LAURA ROCHA
Alejandro Cometto es politólogo y docente. Y tiene alma de emprendedor. Todo empezó con una idea: la necesidad de reutilizar y reciclar. “Es por ahí, con la generación de microempresas”, explica a Infobae quien hoy es directivo de Sol.Ar, la primera empresa argentina de minería urbana que produce baterías de litio con material recuperado.
En el Día Mundial del Reciclado, cuál es la historia de esta compañía, cómo trabajan y cuáles son los próximos pasos.
Al comienzo, hace casi una década, se instalaron en Catamarca para recolectar los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs). Sin embargo, la ecuación económica que implicaba importar materias primas para poder producir baterías no dio resultado.
“Comenzamos ensamblando en Catamarca, donde está una de las reservas de litio más grandes de la Argentina y del mundo. Ahí el 80 por ciento era importado y después se complicó la continuidad, porque el programa no siguió en las mismas condiciones, comenzó a haber fuertes variaciones con el dólar y existían trabas para importar”, recordó Cometto, directivo de la firma a Infobae.
En ese momento vieron una oportunidad: fabricar baterías de litio a partir de pilas y baterías usadas. Y empezaron a montar otro establecimiento en Córdoba para conseguirlo. Para Cometto, lo que distingue su producción de otras, que sólo se ensamblan en el país con la mayoría de los componentes traídos desde el exterior, es que el 80 por ciento de los insumos son nacionales. “El factor diferencial es que en Sol.Ar realizan la transformación de la materia prima básica, el carbonato de litio, en litio-ferrofosfato”, explicó.
América del Sur cuenta con el 80% de las reservas mundiales de litio en Bolivia, Chile y Argentina, en forma de salmueras, es decir agua con alta concentración de sal. Es en la Puna, Catamarca, Salta y Jujuy, donde está el mayor reservorio de este mineral.
El litio es considerado como un recurso estratégico por su proyección futura porque constituye un insumo imprescindible para la alimentación de energía en artefactos portátiles como teléfonos celulares y computadoras. También para vehículos eléctricos como motocicletas, automóviles pequeños y medianos y una amplia gama de tecnologías.
Sin embargo, toda la producción de ese mineral, que es muy trabajosa, se exporta. “No hemos podido conseguir comprar una tonelada de litio”, explicó Cometto; una razón más para comenzar con el reciclado.
La apuesta de Sol.Ar es reemplazar baterías que se traen desde el exterior y que no tienen mucha más tecnología que la cordobesa. “No va a ser una batería para la Nasa, le apuntamos a un rastrojero. Queremos que sea algo realmente masivo”, relató el emprendedor durante la entrevista.
Para llevar adelante esta iniciativa, creó Sol.Ar, la pyme a la que a él le gusta llamar micro empresa por la denominación que le da a este tipo de soluciones, Veena Sahajwalla inventora y profesora de Ciencia de los Materiales en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia.
Ella es la directora del “Centro SM@RT” para la Investigación y Tecnología de Materiales Sostenibles y miembro laureado del Consejo de Investigación de Australia que homologó el proceso de trabajo de la empresa cordobesa. Sol.Ar también cuenta con el apoyo de la Agencia Córdoba Innovar y Emprender, y con el sostén técnico de investigadores de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) y de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC).
Por el momento, la empresa ya tiene varios prototipos y empezó con la producción. Aunque su idea inicial era fabricar unas 700.000 baterías al año, creen que en 2022, llegarán a la mitad de ese número. A partir de la recuperación del litio, se producen baterías eléctricas para bicicletas, monopatines, celulares, aspiradoras, insumos para personas electrodependientes y hasta equipos de telecomunicaciones (UPS).
Pero recolectar también tiene su esfuerzo, Cametto explica que una batería de celular tiene unos 5 gramos de materia prima de litio: “Hay que juntar muchas para conseguir un kilo. Por ejemplo, son necesarios 500 celulares para transformar en material catódico que va en el positivo y para el polo negativo usamos el grafito que viene en las pilas. Lo bueno es que esto no se entierra”, destaca este emprendedor que trabaja en conjunto con los municipios para conseguir juntar ese material, que luego es tratado en la planta.
