El Departamento Técnico del IAE Mosconi publicó el 4 de enero el Informe de Tendencias Energéticas con datos del mes de noviembre de 2020. El Informe se nutre de datos oficiales que son elaborados y comentados con una metodología objetiva puesta a punto a lo largo de los años.
JORGE LAPEÑA
Para empezar, la buena
Empecemos por las buenas noticias: en los últimos 12 meses por primera vez las Energías Renovables en conjunto promocionadas por la ley 27191 alcanzaron un 9,2 % del total de la energía eléctrica, superando a la Energía Nuclear (7,2%) ubicándose como segunda fuente de Energías no productoras de gases de efecto invernadero, detrás de la hidroelectricidad con 22, 2 %.
Queda en evidencia, no obstante, un largo camino por recorrer si se tiene en cuenta que la energía termoeléctrica, de fuerte crecimiento en el Siglo 21, cubre el 60 % del total generado, y ello es incompatible a largo plazo con los compromisos del Cambio Climático asumidos por nuestro país.
a) Petróleo: el fracaso del “Barril Criollo”
1) La Producción nacional de crudo se redujo durante los meses de cuarentena (marzo -noviembre de 2020) con respecto a los mismos meses de 2019 en un 8,5 % como consecuencia de la disminución de la demanda interna.
2) En el mismo período las ventas de gas oíl –el combustible del Transporte- se redujeron un 13 % y las de naftas – automóvil particular- en un 37,2 %.
3) El Gobierno de Alberto Fernández sancionó el sobreprecio interno denominado “barril criollo” que acentuó las tendencias inflacionarias y recesivas. Sin embargo, la medida no logró sostener la producción nacional y se convirtió en un fracaso rotundo.
4) Si bien la exportación de crudo aumentó un 16 % respecto al año anterior la realidad demostró que la producción nacional no pudo mantener el nivel de actividad colocando los excedentes en el exterior.
b) Gas natural: el derrumbe productivo que preanuncia serios problemas en 2021
La demanda interna de gas natural – nuestro principal producto energético- se redujo en el último año en un 4,7 %; pesan en esa disminución los efectos de la larga cuarentena y la consecuente contracción de la actividad económica.
Sin embargo, la producción gasífera se derrumbó, cayendo el 9,7 % en el año, lo que representa una caída catastrófica. Esto produjo un doble efecto, por un lado obligó a aumentar las importaciones de gas natural desde Bolivia y de GNL, que se incrementaron en un 6,3 % en el año, y por otro lado, en el mismo lapso cayeron las exportaciones en un 20,2 %.
Durante los meses de la cuarentena propiamente dicha la disminución de la producción fue del 11,2 % y se produjo no solo en los yacimientos de gas convencionales sino también en los No Convencionales (Vaca Muerta) donde la caída productiva fue aún mayor, poniendo de manifiesto la debilidad del argumento usado tanto por el oficialismo como por la oposición política respecto a Vaca Muerta como única tabla de salvación.
El Gobierno fue el promotor del denominado “Plan Gas 4”, y volvió a sufrir un rotundo fracaso al no haber obtenido ofertas que aseguren el normal abastecimiento en el invierno de 2021.
Un hecho notable es la caída de la producción de gas por parte de YPF que explica el 65 % de la disminución total de Argentina. Esto obliga a poner el foco de atención política en este punto.
c) La Renegociación del Contrato con Bolivia: Una claudicación sin precedentes
Los negociadores argentinos firmaron la Adenda 5 al Contrato con Bolivia de provisión de gas importado firmado en 2006. El gas de Bolivia que en 2021 es más necesario que nunca debido a la catastrófica caída de la producción doméstica fue reducido en cantidades y se convalidaron precios exorbitantes en la frontera argentino-boliviana muy superiores a los que rigen en el mercado internacional.
Los negociadores argentinos se quedaron sin tiempo y claudicaron ante los evidentemente más sagaces negociadores bolivianos en una renegociación que se hizo el último día del año y debería haberse iniciado y concluido 6 meses antes.
Esa inexplicable acción del Gobierno tuvo como correlato la inmediata contratación del barco regasificador de GNL en Bahía Blanca como única forma de evitar un corte masivo de gas.
d) Final: el extraordinario crecimiento de los subsidios energéticos como única forma de evitar el colapso de los servicios públicos energéticos y el caos social
El Informe de Tendencias Energéticas muestra que los subsidios energéticos en el año que finaliza crecieron en pesos con un ritmo del 99,6 %, que multiplica por 3 el crecimiento de la inflación doméstica.
Lo curioso es que los subsidios medidos en dólares alcanzan en el año a la friolera de 5124 millones de US$ (crecieron un 25% respecto al año 2019). Es una cifra escalofriante que habla de un problema económico muy serio.
En 20 años, con ese ritmo, el total de subsidios alcanzaría a los 102.000 millones de U$S, una cifra seguramente inaceptable para el FMI en este momento previo al inicio de la negociación de la deuda.
Esa cifra es a todas luces insostenible, pero es la misma con la cual se manejó en promedio el “kirchnerismo” en su largo gobierno. Desde 2003 hasta el inicio de 2016 los subsidios energéticos también rondaron los 100.000 millones de U$S y mostraron la peor cara de la crisis energética.
Finalmente hay que tener en cuenta que el Gobierno de Alberto Fernández, que acaba de ratificar los congelamientos tarifarios, juega su última carta a los subsidios para evitar la quiebra del sistema eléctrico. Y convierte a Cammesa en el vehículo para evitar esa quiebra.
SANTIAGO SPALTRO
Entre junio y agosto de este año faltará gas natural en la Argentina. Es una certeza que tiene el Gobierno, que todavía no decidió cómo reemplazar esta parte de la oferta del principal combustible del país, que será muy escaso en invierno.
La opción casi inevitable es contratar un barco regasificador para que se vuelva a instalar en Bahía Blanca, aunque con eso solo no alcanzará.
Según contó durante una alta fuente oficial a El Cronista, ninguna alternativa de importación de energía está contratada hasta el momento, excepto Bolivia. Todo está en estudio.
Precisamente, la baja de 30% en la inyección del país que gobierna Luis Arce y el declino cercano al 7,5% en la producción doméstica (motivada en cambios en las reglas de juego en 2019, congelamiento de las tarifas en pesos y derrumbe de los precios en dólares, condiciones inaccesibles de financiamiento y una extensa demora en implementar incentivos en 2020) obligará a comprar en el exterior más gas, con un importante costo e impacto en las alicaídas reservas del Banco Central (BCRA), que preserva celosamente cada dólar.