Kiev reconoce que el enemigo ha logrado crear un pequeño corredor entre Donetsk y Crimea, anexionada en el 2014
FRANCESCO BATTISTINI
UNA RICA ZONA INDUSTRIAL CONVERTIDA EN RUINAS
¿Y qué está pasando ahora? Toda la cuenca del Donec es una concentración de gigantes industriales humeantes y minas subterráneas. Pero nadie sabe qué humo se levantará después de la guerra. El hombre más rico de la región y de Ucrania, Rinat Ahkmetov, propietario del club de fútbol Shaktar, ha visto cómo su fortuna personal se ha reducido a la mitad en un mes: Donetsk era su ciudad, él financió sus joyas, el estadio Donbás Arena (una de las sedes de la Eurocopa de 2012) y la flamante estación de tren de estilo ruso.
También surge otra pregunta: ¿Qué pasará con el gran recurso, el carbón? En Donetsk, el mineral negro siempre ha sido un motivo de orgullo, pero la furia de la guerra ha acabado incluso con los sencillos y románticos montículos de residuos repartidos por el centro de la ciudad, una atracción turística que cambiaba de color según la hora del día y la temporada. Toda la industria está en crisis: incluso antes de la invasión, el carbón se extraía con un porcentaje demasiado alto de azufre y había que mezclarlo con carbón ruso, de lo que terminaba resultando un subproducto.
El Donbás que Putin quiere, a toda costa, no es sólo el tesoro de las acerías y los oligarcas vinculados a Moscú. También es la cuna de una Iglesia ortodoxa fiel a Rusia, de la que se ha separado la Iglesia ucraniana. Aquí también se jugó la secesión armada en lo que se refiere al lenguaje, porque en esta zona nadie ha querido renunciar al ruso (aunque ahora nadie quiera quedarse bajo el mando de Putin). No hay tiempo ni fuerzas para indignarse cuando se visita el museo de Poltava, si las leyendas que hablan de Pedro el Grande evitan cuidadosamente mencionar a Rusia.
La relación con la Gran Madre siempre ha sido complicada. A 50 kilómetros de la frontera, en la inmensa plaza de Jarkov, que dicen que es la segunda más grande después de la de Tiananmen, los fieles a Moscú solían emocionarse con el gigantesco monumento de granito dedicado a los cinco héroes soviéticos, representados saliendo a luchar con una cesta de armas. En Jarkov lo llamaban "los cinco hombres llevando una nevera". Pero eran otros tiempos y entonces se utilizaban unas armas distintas, las de la ironía.
Los sótanos no son suficientes. Tampoco las alcantarillas. A las afueras de Soledar, en el número 11 de la calle Oktyabrskaya, hay un estrecho pasillo excavado en la roca que llega mucho más abajo. "La mina de sal siempre ha sido nuestra salvación", dice el alcalde del pueblo.
Les salvó de los años del nazismo, les salvó en los últimos ocho años de guerra en el Donbás, e incluso ahora, cuando los morteros rusos comienzan a disparar, los 10.000 habitantes de Soledar (región de Donetsk), saben lo que tienen que hacer: lanzarse a las entrañas de la vieja mina, 300 metros bajo tierra, donde ninguna bomba termobárica de Putin puede llegar. Bendita mina: en la entrada hay incluso un gnomo de la suerte, hecho de sal, y en los buenos tiempos la gente solía darle un beso antes de bajar.
El jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kirilo Budanov, aseguró que el objetivo de Rusia es la partición de Ucrania, tras haber fracasado el plan inicial de apoderarse de todo el país. "Hay motivos para pensar que Putin contempla un escenario al estilo coreano, consistente en una línea divisoria entre las regiones ocupadas y las no ocupadas de nuestro país", dijo Budanov, jefe del departamento de Inteligencia del Ministerio de Defensa, en un mensaje de Facebook. El pasado viernes fue el Ministerio de Defensa ruso el que dio por concluida la primera fase de la intervención en Ucrania y aseguró que Moscú se concentraría a partir de ahora en la "liberación" del Donbás -las autoproclamadas repúblicas separatistas del este del país-.
Pero más que al "control" y a su "completa liberación", los rusos se están dedicando cuidadosamente a la destrucción de este territorio. Mueven mercenarios Wagner de Siria y Libia y están deportando a más de 400.000 personas. Putin había llegado a entregar 700.000 pasaportes a sus "hermanos" del Donbás el otoño pasado, prácticamente uno por familia, pero evidentemente tuvo que convencerlos de otra manera.
