ANAHI ABELEDO
El FMI decidirá si da luz verde al acuerdo con la Argentina para refinanciar el préstamo que el Fondo concedió al país en 2018.
El programa otorga US$ 45.000 millones s para refinanciar la deuda contraída en 2018, un plan que ya fue aprobado por el Congreso argentino en medio de una gran polémica, pero que necesita el visto bueno final del board del Fondo para que entre en vigor.
La Argentina deberá reducir el déficit fiscal, un eje fundamental del plan. Se fijan metas de rojo primario de 2,5% del PBI en 2022, de 1,9% del PBI en 2023 y de 0,9% en 2024. Además, deberá disminuir el financiamiento monetario para reducir la inflación.
A lo largo del primer año habrá un financiamiento neto del FMI equivalente al 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB), para recuperar reservas. A esto, se le sumaría un financiamiento extra de US$ 2.600 millones de otros organismos multilaterales, para ayudar a cerrar el bache fiscal de este año.
En ese marco, se estima que la cuenta corriente externa se mantendrá en superávit, y junto a un aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) y la entrada de flujos oficiales netos, facilitará una acumulación de reservas netas de US$ 15.000 millones durante el programa y reforzará el régimen de deslizamiento cambiario (crawling peg).
Según destacó Pablo Wende en Infobae la mejora de los papeles argentinos viene de la mano de algunos aspectos puntuales que los inversores empiezan a ponderar. El acuerdo con el FMI es claramente uno de ellos, teniendo en cuenta además que hoy llegará la aprobación del directorio en Washington. La semana que viene se realizará el primer desembolso de US$ 9.800 millones, que servirá para pagar el vencimiento de US$ 2.800 millones, mientras que el resto irá a consolidar las reservas del Banco Central.
El acercamiento del Gobierno al FMI es un dato muy relevante para los inversores. Además de gatillar una mejora en los precios de las acciones también llevó tranquilidad al mercado cambiario. Los dólares financieros subieron más de 6% en los últimos días pero se mantienen en niveles cercanos a los $ 200, cuando a fines de enero habían rozado los $ 230.
Para Carlos Beldi, aunque el mercado en los precios de acciones y dólares descontó el acuerdo, no lo hizo con los bonos porque sabe que los precios están atados a las consecuencias de la guerra y no podrán controlarlos a su manera -con precios máximos- porque la Carta de Intención se los impide.
El EEM -el índice de países emergentes o ETF- en el feriado de ayer subió 0,5% y el de Brasil (EWZ) 1,8%. En la Argentina se dio el movimiento inverso. Las acciones con ley extranjera bajaron y el riesgo país subió 22 unidades (+1,2%) a 1.832 puntos básicos y entraron en zona turbulenta.
Por caso, el AL30 nació después del default con un valor de US$ 40 y ahora está en US$ 28,60 y rinde 30%. El GD30, que es más representativo, cotiza a US$ 32 y tiene un retorno de 32%.
De todas maneras, los inversores están alerta a los rendimientos de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos que, si bien bajaron a 2,34%, después de haber llegado a 2,37%, son atractivos para los que buscan seguridad para sus carteras. El oro, con una suba de 1,37% a US$ 1.963 por onza troy, puede ser también un refugio para muchos de ellos.
El otro dato importante que ofrece el escenario post-acuerdo con el Fondo Monetario es que mientras el dólar sube en los mercados globales -ayer aumentó 0,19% frente a las 6 principales monedas del mundo- en la Argentina acentúa su atraso y le hace perder ventaja a sus empresas en el comercio exterior. Y en este punto, el FMI acá también es clave.
Según informó Wende, el riesgo país continúa en niveles de 1.800 puntos básicos, tras haber tocado los 2.000 en el arranque del mes. ¿Por qué se da este desdoblamiento entre acciones y bonos? Uno de los motivos es que se da por descontada una reestructuración de la deuda ni bien asuma el nuevo Gobierno, ya que los vencimientos que se acumulan a partir de 2025 son impagables sin pleno acceso a los mercados internacionales. La proyección es que la próxima administración (independientemente de quién gane) tendrá que estirar nuevamente los plazos de los vencimientos y seguramente avanzar con una agresiva quita de capital.