Ilustrativa crónica de "El País" de Madrid sobre las tensiones al interior del flamante gobierno del Perú.
JUAN DIEGO QUESADA /JACQUELINE FOWKS
El día anterior había sido su investidura oficial como presidente. La pompa del Congreso. La solemnidad militar. El mármol como testigo del momento. Ahora, sin embargo, Pedro Castillo observaba el horizonte infinito de Los Andes. Estaba en la región de Ayacucho rodeado de montañas y aves que sobrevolaban una planicie extensa. Llevaba colgada la banda presidencial y el sombrero de palma con el que nació puesto. Se acercó en ese momento a una mesa posada sobre un tapete rojo. Encima, un pequeño crucifijo y una Biblia. Entonces, Castillo engoló la voz.
—Señor Guido Bellido Ugarte, ¿juráis por Dios y estos santos evangelios desempeñar leal y fielmente el cargo de presidente del consejo de ministros que en vos confío?
—¡Sí, juro!—, resumió un hombre embutido en un traje azul marino.
—Si así lo hicieres, que Dios y la patria os premie. Y si no, que la patria os lo demande.
La gente aplaudió. Castillo no había elegido por casualidad ese escenario para llevar a cabo su primera gran decisión como presidente. En esa llanura, los insurgentes locales derrotaron a las tropas de la monarquía española y sellaron la independencia de Perú hace dos siglos. El profesor de escuela veía su decisión como una extensión del pasado.
Sin embargo, en Lima, la capital, se frotaban los ojos. Castillo acababa de elegir como hombre fuerte de su Gobierno a un político semidesconocido, marxista y castrista, del ala más dura y radical del partido Perú Libre, bajo cuyas siglas él se había presentado a las elecciones. La moderación con la que había encarado la segunda vuelta de las elecciones, donde se apoyó en políticos más centrados y mesurados, se había esfumado. Comenzaron entonces 30 horas de incertidumbre que hicieron tambalear su Gabinete incluso antes de que llegara a formarse.
Los más sorprendidos eran los más cercanos a Castillo. Entre ellos dos personajes que estaban llamados a ser figuras clave en su Gobierno. Pedro Francke, un reputado economista, y Aníbal Torres, un abogado con prestigio. Uno iba a ser su ministro de Economía, el otro de Justicia. Los dos sintieron como una traición el nombramiento de Bellido. Suponía darle poder a Vladimir Cerrón, el líder de Perú Libre. Bellido funge de figura decorativa, está ahí para ser los ojos de Cerrón. Se trata de un marxista-leninista estancado en el castrismo, como si el mundo estuviera anclado en la década de los sesenta del siglo pasado.
Acabada la ceremonia en Ayacucho poco después del mediodía, Castillo voló de regreso a Lima. Presidencia emitió un comunicado en el que informaba que en cuestión de horas iba a hacerse público el nombre de los ministros. Lo que no esperaba el nuevo presidente era encontrarse una rebelión. Francke y Torres renunciaron a tomar posesión de sus ministerios. Los moderados, que representan a la izquierda más centrada, se sintieron insultados por ver a un radical, gente de Cerrón, en el puesto de más poder. El hueco que dejaron los que se negaban a integrar el Gobierno tenía que ser tapado en cuestión de pocas horas. Según la prensa peruana, el entorno de Castillo tanteó a una docena de candidatos alternativos. Se encontraron con una pared. Pocos querían entrar en unas circunstancias así.
Perú, mientras tanto, entró en un estado depresivo. Los medios locales nunca han sido benévolos con Castillo. Al revés. La misión electoral de la Unión Europea supervisó los comicios y al acabar escribió un informe que decía lo siguiente: “Ha sido una cobertura claramente sesgada de la mayoría de los medios de comunicación privados que favoreció a FP (el partido de Keiko Fujimori, la rival de Castillo) y socavó el derecho de los votantes a recibir una información equilibrada”. Sin embargo, la pesadumbre en esos momentos era general. El Gobierno dialogante, de mayorías, que la gente esperaba tras unas elecciones que habían fracturado el país ya no parecía posible. Solo Cerrón celebraba en Twitter lo que ocurría.
En esas horas todo el mundo quiere saber quién era realmente Bellido, el nuevo primer ministro. Se descubre que nunca ha tenido puestos de responsabilidad relevantes. Clásico cuadro medio de un partido. Su expediente universitario no luce, fue uno de esos estudiantes universitarios eternos. En debates ha negado que Cuba sea una dictadura y que Sendero Luminoso tenga que ver con el terrorismo. Esto último le ha valido una investigación por enaltecimiento. En redes sociales su perfil no resulta nada agradable.
