Los pequeños inversores representan hoy un 20% del volumen total negociado en la Bolsa de Nueva York
MARTÍN BURBRIDGE
Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asunto llamado mercado de valores. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. Todo lo que compraba aumentaba de valor". Este fragmento pertenece a "Groucho y yo", del genial Groucho Marx, contando en primera persona su desafortunada experiencia con la burbuja especulativa de Wall Street en 1929.
Hoy, 90 años más tarde, millones de pequeños ahorristas vuelven a sentirse atraídos por el fenomenal rally alcista de la Bolsa de Nueva York, en un proceso que guarda varias similitudes con el que terminó provocando el crack financiero de octubre de 1929.
Sin embargo, resulta complicado comparar el entorno entre ambos períodos, sobre todo por las significativas distorsiones que hoy provoca la pandemia de coronavirus en la economía y los mercados financieros. Pero son cada vez más los analistas que advierten señales parecidas a las de los meses previos al derrumbe del martes 29 de octubre, que desató el pánico y provocó la crisis económica más profunda que vivió Estados Unidos en su historia.
En primer lugar, llama la atención la cantidad de ahorristas particulares que regresaron a la Bolsa, a pesar del contexto actual.
De acuerdo con Citadel Securities, el mayor operador bursátil de Wall Street, los pequeños inversores representan hoy un 20% del volumen total negociado en la Bolsa de Nueva York (en marzo pasado llegó al 25%). Esta proporción duplica a la de un año antes, y es diez veces más grande que en 2009, cuando había estallado la crisis subprime y la hecatombe financiera había afectado de manera profunda a los particulares, que terminaron muy endeudados y muchos de ellos en bancarrota.
Hay que remontarse a antes del derrumbe de las hipotecas subprime para encontrarse con tantos pequeños ahorristas pujando por diversificar sus carteras en acciones. En 2007, dos tercios de los estadounidenses habían invertido parte de su capital en renta variable, de manera directa o a través de un fondo invertido en acciones. Un comportamiento que recuerda al de 1929 cuando, tal como lo describe Groucho Marx, todos se sentían "negociantes muy astutos".
"La cosa más sorprendente con respecto a la Bolsa del año 1929 era que nadie vendía una sola acción. El público no hacía otra cosa que comprar. Un día pregunté más bien con timidez a mi corredor: Pero, ¿qué es lo que hace que estas acciones sigan subiendo? ¿No tendría que existir cierta relación entre las ganancias de una empresa, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones?", contó el cómico en otro fragmento de su descripción del crack del 29.
Esta desconexión de la realidad a la que hace referencia Marx es también un punto que advierten los analistas en estos momentos respecto de los mercados financieros. Con la economía estadounidense en terapia intensiva y sostenida por los gigantescos paquetes de ayuda del gobierno de Donald Trump y la Reserva Federal por u$s 2 billones, es difícil vislumbrar un futuro tan venturoso como el que ven los inversores en la bolsa.
El entusiasmo allí es tan grande que agosto terminó en niveles récord para el S&P 500 (por encima de los 3510 puntos) y el Nasdaq (más de 11.700 puntos). Un hecho que sirve para recordar que otro mes de agosto, pero de 1929, también cerró en máximos históricos.
Por otra parte, el nivel de endeudamiento del país es una verdadera espada de Damocles que pende sobre la recuperación de la economía, ya que el déficit fiscal se disparó a niveles históricos para sostener los planes de ayuda.
De ahí que más de un analista advierta, al igual que hace nueve décadas atrás, que tarde o temprano tendrá que darse una corrección en los mercados para reflejar esta realidad.
Como reflejaba el hombre del eterno cigarro, "de tanto en tanto, algún profeta de las finanzas publicaba un artículo sombrío advirtiendo que los precios no guardaban ninguna proporción con sus valores reales y recordando que lo que sube debe bajar alguna vez. No recuerdo exactamente la frase que había dijo, pero había afirmado algo así: 'Cuando la Bolsa se convierte en noticia de primera página, es el momento de retirarse'".