MATTHEW SMITH

Durante una década, los sucesivos gobiernos argentinos en Buenos Aires han promulgado una serie de políticas destinadas a reducir las importaciones de energía y explotar el vasto potencial de hidrocarburos del país latinoamericano.

Si bien la producción de petróleo crudo y gas natural se ha expandido constantemente desde 2011 cuando la ex presidenta y ahora vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner nacionalizó la empresa de energía YPF, está luchando por alcanzar los objetivos deseados por Buenos Aires. 

La vasta cuenca de petróleo de esquisto y gas natural de Vaca Muerta está situada en la cuenca de Neuquén, al Norte de la Patagonia. Se estima que la formación geológica contiene el segundo depósito de gas de esquisto más grande del mundo con recursos recuperables estimados, por un total de 308 billones de pies cúbicos de gas natural y 16.000 millones de barriles de petróleo crudo.

La aplastante derrota del peronista gobernante en las primarias del Congreso de Argentina de septiembre de 2021 está ejerciendo una presión considerable sobre el presidente Alberto Fernández para que resuelva los innumerables problemas económicos del país.

Es el desarrollo del shale play de Vaca Muerta lo que Buenos Aires percibe como una solución milagrosa para los problemas económicos de Argentina, en particular una inflación desenfrenada, una cuenta corriente vulnerable y una economía débil, donde el PIB se contrajo un 10% el año pasado.

Después de implementar una serie de políticas durante un desastroso 2020 para atraer inversiones en el sector de hidrocarburos de Argentina, Fernández, a principios de septiembre de 2021, envió un proyecto de ley al Congreso buscando nuevas reformas del sector de hidrocarburos. Esto, espera Buenos Aires, atraerá una mayor inversión en Vaca Muerta, impulsando así una mayor actividad de perforación y gasto en infraestructura de hidrocarburos que se necesita con urgencia.

Si bien el desempeño del floreciente sector energético de Argentina ha mejorado constantemente desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, todavía queda un largo camino por recorrer antes de aprovechar todo su potencial. 

Los datos del Ministerio de Economía de Argentina muestran que la producción total de petróleo crudo de la tercera economía más grande de América Latina alcanzó un promedio de 508.228 barriles por día en agosto de 2021. Eso fue casi un 1% menos que el mes anterior, pero un notable 7,6% más que en el país. mismo mes en 2020. La producción de gas natural también subió con un promedio de 840.773 barriles de petróleo equivalente por día, un aumento del 2,3% mes a mes y un 6,4% más que el año anterior.

Eso hizo que la producción total de hidrocarburos para agosto de 2021 aumentara un 1,2% mes a mes y un 6,8% interanual a 1,35 millones de barriles de petróleo equivalente por día.

El recuento de plataformas de Baker Hughes es una buena medida aproximada de la actividad de la industria. A fines de agosto de 2021 había 45 plataformas de perforación operativas en Argentina, que si bien una menos de un mes antes era más de tres veces mayor para el mismo período en 2020.

Esto, junto con una sólida actividad de fracking, apunta a una fuerte recuperación operativa en el parche energético de Argentina, aunque aún no ha alcanzado niveles prepandémicos, especialmente en la formación Vaca Muerta, que está preparada para competir contra los campos de esquisto de EE.UU.

No obstante, existe la necesidad de que Buenos Aires lleve a cabo más reformas para atraer el capital que se requiere con urgencia de las empresas de energía extranjeras para impulsar las operaciones de exploración, perforación y fracturación hidráulica, así como, en última instancia, la producción de hidrocarburos.

Un factor de disuasión clave para los inversores extranjeros en energía son los estrictos controles de capital de Argentina que impiden que el capital abandone la tercera economía más grande de América Latina como parte de la estrategia del gobierno para estabilizar la inflación galopante y un tipo de cambio volátil. 

Esas regulaciones actúan como un impedimento considerable para las empresas energéticas extranjeras porque les impiden sacar ganancias de Argentina y limitan la cantidad de capital que pueden pedir prestado para invertir en proyectos de hidrocarburos. El impacto de esas reglas en la inversión energética en Argentina se puede ver durante el mandato del predecesor de Fernández, Mauricio Macri. 

Al principio de su mandato, Macri eliminó esos controles solo para restablecerlos más tarde, cuando Argentina entró en una crisis económica. Eso hizo que las empresas privadas de energía redujeran sus operaciones, lo que provocó una disminución de la inversión y, en última instancia, de la producción.

Las restricciones destinadas a apuntalar las reservas de divisas, en particular dólares estadounidenses, complican aún más las cosas para las compañías petroleras extranjeras que operan en Argentina. Esos controles fueron responsables de casi causar que la petrolera nacional YPF, que es 51% propiedad del gobierno argentino, incumpliera con 6.200 millones de dólares en notas a principios de este año porque no pudo acceder a suficientes dólares estadounidenses para hacer frente a los reembolsos.

El proyecto de ley de Fernández propone implementar reformas destinadas a abordar esos problemas. Esto incluye aumentar las aprobaciones para las exportaciones de hidrocarburos y abrir el acceso a los mercados de divisas, todo en un intento por aumentar el acceso al capital y estimular la inversión. 

Estas reformas propuestas son parte de los planes de Fernández para expandir significativamente la producción de petróleo y gas natural de Argentina mediante la explotación de los vastos recursos de hidrocarburos del juego de esquisto Vaca Muerta. 

Hay indicios de que la producción de petróleo y gas natural de Vaca Muerta está lista para expandirse a un ritmo sólido. Según la consultora de la industria energética Rystad Energy, la productividad del pozo de Vaca Muerta está aumentando, lo que lo hace competitivo con algunos de los mejores yacimientos de esquisto de EE.UU. a diferencia de las principales cuencas de petróleo de esquisto de EE.UU., donde la productividad de los pozos, en la mayoría de los casos, se ha estancado, las eficiencias continúan realizándose en Vaca Muerta a medida que se realizan más descubrimientos, se perforan pozos y se establece la infraestructura.

Eso, junto con la baja proporción de gas natural a petróleo de la formación geológica, apunta a precios de equilibrio en Vaca Muerta, que se estiman en US$ 45 a US$ 50 por barril, cayendo significativamente a medida que se desarrolla más el juego de esquisto.

La compañía petrolera nacional YPF, que es la fuerza impulsora detrás del desarrollo de Vaca Muerta, anticipa que el precio de equilibrio promedio caerá por debajo de US$ 30 por barril, lo que hace que el juego de esquisto sea una operación altamente competitiva y rentable.

Para que eso ocurra, Buenos Aires necesitará reducir las onerosas regulaciones y controles de capital, reforzar la confianza entre los inversionistas extranjeros en energía y crear mayores oportunidades de financiamiento.