En un post de Facebook transcribe unas palabras de Fidel Castro, de 1963, en las que dice que el “hombre nuevo” no puede ser “un maricón”. Uno de sus contactos le advierte de que ese es un pensamiento reaccionario de hace 60 años. Él responde en una frase confusa, sin puntos, comas ni interrogaciones, pero viene a decir esto: ¿Cuál es la diferencia? El maricón de los 60 se comían sus patas. El actual igual”. En otra ocasión se refiere a un empresario peruano y exministro en estos términos: “Gay puerco”. Más tarde, se pregunta en relación a una noticia: “¿Por qué quieren mariconizar a los peruanos a cualquier precio?”. Cerrón le da un like a esa publicación. Sobre el suicidio de un hombre que dijo que no podía ver a sus hijos por impedimento de la madre, escribió: “La mujer es tan destructiva y despiadada a la hora de mezclar sus rencores y egoísmo. No veo ninguna lesbiana ni gay que organice una movilización”.
El escenario para la jura de los ministros estaba preparado. Las televisiones emitían desde el lugar. El problema es que no había nombres para todas las carteras. La ceremonia se retrasó dos horas y media. El país estuvo en vilo. Francke abandonó el lugar del evento, cabizbajo. No iba a integrar el gabinete, se negaba. Él, que se había reunido con empresarios y embajadores para asegurarles que en este Gobierno no habría expropiaciones ni intervenciones de la moneda, como alguna vez había sugerido Castillo en sus mítines. Su sola presencia había calmado los mercados. Francke tiene influencia y reconocimiento en Lima, donde se toman las grandes decisiones empresariales del país. Sin él, la confianza en el Gobierno se ponía en duda.
Pero la composición del equipo de Castillo debía continuar. Con dos horas y media de retraso, el presidente apareció en el escenario y juró a más de una docena de ministros. Solo dos mujeres. Las carteras clave, Economía y Justicia, se quedaron vacantes. Castillo, por fin, se fue a descansar al apartamento donde vive desde hace unos meses. Había sido un día largo. Comenzó con euforia en Ayacucho y acabó con decepción en Lima. Los nubarrones acechaban al presidente.
De madrugada, sin embargo, Francke apareció en el apartamento. Cuando todo parecía que había acabado. Las cámaras lo registran entrando después de medianoche y saliendo dos horas después. No dijo ni una palabra.
A la mañana siguiente el pesimismo era absoluto. Las portadas de los periódicos y los editoriales eran demoledores. Sin matices. Los analistas políticos, de todos los colores, parecían desconcertados. Las críticas le caían de Castillo por todos lados, incluso de sus aliados. La improvisación y algunos bandazos que había dado el profesor de escuela en campaña habían generado dudas sobre su forma de tomar decisiones, pero nadie esperaba un escenario así 48 horas después de tomar posesión. El mercado se resintió. La bolsa cayó un 6%. El dólar alcanzó su máximo histórico en Perú. Las casas de cambio colocaron un precio hasta ahora nunca visto: “Cuatro soles por dólar”.
Castillo toma el juramento de Pedro Francke como ministro de Economía, el viernes por la noche.PERUVIAN PRESIDENCY HANDOUT / EFE
Cerrón celebraba “el flamante gabinete”. Pero Castillo tenía que enderezar el rumbo. Los partidos de la oposición ya le habían advertido de que Bellido no pasará la votación en el Congreso, el jueves que viene. La cámara tiene que aprobar al nuevo equipo en una mayoría simple que ahora mismo no tienen el presidente y sus aliados por sí mismos. Castillo, entonces, acercó posturas con Francke, que pidió condiciones para volver. Primero, que Cerrón no asista a ninguna de las reuniones del Ejecutivo. Segundo, que cesen los comentarios de odio de Bellido. Aníbal Torres exigió condiciones parecidas. No parecían fáciles de otorgar, suponía que Cerrón y su gente se retractaran. Fueron horas de negociación e incertidumbre. Los moderados pedían un gesto público y contundente de los radicales. Y llegó, por sorpresa.
