El gobierno conservador australiano recibió una avalancha de críticas de una parte de la población tras presentar un proyecto para relanzar su economía gracias al sector del gas, sin tener en cuenta el impacto de las energías fósiles en el clima.
El primer ministro, Scott Morrison, reveló el martes un plan para "restablecer la economía", hundida por la pandemia del coronavirus, basado en gran parte en fuentes de energías contaminantes.
Este proyecto prevé potencialmente una central eléctrica de gas, financiada con dinero público, nuevos gasoductos y ayudas para proyectos de exploración y de fracturación en extensos yacimientos todavía vírgenes.
Los partidarios del gobierno conservador afirman que, con este plan, el país consolidará su posición como primer exportador de gas natural licuado (GNL).
Rica en carbón y gas, Australia se ha convertido en uno de los principales exportadores de combustibles fósiles. Algunas estimaciones lo sitúan en tercera posición, después de Rusia y Arabia Saudita.
"Este día quedará como histórico, el día que decidimos dar un paso adelante y tomar el control de nuestra estrategia energética", declaró Andrew Liveris, consejero de la comisión de recuperación poscoronavirus, y quien también es miembro del consejo de administración del gigante petrolero saudita Aramco.
Esta decisión del gobierno suscitó consternación, sobre todo teniendo en cuenta que, hace unos meses, el país tuvo que enfrentarse a los peores incendios de su historia y que se ve a menudo golpeado por fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático.
El círculo de reflexión Australia Institute consideró que "una recuperación basada en el gas" no crearía empleos. Si se agotan las reservas de gas, esto significaría "triplicar las emisiones de gas de efecto invernadero del planeta", apunta.
"Lo que va a pasar en que nos quedaremos bloqueados otros 40 años con esta central de gas", denunció el miércoles Mike Cannon-Brookes, multimillonario australiano cofundador del editor de programas Atlassian.
"Que quede claro, ni los ingenieros, ni los científicos, ni los economistas, nadie pide" esta central, insistió.
Muchos eran los que pensaban que la pandemia era la ocasión de imponer un vuelco económico a Australia, que desde hace un siglo basa su desarrollo en la explotación de recursos naturales.