El gobierno de Bolivia escogió enviar más gas a Argentina y reducir en 30% el suministro a Brasil. Autoridades señalaron que la decisión fue económica y no política, pues con esta estrategia comercial se obtendrá hasta US$ 100 millones adicionales en los ingresos durante el invierno. “Bolivia se nos muere si tiene que importar por los próximos 30 años toda la gasolina y diésel que necesita”, afirmó Álvaro Ríos, ex ministro de Hidrocaburos.
Dos analistas observaron que se debe mantener buenas relaciones con Brasil, pues por ahora es el único comprador de gas que el país tendrá después de 2025, y afirmaron que el problema de fondo es la baja producción que obliga al gobierno a escoger entre dos importantes mercados en medio de altos precios, lo cual no sólo implica perder ingresos, sino comprometer la reputación de Bolivia como un proveedor confiable, según compartió Sergio Mendoza Reyes en Los Tiempos.
“Además del tema económico, hay que ver cuál es la reputación que se tiene con Argentina y con Brasil, con ambas partes. En todo caso, el problema acá es que no se puede abastecer a los dos al mismo tiempo, ése es el problema central”, señaló el analista en hidrocarburos, Mauricio Medinaceli.
“El problema de fondo es que no hay gas, si hubiera gas no habría estos problemas. Y eso es por una política insana durante 15 años que ha hecho el MAS, que ha coartado todo intento de inversión y exploración”, acotó el investigador en Energías, Francesco Zaratti.
Desde mayo de este año, Brasil, que recibía 20 millones de metros cúbicos día (MMm3d) de gas boliviano y pagaba entre US$ 6 y 7 por millón de BTU, pasó a recibir 14 MMm3d.
En cambio, Argentina, que recibía 10 MMm3d por entre US$ 7 y 9 el millón de BTU, pasó a recibir 14 MMm3d a un precio promedio de US$ 12 el millón de BTU.
El ministro de Hidrocarburos y Energía, Franklin Molina, señaló que “Bolivia no tiene problemas en vender gas a Petrobras (Brasil), sino que lo que busca es mejorar el precio del gas boliviano”.
“Nosotros hemos intentado de manera escrita y formal pedir la renegociación del contrato con Petrobras. La respuesta no ha sido la que se esperaba y, ante esa situación, nosotros nos hemos abocado al contrato, donde en una de sus cláusulas se manifiesta que, si una de sus partes no está conforme con el precio, esa parte puede buscar la renegociación”, añadió Molina.
Así, sin salirse del contrato, Bolivia bajó los envíos a Brasil de 20 a 14 MMm3d.
Zaratti explicó que con esto todos salen ganando, pues Brasil deja de pagar gas y cobra una penalidad de US$ 8 por millón de BTU. Bolivia cubre esa penalidad con el dinero extra que recibe de Argentina y obtiene una ganancia extra de US$ 4 por millón de BTU. Argentina se ahorra entre US$ 6 y 7 al no tener que importar más gas de ultramar.
Sin embargo, ambos analistas resaltan que, si Bolivia hubiera repuesto las reservas durante 15 años, se podría evitar las penalidades, el recorte de Brasil y generar aún más ingresos en este tiempo de bonanza.
Zaratti señaló que se debe mantener una buena relación con Brasil, ya que, una vez que Argentina logre sacarle todo el jugo a Vaca Muerta, ya no necesitará de Bolivia para abastecer su mercado. Entonces el único mercado que le quedará a Bolivia —o hasta ahora esto se puede prever— será Brasil.
El gobierno brasileño expresó su molestia por la reducción del gas boliviano. Petrobras informó que en abril YPFB le comunicó que reduciría los envíos en sólo 4 MMm3d, pero en mayo la reducción fue de hasta 6 MMm3d. La empresa anunció “consecuencias para el proveedor”.
El presidente de YPFB, Armin Dorgathen, dijo que no puede haber ninguna “demanda”, pues “la operación comercial se enmarca en el contrato vigente con la empresa brasileña”.
Medinacelli señaló que no sólo se debe considerar el beneficio económico, sino la reputación que tiene Bolivia frente a Brasil, uno de sus mejores clientes.
ARGENTINA NO ES UN BUEN PAGADOR, SEGÚN ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Argentina ha sido calificado como un buen comprador pero un mal pagador por sus antecedentes de retrasos e impagos al gas boliviano.