Entre los años 2019 y 2021, en base a un convenio marco entre la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), se llevó a cabo el proyecto científico-tecnológico de Biominería Urbana, liderado por las investigadoras Melisa Olivelli (UADE), Romina Gargarello (UADE) y Laura Sánchez, Directora del Centro de Procesamiento de Minerales de INTEMIN-SEGEMAR.
La minería urbana recicla y recupera el litio y otros metales a partir de desechos tecnológicos que, en ocasiones, debido a su creciente volumen y muchas veces destino incierto, se convierten en potenciales fuentes de contaminación del ambiente. Por su parte, la biominería abarca una serie de procesos que utilizan microorganismos para la recuperación de metales a partir de minerales y otras fuentes.
Según diversos pronósticos, se proyecta que para 2025 el número de usuarios de smartphones en Argentina superará los 40 millones. En este sentido, el proyecto entre la UADE y el SEGEMAR buscó potenciar la utilización de procesos innovadores como una alternativa y/o complemento a la explotación del litio desde fuentes naturales.
El concepto de minería urbana surgió en los primeros años del siglo XX. Planteaba que las grandes ciudades podían producir suficientes cantidades de recursos secundarios para la producción a gran escala de materias primas.
La idea consistía en implementar plantas de reciclaje de metales como el hierro, el aluminio y el cobre y aprovechar la energía procedente de los residuos. Esta combinación podría satisfacer las necesidades energéticas de la ciudad (calefacción y refrigeración, electricidad) y mejoraría su sostenibilidad. Esta aproximación considera a la ciudad como un distrito minero donde los espacios urbanos son fuente de materiales antropogénicos que se pueden utilizar y reutilizar de manera cíclica.
SIN LEY DE RAEE
Los RAEEs son un tema de preocupación mundial. Según el Observatorio Mundial de Residuos Electrónicos (2020), en Argentina se generan 465 mil toneladas de RAEE por año y el 60% termina en basurales o rellenos sanitarios, mientras que el porcentaje de elementos que son recuperados o reciclados apenas alcanza el 5%.
Este fenómeno se agrava con el hecho de que cada vez se consumen más dispositivos electrónicos: cada año se descartan alrededor de 50 millones de toneladas de desechos electrónicos en todo el mundo y solo el 9% corresponde a los producidos en Latinoamérica. En este contexto, Argentina ocupa el tercer puesto en el ranking regional, luego de Brasil y México, con una generación promedio de 10,3 kg por habitante.
Al no existir una ley específica que regule la recuperación de este tipo de residuos, el esfuerzo se concentra en provincias y municipios que promueven acciones para poder juntar lo que no tiene un destino específico.
La Secretaría de Ambiente porteña impulsa la recepción de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en desuso (RAEE) en diversas esquinas del Microcentro porteño. Esta iniciativa enlaza con el Día Mundial del Reciclaje.
El Punto Verde Móvil estará recibiendo aparatos eléctricos y electrónicos en la esquina de Florida y Marcelo T. de Alvear, de 10 a 14 durante toda esta semana.
“La economía circular es uno de nuestros ejes de trabajo. La recuperación de los materiales que se encuentran en este tipo de aparatos para que vuelvan al sistema productiva y la disposición ambientalmente segura de aquellos compuestos que pueden ser nocivos son fundamentales para avanzar en el cuidado del ambiente y mejorar la calidad de vida de todos los vecinos”, aseguró Inés Gorbea, secretaria de Ambiente.
Desde el inicio de esta campaña, en la primera semana de mayo, se recibieron 500 aparatos en desuso. A su vez, desde el inicio de la recolección de esta clase de residuos, en 2016, se recolectaron 906,61 Tn.
En el Punto Verde Móvil se reciben netbooks y notebooks, teléfonos celulares (con sus accesorios), cámaras de foto y video, radios portátiles, teléfonos inalámbricos y fijos, calculadoras, videojuegos y/o consolas de videojuegos, entre otros.