JUAN SALDARRIAGA

Los elevados precios de los metales suelen ser un regalo envenenado para la minería. Se vio en el 2011, cuando Ollanta Humala llegó al poder y sentó a negociar a las grandes empresas mineras para obtener un mayor porcentaje de sus rentas a través de la aplicación de un nuevo esquema tributario.

Era la época del boom minero y el gobierno veía muy fácil poder capturar la friolera de S/3.000 millones, aprovechando esta favorable coyuntura. Ironías del destino: el boom llegó a su fin un año después (2012), y la esperada cosecha de impuestos no se concretó.

Ahora, otro candidato presidencial (y virtual presidente) busca conseguir algo parecido, aunque con propuestas más radicales, que van desde la imposición de nuevos tributos hasta la expropiación de los principales yacimientos de oro, cobre, plata y hierro del país.

Desde que esta paleta de propuestas se hizo pública en abril pasado, la minería puso en el congelador sus inversiones a la espera de una clarificación por parte de Pedro Castillo (Perú Libre).

Dos meses después, nada ha cambiado.

Proyectos en el congelador

“El problema es la incertidumbre. Por un lado, sale el vocero económico de Perú Libre (Pedro Francke) a tratar de poner paños fríos diciendo que no se va a estatizar la inversión privada y por, otro lado, sale otro vocero a decir que los invitados no tienen vocería. Entonces, hay mucha intranquilidad en los agentes económicos”, refiere Marcial García, socio de impuestos y experto en minería de EY.

A su entender, esta situación de indefinición seguirá paralizando las inversiones hasta que se tenga la seguridad de quién será el nuevo presidente y cuál será la política minera que aplicará.

“Se entiende que habrá un periodo de varios meses en el cual las empresas analizarán de manera más profunda que es lo que se va a proponer para la minería, porque muchas cosas que se han planteado hasta ahora [en la esquina de Perú Libre] no son aplicables”, anota Ricardo Carrión, gerente de mercado de capitales de Kallpa SAB.

El especialista advierte que las empresas mineras tenían ya todo listo para gatillar y acelerar sus proyectos (tras el hiato ocasionado por la pandemia) gracias al ‘combustible’ proporcionado por los precios récord del cobre y el oro.

Es el caso de dos mineras junior que estaban por aterrizar en la Bolsa de Valores de Lima, y de otra empresa que se encontraba cerca de cerrar la compraventa de “un proyecto minero importante”.

Todas ellas deberán pensarlo varias veces ahora. Como también lo deberán hacer los operadores de los siete proyectos mineros por US$3.577 millones voceados para iniciar construcción este año, entre los que se encuentra Yanacocha Sulfuros (US$2.000 millones), iniciativa localizada en la tierra natal de Pedro Castillo: Cajamarca.

“Las empresas que ya están en el Perú se van a quedar, pero las inversiones adicionales no van a venir por un tiempo hasta que los inversionistas vean si se van a respetar sus derechos”, apunta Carlos Herrera Descalzi, ex ministro de Energía y Minas. ¿A qué debería atenerse la minería?

De Humala a Castillo

Herrera recuerda el cuidado que tuvo el gobierno de Ollanta Humala en no ‘matar a la gallina de los huevos de oro’ en sus negociaciones con la minería en 2011.

Producto de esas conversaciones “alturadas y cordiales”, el gobierno logró imponer tres tributos: una nueva regalía calculada sobre la utilidad operativa, y dos nuevos impuestos a las sobreganancias: el Impuesto Especial Minero (IEM), para las empresas sin estabilidad tributaria, y el Gravamen Especial Minero (GEM), para las empresas con estabilidad tributaria.

¿Qué planea agregar Perú Libre?

“Es difícil anticipar - señala García - pero lo claro es que van a buscar, por lo menos, una mayor carga tributaria sobre las mineras, bajo el argumento de siempre: que hoy pagan poco”.

En su Plan de Gobierno, Perú Libre propone eliminar las exoneraciones tributarias a las empresas mineras, renegociar los contratos de estabilidad tributaria (de los cuales solo hay seis vigentes), crear un nuevo impuesto a las sobreganancias y volver cobrar regalías en función a las ventas, como era antes del 2011.

Para García, todo esto es innecesario porque el esquema tributario implementado por Humala está, finalmente, logrando su cometido: recaudar grandes sumas en época de precios altos.

El récord de recaudación de impuestos del sector minero, registrado este año por la Sunat, se debería, precisamente, a ello.

Con todo, la minería estaría dispuesta a ceder y pagar más tributos, pero no a soportar medidas drásticas como la nacionalización de los yacimientos, porque “bloquearían las inversiones en el país”, señala Roque Benavides, presidente de Compañía de Minas Buenaventura.

“Si ello ocurre, las empresas que se verán perjudicadas van a reclamar sus derechos y vamos a estar en dificultades con arbitrajes internacionales y, seguramente, vamos a perder esos arbitrajes y tendremos que pagar. No hay lonche gratis”, advierte Gonzalo Tamayo, ex ministro de Energía y Minas.

Minería en observación 

Por lo pronto, Carrión tiene claro que las empresas mas afectadas por esta situación serán las mineras junior (exploradoras), las cuales necesitan financiamiento en bolsa para poder sobrevivir.

En su opinión, este facilidad se perdería por el momento, a pesar de las excelentes condiciones globales para la inversión, debido a la “desconfianza con que ahora nos mira la comunidad internacional”.

Sin embargo, no todo sería tan negativo. Herrera recuerda que, incluso, en la época del gobierno militar de izquierda de Juan Velasco Alvarado, los capitales extranjeros arribaban al país porque las reglas, aunque adversas, ya estaban claras.

“El problema es la incertidumbre. Cuando esta se disipe, lo más probable es que el Perú vuelva a enrumbarse, pero entrara en observación por un largo tiempo”, señala.