El líder de la autoproclamada república separatista de Lugansk, Leonid Paschenik, ha dicho hoy que en un "futuro próximo" puede celebrarse un referéndum sobre la integración de este territorio pro ruso a Rusia. La respuesta de Kiev fue que "ningún país del mundo reconocerá el cambio por la fuerza de las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania", según dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores ucraniano.
El avance parece continuar y los propios ucranianos admiten que el enemigo ha logrado crear un pequeño corredor entre Donetsk y Crimea. En un solo día, se contaron 44 disparos de artillería pesada y 140 cohetes en Jarkov, dice el alcalde Ihor Terekhov. 1.143 edificios fueron destruidos: de milagro, el complejo de rascacielos soviético Derzhprom quedó en pie, una nostálgica construcción que a los generales de Putin no les apetecía golpear.
Parece que no tuvieron el mismo respeto por Ploshcha Krasna, la Plaza Roja de Chernigov, que no se llama así en homenaje al centro de Moscú (en eslavo antiguo, el significado era "Plaza Bella") y ahora, según el gobierno ucraniano, "está en el centro de una ciudad completamente destruida". Incluso se dice que Izium, la dulce ciudad de las pasas y las fresas, fue arrasada: sus 50.000 habitantes, que una vez abrieron las puerta del Donbás en el camino a Donetsk y Lugansk, han huido en gran parte sin tiempo para cerrar la puerta.
Fue en 2019, parece que hace casi un siglo, cuando la ONG británica Hablo Trust certificó que pocas zonas del mundo estaban tan infestadas de minas y restos de guerra como el Donbás. Un grupo de economistas austriacos también calculó el coste de la destrucción: para reconstruir la región se necesitarían casi 22.000 millones de dólares, el 16% del PIB ucraniano antes de la invasión.
POR QUÉ EL DONBÁS ES LA ZONA CERO DE LA GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA
MARIA CRESPO
El reconocimiento por parte de Vladimir Putin de la independencia de Donetsk y Lugansk, el pasado 24 de febrero, marcó el inicio de la invasión rusa de Ucrania. Un mes después, estas dos regiones vuelven a ponerse en el centro del mapa del conflicto, después de que el pasado viernes el ejército ruso dijera que daba por terminada la primera etapa de la "operación militar especial" para "desmilitarizar" Ucrania. Ahora, afirma Rusia, el principal objetivo es "la liberación del Donbás".
¿A QUÉ SE DEBE EL CAMBIO DE ESTRATEGIA?
En la mentalidad de Putin, la idea nostálgica de una Rusia imperial -en la que no existía una Ucrania independiente- está tan arraigada que el líder ruso ha insistido constantemente que el país vecino "es una parte integral de nuestra historia, nuestra cultura y nuestro espacio espiritual". En 2014, Moscú ya azuzó a la opinión pública con el argumento de que la independencia sólo había traído pobreza a los ucranianos.
El pasado febrero, la firma de los tratados de Amistad y Cooperación con Rusia, entre las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, por un lado, y Moscú, del otro, posibilitaba la entrada del ejército ruso en Ucrania. Desde el inicio de la contienda, las tropas han avanzado en tres direcciones. Al sur, desde la anexionada Crimea, Rusia pretendía unir esta península con el Donbás. Por el este, el asalto se producía desde los territorios independentistas de Lugansk y Donetsk (que conforman la región del Donbás). El último asalto venía marcado por la llegada a Kiev, la capital, desde la frontera norte.
Pero un mes después, Rusia no ha conseguido avanzar lo suficientemente rápido. Gracias a la resistencia imprevista de los ucranianos, de la ayuda militar occidental y, también, debido a los propios errores militares rusos, la invasión de Ucrania no ha salido como Putin esperaba y, por eso, apuntan los expertos, Moscú anunció ayer un cambio de estrategia para centrarse en el control del Donbás, una región que ya vivía un conflicto entre pro rusos y separatistas desde el año 2014.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ya señaló el anuncio ruso "es la traducción, simplemente, de una elección frente a las dificultades operativas encontradas".
¿POR QUÉ ESTABA ESTE TERRITORIO EN GUERRA?
En el Donbás, la guerra de 'baja intensidad' entre las fuerzas ucranianas y los separatistas pro rusos estalló hace ocho años, a raíz de la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. Se calcula que ha dejado más de 14.000 muertos desde 2014 y 1,5 millones de desplazados internos.