Bellido escribió un tuit en claro apoyo al profesor universitario: “Pedro Francke tiene todo nuestro respaldo para la aplicación de la política económica de estabilidad”. Más tarde firmó un comunicado en el que firma como presidente del consejo de ministros. Ahí ratificaba su compromiso con la democracia, la gobernabilidad y los derechos humanos, todo eso que había quedado en duda revisando su historial. Añadía: “Rechazo categóricamente toda forma de violencia y terrorismo en todos sus extremos”. Ahí se entiende que se desliga de las dudas sobre Sendero Luminoso, el grupo terrorista de inspiración comunista que provocó el pánico en los años noventa. Su sola mención en Perú genera incomodidad. La palabra sendero ha sido desterrada del lenguaje común hasta para nombrar un camino.
Pero volvamos al comunicado de Bellido, porque hay más. Ahí dijo que es hijo de campesinos quechua que ha vivido en carne propia la discriminación, y seguro que no le falta razón. En el rechazo a Castillo y su gobierno también hay bastantes dosis de racismo. A menudo la población de Los Andes ha sido vista y tratada como de segunda. Un sector radicalizado en el otro extremo cree que el mando corresponde por mandato natural a las clases pudientes de Lima. Esa era la marea de fondo que polarizó la elección entre Castillo y Fujimori. Bellido, como exigía Francke, rectificó también sus comentarios de redes sociales: “Juntos superaremos el racismo, el clasismo, el machismo y la homofobia que están profundamente arraigados en la sociedad”.
El primer paso estaba dado. Los moderados se dieron por satisfechos. Los radicales se habían apuntado el primer tanto al colocar a un primer ministro de su cuerda, pero tuvieron que rectificar en público. La noche del viernes, Francke y Torres juraron como ministros. Era una forma de cerrar la crisis. Ha sido día y medio de tensión, de una cisma que puso incluso en cuestión el Gobierno de Pedro Castillo. El profesor experimentó en sus primeros días las turbulencias del poder.
Analistas y protagonistas: Las 5 incógnitas del Perú de Castillo
¿Cuáles son los retos económicos que debe afrontar Castillo?
Economistas Alfredo Thorne, Enzo Defilippi y Hugo Perea brindan sugerencias para que el nuevo gobierno pueda continuar con la senda de recuperación y crecimiento de la actividad económica.
JAVIER ARTICA / EL COMERCIO
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El Perú celebró el Bicentenario de su Independencia el 28 de julio con un nuevo inquilino en Palacio de Gobierno: Pedro Castillo Terrones, quien tiene uno de los retos más grandes en materia económica para que el país retome su crecimiento en medio de la crisis que dejó la pandemia del COVID-19.
Solo basta recordar que el año pasado la economía nacional tuvo una contracción de -11,1% y un aumento de la pobreza de 10 puntos, alcanzando al 30% de su población.
Sin embargo, la pandemia no es el único factor que ha complicado la situación del país, sino también las reformas en diversos ámbitos económicos que no se han dado y pusieron en evidencia los problemas estructurales de la economía.
En se sentido, Alfredo Thorne, exministro de Economía y Finanzas (MEF), sostuvo que el mandatario tiene una gran responsabilidad en varios aspectos que no debe dejar de lado para que el Perú siga en su senda de reactivación y recuperación. Entre ellas mencionó:
Crecimiento de la economía
El experto refirió que el crecimiento del 2021 se debe por un efecto rebote, debido a que el año pasado tuvimos una fuerte caída en el Producto Bruto Interno (PBI).
“El crecimiento del mes a mes ha sido muy bajo, excepto el de mayo, así que tiene una gran responsabilidad de hacer que los motores de crecimiento se mantengan”, precisó.
Para eso, Thorne indicó que los grandes proyectos mineros e infraestructura mueven la aguja de la economía.
“En lo personal, la creación del Tren Inca (con trayecto de Cajamarca a Puno) y el Tren Grau (que recorrerá de Tumbes a Tacna) es casi imposible de financiar. Lo que sí me parece interesante es su propuesta de las carreteras transversales, las que bajan de los valles de los andes hacia la costa para que los agricultores puedan sacar sus productos a los puertos”, subrayó.
Ejecución de obras públicas
Thorne argumentó que se debe revisar con cuidado la legislación y normativa de las Obras por Impuesto, Invierte.pe y ProInversión.
“Las obras de Gobierno a Gobierno cuestan mucho dinero, lo podemos ver con la Reconstrucción del Norte. Lo que se debe hacer es cambiar la normativa para acercarse a uno como se usa en Reino Unido”, sugirió.
Con esta medida, el especialista comentó que el presidente podrá realizar las obras que planteó en el discurso, como las pequeñas carreteras y saneamiento.
