Alvaro Ríos Roca, ex ministro de Energía e Hidrocarburos de Bolivia, analizó la situación del sector energético a nivel nacional e internacional, su impacto sobre las exportaciones e importaciones de hidrocarburos y las perspectivas en un entorno global marcado por la pandemia y la guerra en Ucrania.
“Antes de la pandemia, 4 o 5 años antes, el sector ambiental radical venía presionando para que las empresas que exploran y explotan hidrocarburos no accedan a ningún tipo de financiamiento. Los demócratas lo han hecho en Estados Unidos, frenando el oleoducto Keystone y prohibiendo el fracking en áreas fiscales. Esto hizo que las inversiones se reduzcan gradualmente”, recordó el ingeniero químico graduado por la Universidad de Texas A&M, con posgrado de la Universidad de Houston.
El experto dijo que la llegada de la pandemia “causó el desplome de la demanda y la caída de precios del petróleo y el gas natural. Pasa la pandemia y la demanda se comienza a recuperar. La ola de retardación de inversiones se topa con este crecimiento de la demanda y el año pasado los precios comienzan a subir a 70 u 80 dólares el barril”.
“La invasión absurda de Rusia a Ucrania genera un impacto en una zona muy productora de hidrocarburos. Ucrania es país de tránsito y Rusia es el principal suministrador de gas a Europa. Las restricciones financieras hacen que los precios lleguen por los cielos, a casi 130 dólares”, detalló Ríos Roca, socio de la consultora Gas Energy Latin America.
Ríos resaltó la actual escasez mundial de diésel, que ya ocasiona dificultades en países vecinos como Argentina y Perú: “Estados Unidos va a Venezuela porque en la Faja del Orinoco hay mucho crudo pesado para compensar el suministro ruso. Lo que cuesta en el mercado petrolero es encontrar la correcta calidad de crudo para las refinerías que se tienen. Las norteamericanas tienen mucho condensado liviano y necesitan mezclarlo con crudo pesado. Esto va a tomar varios meses, el diésel será escaso mientras se acomoda la nueva producción con la oferta de petróleo pesado”.
A diferencia de las dificultades con el petróleo, que el analista ve como coyunturales, las del gas natural serían “un tema estructural, porque Europa dejará de ser el gran comprador de Rusia, optando por el gas del Mar del Norte y por comprar más GNL de todos lados”.
“Esto encuentra a Bolivia en un momento complicado. A fines del 2021, entre gasolina y diésel se ha importado el 65% de la demanda del país, ahora con los nuevos precios eso se traduce en un número gigante. No hemos reactivado los campos menores, la producción de crudo sigue cayendo, a 4.000 barriles y en declinación, y el condensado asociado al gas natural ha caído de 61 millones de metros cúbicos en 2014 a 41 millones en este tiempo. Esto por la escasa exploración, porque en vez de perforar 2 pozos al año debíamos haber perforado 20. El pronóstico es que para el 2027 vamos a importar el 80 a 85% del diésel y casi el 60% de la gasolina. Esta caída de la producción de condensado y petróleo es estructural. Se necesita un nuevo marco jurídico, como lo ha dicho el ministro de hidrocarburos, Franklin Molina”, señaló.
Ríos dijo que 8 o 10 años atrás, “cuando subía el barril de petróleo nos alegrábamos, porque teníamos ingresos por 6.000 millones de dólares al año. Ahora dan ganas de llorar, porque los montos por importación son muy superiores a los de las exportaciones”.
“No hay inversión con un IDH confiscatorio sumado a otros impuestos. Además, te restringen el precio del gas en el mercado interno y entonces no cierra la ecuación económica. La gran mayoría de los pozos que ha perforado YPFB han salido secos. Se necesita un cambio a la Ley de Hidrocarburos 3058, que ha sido como ordeñar la vaca pero no le hemos dado alimento, que es la exploración”, precisó.
El experto remarcó que la oposición y el gobierno deberían trabajar en una nueva normativa, más flexible en lo impositivo, y en una YPFB menos burocrática y politizada: “Si no exploramos, nos vamos a desangrar en importaciones. Es tan urgente una reforma de la justicia en el país como al marco jurídico del sector hidrocarburos”.
En el cierre, Oscar Ortiz destacó que el sector energético “es de importancia fundamental para la estabilidad económica de Bolivia, para la producción, el empleo y las divisas. Tenemos problemas estructurales, con una producción declinante por la falta de exploración, y a eso se suman situaciones internacionales adversas, como la pandemia, el intento de migrar aceleradamente a las energías renovables dejando a un lado los hidrocarburos, y la invasión de Rusia a Ucrania. La situación debe ser asumida con responsabilidad por el gobierno nacional y por el conjunto de actores políticos y sociales del país, planteando un acuerdo nacional, con políticas de Estado para superar las dificultades que vienen en este campo”.
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