“Argentina es todo menos un buen pagador, eso la historia lo demuestra. Históricamente, Argentina ha sido siempre un mal pagador, atrasado con sus cuentas; a diferencia de Brasil, que ha sido un buen pagador”, dijo el investigador Francesco Zaratti.
En marzo de este año, se difundió en la prensa argentina una carta de la Secretaría de Energía en la cual se lamentaba un recorte de presupuesto que le dificultaba cubrir la importación de gas y honrar sus pagos con sus proveedores, como lo es Bolivia.
Sin embargo, no parece haber preocupación por parte del gobierno boliviano. Al ser consultado al respecto por El Deber, el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, señaló que se tiene boletas de garantía que se pueden ejecutar en caso de incumplimiento de pagos. “Pero Argentina no va a dejar de pagar, pues hay un contrato de ganar-ganar”.
El analista Mauricio Medinaceli coincidió con Dorgathen al manifestar que, ya que Argentina se ahorra al comprar gas boliviano y no importar de ultramar, difícilmente dejará de pagar. “Quizás en el pasado hubo problemas, pero ahora lo dudo, porque la alternativa para Argentina de importar GNL es más cara, entonces seguro presupuestaron”, dijo.
PRODUCCIÓN DE PETRÓLEO CAE UN 39% EN SIETE AÑOS Y CRECEN LAS IMPORTACIONES
“Bolivia se nos muere…si tiene que importar por los próximos 30 años toda la gasolina y diésel que necesita”, afirmó el ex ministro de Hidrocaburos Álvaro Ríos sobre la persistente reducción de la producción nacional de líquidos; el constante incremento de las importaciones de combustibles, que luego se venden a precio subvencionado; y las medidas implementadas por el Gobierno para enfrentar esta situación.
Esta posición es compartida por otros expertos que para revertir estas tendencias ven necesaria una reforma estructural con base en una nueva ley de hidrocarburos que modifique el régimen fiscal para el sector y que permita acciones urgentes para mantener el abastecimiento de combustibles, según Walter Vásquez en El Deber.
El Instituto Nacional de Estadística reportó que la obtención de petróleo condensado (que se extrae del gas) alcanzó su mejor momento en 2015, cuando se logró extraer 18,43 millones de barriles, tras lo cual se inició una caída sostenida que llegó a 11,43 millones de barriles en 2021, una cifra por debajo de los 15,41 millones que se registraron en 2015, antes de la nacionalización. Así, la disminución es del 39% en los últimos siete años.
Para este año, el Ministerio de Hidrocarburos proyecta que la producción total de crudo, condensado y gasolina estará en torno a los 14,2 millones de barriles.
A este escenario se suma el hecho de que el gas que hoy extrae Bolivia es “más seco” que el de hace años, lo que implica una menor producción de líquidos asociados, afirmó el consultor internacional César Santa Gadea.
De forma paralela, el valor de las internaciones de combustibles se disparó en los últimos seis años, de US$ 655 millones en 2016 a 2.120 millones en 2021, un monto que según proyecciones de YPFB ascenderá a US$ 3.000 millones este 2022, cifra que a su vez estará por encima de los US$ 2.960 millones que recibirá Bolivia este año por la exportación de gas.
“El sector de hidrocarburos está en franca declinación, en producción de petróleo, condensado y gas natural, y eso va a ocasionar mayores importaciones como la que estamos viendo”, dijo Ríos.
En lo inmediato, no queda más que seguir subvencionando o aumentar de forma progresiva el precio del combustible, afirmó por su lado José Padilla, exsecretario de Hidrocarburos de la Gobernación cruceña.
Santa Gadea, la importación de diésel y gasolina y su posterior subsidio descapitalizaron a la petrolera estatal y no le permitieron invertir en la búsqueda de más reservas, lo que comprometió la seguridad energética del país.
Desde que se firmaron los contratos de operación (2007) hasta el año pasado, indicó, Yacimientos recibió por ese concepto US$ 6.400 millones, de los que gastó US$ 5.600 millones en la internación de combustibles que luego vendió en el país “a pérdida”.
“Cada pozo de exploración cuesta US$ 100 millones. ¿Cuántos se podían haber perforado con esos fondos”?, cuestionó.
“Desde 2015 se veía venir la declinación de los campos, pero el anterior ministro (Luis Alberto) Sánchez y Evo Morales le mintieron al país por varios años. Nos contaron que había un ‘mar de gas’ y que teníamos una masiva exploración, lo cual no era cierto y los resultados los estamos viendo ahora”, afirmó Ríos.