En la actual contienda, Rusia ha insistido en varias exigencias inamovibles, entre las que están: la no incorporación de Ucrania a la OTAN, el reconocimiento de la integración de Crimea en Rusia y el de la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenksi, sólo ha cedido en lo tocante a la OTAN.
Tras un mes de guerra, las fuerzas pro rusas controlan ya el 54 % del territorio de la separatista república popular de Donetsk y el 93 % de la república popular de Lugansk, según el mando militar ruso. Es decir, los rusos, que van ganando en esta región, pretenden consolidar ahora esas conquistas y así unir esta zona a la Península de Crimea. En ese plan, deben también lograr el control de la ciudad de Mariupol, sometida a un durísimo asedio desde hace semanas y a la que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, calificó de "Alepo europea".
Ayer Moscú dio un segundo balance de sus bajas militares, al admitir 1.351 militares muertos (una cifra tres veces mayor a la reconocida el 2 de marzo). Según el jefe adjunto del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia, el coronel general Serguéi Rudskói, los muertos en el bando ucraniano superarían los 14.000. De ellos, más de la mitad habrían muerto en los combates en el Donbás.
¿CÓMO ES ESTA REGIÓN MINERA, DE MAYORÍA PRO RUSA?
Donetsk (antes conocida como Stalino) es la principal ciudad de la cuenca minera del Donbás, así como uno de los principales centros metalúrgicos de Ucrania y cuenta con una población de dos millones de habitantes. Hace sólo 10 años, fue sede de la Eurocopa, acogió a miles de aficionados y vivió una gran reconstrucción.
Hoy, los negocios cerrados y los edificios abandonados reflejan el deterioro y el paso de la guerra. Lugansk (antes Voroshilovgrado) es un núcleo industrial hogar de 1,5 millones de habitantes. El Donbás, fronterizo con Rusia en la orilla norte del Mar Negro, tiene enormes reservas de carbón. La presencia de rusoparlantes está relacionada con el gran número de trabajadores rusos desplazados allí tras la Segunda Guerra Mundial-
Moscú argumenta que la región, junto con gran parte del este de Ucrania, está poblada por rusoparlantes que deben ser protegidos del nacionalismo ucraniano. Desde hace años, el Kremlin ha emitido una gran cantidad de pasaportes a los ciudadanos de ambas repúblicas. ¿Y quién está al mando? Denis Pushilin lidera la autoproclamada República Popular de Donetsk (DNR) tras la muerte, en 2018, del anterior líder, Alexander Zajárchenko, en un atentado con coche bomba. Leonid Pasechnik dirige la autoproclamada República de Lugansk (LNR). Varios señores de la guerra y líderes separatistas han muerto en los últimos años en atentados.
¿HAY ALGÚN PRECEDENTE A ESTE CONFLICTO?
Tras la desintegración de la URSS y la independencia de Georgia, las regiones de Osetia del Sur y de Abjasia proclamaron su autonomía, rechazada por Georgia. La tensión desembocó en dos conflictos armados en Osetia del Sur (entre 1990 y 1991) y en Abjasia (un año después, entre 1992 y 1993), que dejaron más de 12.000 muertos y en los que los separatistas contaron con el apoyo directo de Moscú.
Aunque se firmaron sendos acuerdos de paz, en la práctica los dos territorios se mantuvieron casi independientes y fueron construyendo sus propios ejércitos e instituciones.
Durante unos años, el conflicto pareció olvidarse. Pero en 2008, al ser reelegido como presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, que ya había dejado claro su objetivo de recuperar estas regiones, convocó un referéndum para la adhesión de Georgia a la OTAN, saldado mayoritariamente a favor del "sí". A Rusia no le gustó nada. En agosto de 2008, el ejército de Georgia atacó por sorpresa varias ciudades de Osetia del Sur.
Justo después, los tanques rusos entraron en Osetia del Sur con el pretexto de ayudar a sus ciudadanos, muchos de los cuales tenían ya pasaportes rusos. En cinco días murieron más de 600 personas. Semanas después, Rusia reconoció la independencia de esos dos territorios "rebeldes" (rechazada por casi toda la comunidad internacional salvo por históricos aliados de Rusia como Venezuela o Siria).
En la actualidad, Osetia del Sur y Abjasia funcionan casi como estados independientes, pero Georgia- que aún sigue esperando la respuesta de la OTAN-continúa reivindicándolos como propios.