Descentralización
El extitular del MEF manifestó que los gobiernos regionales y locales ahora tienen una serie de responsabilidades: educación y temas sociales, pero deben ser capacitados.
“Por ejemplo, los hospitales en los gobiernos regionales son distintos a los que se ejecutan a nivel del gobierno nacional y hay que estandarizar eso porque no tienen los implementos ni maquinarias. Hay 17 centros que se han construido y no se han entregado al Minsa”, recalcó.
Ayuda a las pymes
Con respecto a la pequeña y mediana empresa (pyme), el economista expresó que la legislación laboral tributaria y protección social son complicadas y penaliza a este sector.
“Es muy difícil para una pyme pagar todos los sobrecostos laborales que implica un trabajador permanente o el sistema tributario tiene el Régimen Especial del Impuesto a la Renta (RER) y Régimen Único Simplificado (RUS) que de alguna manera hacen que las empresas se queden pequeñas para siempre”, afirmó.
Asimismo, explicó que la ley en este rubro es compleja y una pequeña empresa que no tiene servicio de contabilidad no puede hacer todos los trámites laborales.
Tema social
Sobre la pobreza en el país, Alfredo Thorne aseveró que sacar a los más de 3 millones de familias que han caído en esta situación por resultado de la pandemia exige una revisión cuidadosa de los programas que tiene el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
Señaló que hay una serie de actividades de esta entidad que no están ayudando, como el tema de desnutrición y la anemia que debe reforzarse.
Confianza, resolver problema fiscal y buenos funcionarios
Por su parte, Enzo Defilippi, exviceministro de Economía y Finanzas, propone tres ejes importantes para que el mandatario Castillo pueda afrontar los temas económicos en el país.
“Se debe dar confianza tanto para los empresarios como consumidores. No solamente es hacer anuncios, sino es actuar. Lo que tiene que hacer es nombrar un equipo en el BCR que tenga credibilidad”, indicó.
Agregó que si los empresarios no tienen confianza no van a invertir. “Hay una gran cantidad de proyectos que están paralizados. Todavía tenemos severas consecuencias de la pandemia que hay que enfrentar y lo primero es confianza porque con inversión viene el empleo”, dijo.
Defilippi también consideró que el nuevo mandatario tiene un tremendo desafío fiscal, debido a que los ingresos del país se han reducido fuertemente por la pandemia y eso implica gastar menos de lo que ingresa.
Indicó que el Perú tiene un nivel de deuda relativamente bajo, pero por ese motivo no se puede ser tan ligeros en soltar dinero.
“Lo que va a pasar es que el riesgo país de Perú va a aumentar mucho más y la consecuencia de eso es un financiamiento más caro de cualquier cosa, ya sea tu tarjeta de crédito, hipoteca, proyectos de inversión y eso hará que sea más complicado generar empleo”, sostuvo.
En ese sentido, el especialista recomendó ampliar la base tributaria y cerrar exoneraciones.
Para que el Estado camine, el exviceministro de Economía mencionó que el jefe de Estado necesita tener funcionarios hábiles y capaces.
“Cualquier cosas que el presidente quiera hacer lo tendrá que realizar con una burocracia, entonces necesita funcionar con capacidad de gestión”, recalcó.
Dar Tranquilidad a los mercados financieros
Para Hugo Perea, economista jefe de BBVA Research, el reto a corto plazo que tiene Pedro Castillo es estabilizar los mercados financieros y para eso se requiere dar señales de confianza.
“Productos del entorno político estamos viendo caídas importantes en los precios de los activos peruanos, los indicadores bursátiles, los bonos del tesoro, la subida del tipo de cambio afectan a la población. Muchos tienen fondos de pensiones que se están desvalorizando”, anotó.
El economista apuntó que se debe reactivar la economía para superar los niveles prepandemia e ir recuperando los empleos y la mejor manera es impulsando la inversión.
Añadió que se debe mantener un buen despliegue de la inversión pública, así que sería importante retener al staff técnico del MEF.
“Necesitamos acelerar el crecimiento porque con un 2% o 3% no va a alcanzar para generar empleo suficiente, por eso tenemos que pensar en el largo plazo con más inversión y reglas de juego claras, mayor institucionalidad”, declaró.
Cambio en el mercado laboral
Perea añadió que uno de los problemas que se viene arrastrando hace años en el país es el aspecto laboral, lo que se debería cambiar en este nuevo gobierno.