YPFB, por su lado, informó que para sustituir las importaciones de diésel y gasolina lleva adelante proyectos de exploración y de agrocombustibles.
En este marco también, el Gobierno aprobó el 10 de noviembre de 2021 el Decreto 4616, que establece las condiciones para la aplicación de incentivos a las inversiones petroleras cuando YPFB sea operador, y que además modifica y hace incorporaciones al reglamento de la Ley 767 de Promoción para la Inversión en Exploración y Explotación Hidrocarburífera, de diciembre de 2015.
Asimismo, para “reforzar la producción nacional”, disminuir la subvención y usar la capacidad plena de las refinerías, el 20 de enero aprobó el Decreto 4661, que autoriza y subvenciona la importación de petróleo crudo, una medida que permitirá ahorrar al país unos US$ 150 millones.
BENEFICIOS Y PÉRDIDAS
“En la industria petrolera, los incentivos que ofrece el Estado boliviano son como ‘parchecitos’ para no tener que enfrentar el cambio grande, que sería modificar el régimen fiscal, y como son parchecitos no han funcionado, porque las empresas quieren reglas claras”, consideró Santa Gadea.
Padilla insistió en que una nueva ley de hidrocarburos que ofrezca nuevos incentivos es “fundamental” para que vengan al país empresas con los recursos necesarios para la exploración. De inicio, “necesitamos US$ 8.500 millones para poder revertir la situación de las reservas”, calculó.
El plan de exploración 2021-2025 de YPFB contempla una inversión de US$ 1.550 millones, de los que US$ 316,7 millones se invertirán en esta gestión.
De acuerdo con Ríos, desde su promulgación en 2015, la Ley 767 “no ha traccionado inversiones” y los proyectos de agrocombustibles -al ser aditivos- son “pequeños paliativos” que no representan una solución estructural a la menor producción y mayor importación de combustibles.
“En hidrocarburos todo tiene su proceso de maduración. No se puede de un momento a otro explorar un campo y tener resultados positivos a los pocos meses”. Además, “la probabilidad de éxito es del 20%”, afirmó Marcelo Velásquez, coautor de Precios y subsidios a los hidrocarburos en Bolivia 1986-2025, estudio que identifica que el valor de cinco tipos de subsidios a la producción y consumo de combustibles en el país llegará este año US$ 4.268 millones, el 36% del PIB.
“Lo importante es que se tomen las medidas correctas, adecuadas, para afrontar lo que se viene en el futuro, y estas medidas empiezan a ser urgentes. La subvención es un problema serio para el país y estas medidas deberían haberse tomado con más previsión”, dijo.
“En hidrocarburos fósiles necesitamos como mínimo siete años para tener nuevas reservas. Y no todos los pozos que perforamos son positivos: son tres de cada 10. Para eso necesitamos también una nueva tecnología de alta calidad, no la china que hemos estado utilizando”, sostuvo Padilla.
Al momento, YPFB encara 28 proyectos exploratorios (en diversas etapas) para reponer las reservas de gas natural y líquidos.
Y mientra se obtengan resultados positivos, la importación de combustibles continúa, así como las subvenciones.
“La clase política en función de gobierno no tiene ningún interés en cambiar la política de subsidios”, sostuvo Santa Gadea.
BENEFICIOS Y PÉRDIDAS
El estudio de Velásquez concluye que la política de subsidios a los combustibles es económicamente insostenible para el Estado, por lo que es necesaria una eliminación gradual de este beneficio.
En este marco, serán necesarias medidas de mitigación para la mayor parte de la población.
El documento indica que, comparándolos con los de otros países, los precios (expresados en dólares por litro) de la gasolina, diésel oil y GLP bolivianos son los más bajos de la región. Sin embargo, cuando estos precios se contrastan con el PIB per cápita mensual, Bolivia tiene los indicadores más elevados; es decir, si bien los precios absolutos son bajos, representan una elevada carga en el presupuesto de las familias, con excepción del GLP.
“En este sentido, cualquier política de eliminación de subsidios en Bolivia debe considerar que aún es una nación con nivel económico modesto. Por este motivo, dicha política debiera estar acompañada de medidas de mitigación en los hogares más pobres, incluso los de ingreso medio”, indica.