas.
Sin embargo, hay motivos para que la preocupación sea aún mayor ahora que Rusia ha desenfundado el arma de la energía.
EL PLAN DEL G-7 ES ARRIESGADO
Las potencias occidentales quieren poner en el punto de mira las exportaciones de petróleo de Rusia, ya que las consideran una fuente clave de ingresos públicos. Pero, al mismo tiempo, quieren que el petróleo siga fluyendo, ya que Rusia exporta más del 7% del suministro mundial, una cantidad demasiado grande como para ser sustituida fácilmente aunque Arabia Saudita explotase hasta la última gota de su capacidad sobrante.
Por ello, el G7 está barajando ideas como la de intentar limitar el precio del petróleo ruso amenazando con nuevas sanciones que podrían perjudicar a la industria rusa a largo plazo si no sigue el juego.
Pero existe un riesgo grande y obvio en este plan: si Vladimir Putin está dispuesto a convertir el gas en un arma, ¿por qué no hacer lo mismo con el petróleo?
JPMorgan es consciente de estos riesgos, y ha intentado elaborar un modelo de lo que podría ocurrir si Rusia empieza a jugar con las exportaciones de petróleo. Es una lectura incómoda.
En un informe titulado El límite del precio del petróleo y la ley de las consecuencias no intencionadas, analistas de JPMorgan sostienen que el G7 está jugando con fuego. Rusia se encuentra en una posición relativamente fuerte, ya que hasta ahora las sanciones no han hecho mella en sus ingresos energéticos.
"Por lo tanto, si la situación geopolítica lo requiere, ahora parece más probable que el corte de las exportaciones pueda utilizarse como herramienta política de influencia, en nuestra opinión", advierte Natasha Kaneva, responsable de análisis global de materias primas de JPMorgan.
"Dado el alto nivel de tensión en el mercado del petróleo, un recorte de 3 millones de barriles al día podría hacer que [el] precio global del Brent saltara a US$ 190 el barril, mientras que el peor escenario, un recorte de 5 millones de b/d, podría llevar [el] precio del petróleo a US$ 380 el barril".
Bajo esos escenarios, los volúmenes de exportaciones de Rusia podrían caer, pero sus ingresos se mantendrían en gran medida, mientras que causaría a las potencias occidentales algo más que heridas. La preocupación por la inflación se convertiría en pánico. Seguramente se produciría una recesión.
JPMorgan cree que sería factible que Rusia realizase recortes de semejante magnitud sin dañar a largo plazo sus yacimientos petrolíferos, ya que fue capaz de eliminar 2 millones de barriles diarios en plena pandemia sin sufrir problemas evidentes para restablecer la producción en los últimos meses.
El G7 debe esperar que China e India, que también sufrirían si Rusia intentase disparar los precios del petróleo, estén advirtiendo a Putin de que se asegure de que sus aliados en el mundo en desarrollo no se conviertan en daños colaterales.