Activistas se muestran escépticos ante las ambiciosas metas ambientales de las empresas de hidrocarburos
ANJLI RAVAL
Los inversores que no han abandonado a las compañías petroleras, a pesar de la creciente reacción en contra de su papel en habilitar el cambio climático, argumentan que es mejor estar dentro que fuera.
El “compromiso”, una tediosa palabra de moda que usan los grandes accionistas, está triunfando sobre la desinversión, ya que ayuda a las empresas a cambiar para mejorar. La opción de abandonar a los contaminadores corporativos, de hecho sería irresponsable, dicen.
Algunos de los mayores actores petroleros ahora usan el mismo argumento para justificar su pertenencia a grupos de cabildeo de la industria que promueven políticas que han empeorado activamente la crisis climática.
Recientemente, Shell dijo que a pesar de que tiene “cierto desajuste” con grupos como el American Petroleum Institute (API), el grupo de cabildeo más grande y poderoso de la industria petrolera estadunidense, hay méritos para apoyarlos, incluso cuando ya salió de otros.
¿Por qué? “Porque hay pruebas de que sus posturas están cambiando, y creemos que podemos tener un mayor impacto positivo dentro de las asociaciones que fuera de ellas”, dijo la petrolera.
Shell dijo que sus roles en el Comité Ejecutivo, el Consejo de Administración, el grupo de trabajo climático del grupo y los entre 10 millones a 12.5 millones de dólares (mdd) que pagó el año pasado por ese privilegio ayudaron a cambiar la posición del API a favor del Acuerdo de París.
Los inversores también argumentan que desde su posición de accionistas influyeron en los objetivos de las emisiones, aumentaron el gasto en energías más limpias y cambiaron los modelos de negocio de las compañías petroleras que cotizan en la bolsa.
Está claro que las petroleras son un enemigo mucho más sofisticado para los ambientalistas que en años pasados, cuando estabas a favor o en contra de la acción climática.
Pero ahora esto significa que el escrutinio de los productores de combustibles fósiles también deberá ser matizado, sobre todo porque el sistema energético y la forma en que el mundo hace la transición hacia combustibles más limpios es compleja.
Es un negocio complicado para todos los involucrados, independientemente de si eres un inversionista ávido de dividendos en compañías petroleras, un financiero o una gran compañía de energía que busca conservar su licencia para operar durante la transición energética.
El director ejecutivo de BP, Bernard Looney, ha pasado los últimos meses tratando de recalcar el mensaje de que los inversores no solo deben recompensar a las empresas ecológicas, sino también a aquellas que están “ecologizando”.
Muchos activistas podrían argumentar que la motivación de las grandes petroleras para anunciar políticas de emisiones de carbono netas cero solo es un medio para conservar un asiento en la mesa de negociación, mientras el mundo aún navega por un futuro climático incierto y todo sigue como de costumbre. Es muy poco probable que incluso las compañías que están “ecologizando” se conviertan realmente en “verdes”, afirman.
Si bien Shell, BP y sus pares probablemente influyeron en la postura del API sobre el cambio climático, es posible que las compañías petroleras apoyen otras políticas que el grupo de cabildeo favorece, como los recortes a la regulación y el respaldo a los subsidios para la industria de los combustibles fósiles.
La confianza también es difícil de ganar para una industria que ha estado detrás de grandes desastres ambientales y tiene un historial de encubrir la corrupción.
Aun cuando todas las grandes compañías petroleras que cotizan en bolsa detuvieran sus operaciones de combustibles fósiles, las compañías nacionales de energía que proporcionan la mayor parte del petróleo del mundo seguirían estando allí, a menudo operando en países con reglas ambientales débiles. Con todo, incluso para los ambientalistas, estas compañías están en un nuevo mundo a medida que cambia el impulso político.
La pregunta es, ¿qué viene después y cómo se comparan las empresas? ¿Cuáles merecen respaldo y cuáles deben ser rechazadas? Los accionistas tienen que evolucionar y desarrollar las herramientas de inversión adecuadas para examinar y evaluar a las corporaciones.
La promesa de emisiones neto cero fue un fácil primer paso. Ahora los inversores, activistas y público deben preguntarse cómo se define el neto cero y si sus planes reducirán significativamente las emisiones absolutas.
Si bien una gran compañía de energía puede tener metas para 2050, ¿cuáles son sus metas para 2025, 2030 y 2035, y cómo las alcanzará? La transición energética es un fenómeno de varias décadas, no un éxito a conseguir de un día para otro y el discurso político y de los inversores debe cambiar para reflejar eso.