El economista formado en la Universidad Católica Argentina y de la Universidad de Harvard Juan Carlos de Pablo fue entrevistado en LN+ y durante un intenso reportaje habló sobre las condiciones objetivas que definen el día a día de los ciudadanos en un contexto de pandemia y avance del coronavirus.
“Las restricciones a la circulación no hacen felices a ninguno de los afectados. Tenemos los indicadores sanitarios en niveles preocupantes, un presidente evaporado en un país presidencialista y personalista, y un equipo económico que no está a la altura de las circunstancias”, analizó con dureza.
Consultado por las pujas de poder en torno del timón económico de la Argentina y las tensiones suscitadas al interior del Ministerio de Economía, explicó: “¿Quién manda realmente? Es un lío. Para un integrante del equipo económico, es complicado buscar vigas políticas y orientar su acción. Tenemos un Estado gigantesco que sirve para transferir ingresos”.
Respecto al panorama económico local, De Pablo cuestionó el gasto público, y agregó: “A la Argentina hay que dividirla en el sector público, la porción del sector privado que vive del resto del sector privado a través del sector público, y los que no tenemos más remedio que aguantar a todos los demás pagando impuestos. El Estado es gigantesco y en términos de servicios devuelve poco y nada”.
En esa línea, el economista -en términos de proyección para el futuro- transmitió un mensaje a la audiencia y se refirió a los mercados populares, en el foco del debate por el diagrama de medidas del Ejecutivo bonaerense y de la Casa Rosada para frenar la ola de contagios. “La Salada desde el punto de vista sanitario deja mucho que desear, pero desde el punto de vista de la vivencia es un canto a la vida; es el tipo que se levanta todos los días y sale a pelearla como puede sin esperar que un funcionario le diga algo. El presidente de la Nación se emociona cada vez que habla del Conicet y de la UBA, pero si no fuera por el sector privado, el PBI hubiera caído mucho más”.
SERGIO SERRICHIO/Infobae
El sainete en torno de la salida o no del subsecretario de Energía Eléctrica del Ministerio de Economía, Federico Basualdo, luego de que el ministro Martín Guzmán planteara al presidente Alberto Fernández y al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que eligieran entre él o Basualdo, es de por sí políticamente cargado: Basualdo llegó a su puesto con el respaldo de La Cámpora y, claro, de la vicepresidente Cristina Kirchner.
La crisis no tiene resolución, como destacó Infobae ayer, si bien el Presidente mantendría al cristinista en su puesto, al menos por el momento. Ambos Fernández, el mandatario y su compañera de boleta, avalan la perspectiva del ministro de Economía y aceptaron que fuerce el desplazamiento del subsecretario Basualdo acusado de ineficacia manifiesta. “Pero se trata de políticos de la vieja escuela que jamás aceptarían la renuncia de un funcionario ejecutada a través de los medios de comunicación”, destacó el sábado este medio.
“No es gratis meterse con los Federicos”, dijo un experto energético del albertismo, sin funciones en el gobierno, refiriéndose también a Federico Bernal, el interventor del Enargas, otro funcionario con terminal en el Instituto Patria. Durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner Basualdo, sociólogo, había sido uno de los directores del ENRE. A principios de la presidencia de Alberto Fernández fue designado interventor en ese organismo de control, y cuando ascendió a subsecretario, junto con el pase del área energética del ministerio de Desarrollo Productivo (Matías Kulfas) a Economía (Guzmán), hasta se dio el lujo de dejar al frente del ENRE a una persona de su confianza, la abogada María Soledad Manin, una experta en derecho administrativo y con pedigrí en defensa del consumidor.
Números que inquietan
Al peso político de la cuestión hay que agregar una fuerte carga económica, más precisamente fiscal: los centenares de miles de millones de pesos en subsidios energéticos, consecuencia de tarifas congeladas hace 24 meses y que el Gobierno se resistía a aumentar en un año electoral. Sólo por esa vía se fueron en el primer trimestre $185.000 millones, 73% más que en el mismo lapso de 2020. Sin aumento de tarifas, la cuenta se empina cada vez más.