El banco ha puesto negro sobre blanco la preocupación interna por el impacto económico y social que pueda tener para la entidad su vinculación con clientes relacionados con los combustibles fósiles
PAULA MARÍA
BBVA se prepara para cerrar el grifo a los gigantes del petróleo. El temor a un posible daño reputacional ha empujado a la entidad que preside Carlos Torres a marcar distancias con el mercado de los combustibles fósiles, un negocio que en España encabezan referentes como Repsol, Cepsa o BP.
El banco ha confirmado su plan de endurecer su criterio de inversión respecto a estas empresas, lo que puede traducirse en créditos más caros y recortes sustanciales en la financiación destinada a aquellos clientes vinculados al negocio de los hidrocarburos o a la industria del carbón.
Hasta ahora, ningún otro de los cuatro grandes bancos españoles había puesto en letra impresa con tal contundencia su intención de replegar velas ante la amenaza reputacional de su exposición a los combustibles fósiles.
La semana pasada, la compañía remitió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el documento de registro universal, donde se enumeran los riesgos a los que está expuesta la entidad. A lo largo del amplio y explícito documento, el banco hace alusión en varias ocasiones al impacto de los factores climáticos. La conclusión es rotunda.
"La reputación del grupo puede verse perjudicada si sus esfuerzos para reducir los riesgos ambientales y sociales se consideran insuficientes", señala el citado documento, "Por ejemplo, si financia empresas que se considera que afectan desfavorablemente al medioambiente". En este último grupo, la entidad alude directamente a las petroleras y las empresas de generación eléctrica que emplean carbón. De hecho, BBVA anuncia que en 2022 trabajará en la integración de herramientas específicas para medir el riesgo medioambiental de clientes y carteras.
BBVA señala directamente el riesgo que suponen los clientes institucionales vinculados a los combustibles fósiles debido al salto hacia las energías limpias que se está produciendo en los países en los que opera.
"Las carteras de crédito corporativo del grupo comprenden sectores intensivos en carbono, como las industrias de petróleo, el gas y la energía, que están expuestas a los riesgos asociados a la transición a una economía baja en carbono", especifica.
El banco advierte de riesgos a corto plazo derivados de la problemática medioambiental, como el incremento de los costes de crédito "debido a un deterioro de los resultados empresariales de los clientes afectados a los riesgos del cambio climático".
El segundo banco español por capitalización reafirma su compromiso de suprimir su exposición a clientes del carbón para 2030 en los países desarrollados y a nivel global, para 2040. "Mediante el diálogo con dichos clientes y el seguimiento activo de su cartera", zanja.
Todo hace indicar que otras entidades podrían seguir los pasos de BBVA. En parte porque el cerco en materia medioambiental de supervisores bancarios y reguladores aprieta cada vez con más fuerza al sector financiero. Pese a todo, la gran mayoría de los bancos españoles todavía no han compartido su plan de acción climática, limitándose a marcar el año 2050 como horizonte temporal para alcanzar las cero emisiones.
BBVA no es la única entidad financiera que ha empezado a adaptar su criterio de inversión al nuevo escenario. Banco Santander actualizó a principios de este año su política de gestión de riesgos ESG (Medioambiente, Social y Gobernanza por sus siglas en inglés). La entidad que preside Ana Botín aprobó nuevas restricciones como la prohibición de financiar y asesorar a nuevos clientes de exploración y producción de petróleo, excepto en operaciones de financiación específica para proyectos renovables.
Tradicionalmente, la entidad que pilota Carlos Torres ha mantenido una relación muy estrecha con grandes empresas del negocio petrolero. Muestra de ello es la cuenta online que BBVA lanzó en alianza con Repsol hace un par de años. Se trata de una iniciativa destinada a captar nuevos clientes residentes en España, mediante reclamos atractivos, como una rebaja de carburante de hasta 7 céntimos por litro. La creciente preocupación del banco por el efecto del cambio climático en su reputación podría trastocar este tipo de relaciones comerciales.