“Hay que hacer cambios en el mercado laboral que funciona muy mal. Más del 70% de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en informalidad”, concluyó.
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Inversión de más de S/12.000 millones para reactivación: ¿Es viable?
En su primer Mensaje a la Nación, el presidente Pedro Castillo Terrones realizó el anuncio de una serie de medidas de corto plazo detallando sus montos de gasto.
Entre estas, señaló que “para crear un millón de empleos en un año” se asignarán S/4.700 millones como inversión pública, otros S/1.000 millones “hasta diciembre” para el pago de la deuda social del magisterio y otros S/500 millones para la gestión de un programa de financiamiento que busque “dar valor al capital turístico, gastronómico y de culturas vivas”.
A esto, Castillo sumó una “transferencia directa e inmediata de apoyo financiero de S/700 soles a cada familia vulnerable”, aunque no precisó mayores detalles sobre la focalización y periodicidad.
Al respecto, Luis Fernando Alegría, analista senior de macroeconomía y estrategia de Seminario SAB, señaló que –considerando las cifras de pobreza monetaria al 2020 (30,1% de la población) y la definición de vulnerabilidad del BID, hasta 8,8 millones de familias podrían ingresar a este grupo, con lo que la inversión requerida para un único pago ascendería a más de S/6.100 millones.
Esto, finalmente, brinda una idea de un eventual gasto en un máximo de doce meses de más de S/12.000 millones, equivalente a más de 1,6% del PBI peruano.
Implicancias
Alfredo Thorne, exministro de Economía, criticó que, durante su primer mensaje, Castillo no haya brindado detalles sobre los fondos para concretar sus medidas.
“Entonces, lo que queda es esperar algunos documentos, como el Marco Macroeconómico Multianual, que brinda un horizonte de tres años, el proyecto de ley de presupuesto público para el 2022, la ley de responsabilidad fiscal para su gobierno, entre otros”, refirió.
Puntualmente sobre el mensaje, Thorne indicó que lo que muestra es que se tendría un déficit fiscal más alto del esperado por el consenso de analistas (10% del PBI).
“En su discurso, Castillo ha hablado sobre un aumento progresivo para el presupuesto de educación y varios gastos considerables en salud. El limitante que veo es cuánto pueda financiarse [sin deteriorar las cuentas públicas]. Lo veo bien difícil. Y si lo hace, probablemente, el costo sea llevar la economía a una recesión. También validaría las altas expectativas de inflación”, comentó.
El exministro añadió que otra implicancia de un deterioro de las finanzas públicas es que las agencias calificadores revisarían a la baja al país. Esto implica que al momento de buscar financiamiento mediante deuda, las tasas de interés sean mayores. “Eso significa una deuda más cara”, precisó.
Por su parte, Alegría añadió que, de hecho, el escenario que encuentra el nuevo presidente no es el óptimo para una serie de anuncios que tiene un importante componente de gasto.
“Vamos a sumar siete años de política monetaria expansiva. Estamos con un déficit más alto del que deberíamos. Cada vez estamos elevando más la deuda pública. Es decir, la capacidad del Estado para generar ingresos no está alineada a sus requerimientos de gastos”, señaló.
Alegría precisó, sin embargo, que respecto a otros países con el mismo nivel de riesgo soberano “todavía tenemos espacio fiscal” para la ejecución de algunas medidas económicas, pero debe considerarse su relevancia.
“La deuda pública está en alrededor del 34% del PBI. El promedio para países con la calificación del país es alrededor del 40%. Entonces, sí hay espacio para el gasto. El tema es la pertinencia de esas medidas”, mencionó.
Incluso, Alegría señaló que la viabilidad de estas medidas se complica considerando que el plazo para sus ejecuciones, según se ha anunciado, es máximo de 12 meses.
“Si solo en un año ampliamos el déficit, con seguridad, las agencias calificadoras nos mirarán mal. No es viable. Otro factor es que el Estado tiene un problema estructural para la ejecución de recursos, entonces, tampoco es una buena idea aumentar recursos cuando no se usan en su totalidad”, puntualizó.
Thorne añadió que Castillo debería aterrizar sus propuestas, pues “ya pasamos la época de candidatos y ahora debe gestionar el gobierno y ser más cauto con lo que ofrece”.
En tanto, Alegría mencionó que el nuevo gobierno deberá abordar “en algún momento” el ámbito tributario, pues la presión tributaria (14% del PBI) es una de las más bajas entre los países de la región.
