Si bien el alcance de BEV es amplio, se centra principalmente en productos y tecnologías "limpios", como acero y cemento más ecológicos, transporte de larga distancia y almacenamiento de energía.

Para ser elegible para la financiación de BEV, una empresa emergente debe exhibir una tecnología científicamente sólida que tenga el potencial de reducir las emisiones globales anuales de gases de efecto invernadero en al menos 500 millones de toneladas al año. Las emisiones globales actualmente miden alrededor de 34 mil millones de toneladas al año, en parte gracias a la reducción de la actividad económica mundial y la movilidad en 2020 debido a la pandemia del Covid-19.

El nuevo favorito de los inversores

La inversión en tecnologías verdes se ha disparado en los últimos dos años. Según el último informe de PwC sobre el estado de la tecnología climática, el dinero de capital de riesgo que fluye hacia las nuevas empresas que pueden ayudar a reducir las emisiones alcanzó los US$ 16 mil millones en 2019, frente a los US$ 400 millones en 2013, un aumento de 40 veces.

Los primeros mil millones de BEV se destinaron a empresas que desarrollan tecnologías complejas para respaldar la minería limpia de cobalto y litio , la aviación eléctrica , las  turbinas hidroeléctricas  y, más recientemente, el acero libre de emisiones .

"Hemos creado un gran equipo técnico y nuestra capacidad para cerrar un segundo fondo es un testimonio de su buen trabajo", dijo a Bloomberg News Eric Toone, líder técnico de BEV.

El fondo ha tenido algunas victorias dignas de mención. QuantumScape (NYSE: QS), que fabrica baterías de iones de litio de próxima generación, cotiza en la Bolsa de Valores de Nueva York en septiembre. Su capitalización de mercado es actualmente cercana a los US$ 20 mil millones, en comparación con los US$ 3 mil millones, aunque sus baterías no estarán disponibles antes de 2025.