Se trata de la baja tasa de natalidad de empresas que, además, convive con algo acaso peor: la alta tasa de mortalidad
DOLORES OLVEIRA
Mientras el coronavirus pone en el tope de las prioridades la agenda sanitaria, hay otra grave enfermedad que, sin fiebre ni barbijos, ataca fuertemente a la economía local.
Se trata de la baja tasa de natalidad de empresas que, además, convive con algo acaso peor: la alta tasa de mortalidad. Esta combinación letal hace que, año a año, decrezca la cantidad de compañías netas a nivel nacional.
Antes de la cuarentena, ocho de cada 10 nuevas firmas llegaban a los dos años de vida y sólo un tercio lograba superar los ocho años. Además, al cabo de un lustro, la mayoría tiende a permanecer en su categoría de tamaño o a bajar un escalón, pero no crecen.
De acuerdo con un informe del Ministerio de Producción:
+ El 60% de las empresas con menos de 10 trabajadores se mantiene de esa manera a los cinco años de vida
+ Un impactante 37% no logra sobrevivir
+ Sólo tres de cada 10 puede superar el umbral de nueve empleados
+ El documento, además apunta que entre 2007 y 2017 nacieron 70.000 promedio por año pero cerró casi la misma cantidad
+ En los dos años subsiguientes la cifra de nacimientos se redujo y los cierres se mantuvieron constantes, dando lugar al peor escenario: una caída neta en el total de firmas activas
+ Según registros de AFIP, entre 2018 y 2019 unas 22.000 firmas sucumbieron , en su mayoría (80%) del rubro servicios.
+ Peor hay más: si se toma el 2020 (crisis y pandemia mediante), en apenas dos meses cerraron sus puertas otras 20.000
"La dinámica de modernización productiva es un proceso que se desarrolla mediante el recambio: la tasa de natalidad debe superar a la de cierre. Sin natalidad neta, no hay modernización productiva posible", enfatiza una investigación de la Fundación Observatorio Pyme (FOP).
A partir de 2011, la cantidad de firmas se mantuvo en torno a las 612.000 firmas y empezó a caer a partir de 2014: la sucesivas crisis, la pesada mochila tributaria, la falta de acceso al crédito, las altas tasas de interés, las constantes devaluaciones, la caída de consumo, las dificultades para exportar, y ahora, la pandemia se combinaron para que la Argentina refuerce su rol de "asesina serial" de compañías.
Pedro Cascales, de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), afirma a iProUP que "los primeros dos o tres años son una barrera infranqueable para la mayoría de los emprendimientos. Más aun en un contexto como el actual".
"En Argentina es muy difícil llevar adelante una empresa, hay una alta presión tributaria, con 160 impuestos y 20 vencimientos en el mes para una Pyme; gran cantidad de burocracia para la formalización y distintas habilitaciones según el rubro", añade.
Además, para directivo la situación está lejos de mejorar, ya que crear una nueva sociedad ahora será mucho más difícil si se derogan las SAS (Sociedades por Acciones Simplificadas). "Estos factores se van agravando con el tiempo y se les suma la industria del juicio laboral, que lleva a que muchas Pymes ya consolidadas se vean obligadas a cerrar", afirma Cascales.
Alta tributación, burocracia y falta de acceso al crédito: un cóctel fatal para las Pymes
Por su parte, Daniel Tricarico, director ejecutivo de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA), coincide en que la dura coyuntura económica más la carga impositiva son el "cóctel de la muerte", a lo que se suman nuevas regulaciones como la desaparición de las SAS, para configurar un "panorama sumamente crítico".
"La situación es devastadora: no hay problema económico que se solucione levantando persianas con subsidios, porque atenta contra el mismo tejido social", resalta Tricarico. En tal sentido, el ejecutivo afirma: "Estamos matando la actitud de emprender nuevos negocios y eso es lamentable, porque el talento se fuga fácilmente, como pasa hoy con el Uruguay".
Vicente Donato, de FOP, advierte a iProUP: "Llevamos más de una década con un problema estructural que es la baja cantidad de firmas. Hay apenas 30 cada 1.000 habitantes, a lo que se añade en este momento el riesgo de cierre del 8% del total".
Según Donato, "las empresas son pocas y tienen un alto riesgo de mortalidad", que lo atribuye a tres causas principales:
1. Un sistema financiero del tamaño del de un país africano: los créditos a empresas son de apenas 12% del PBI, frente a 90% de Chile, 60% de Brasil y 50% de Uruguay
2. La gran presión fiscal, tanto durante la creación y los primeros años del negocio, como en el ámbito laboral y el resto de los impuestos
3. La falta de competencias técnicas: si bien estas habilidades eran un punto a favor de Argentina, la situación se fue deteriorando en los últimos años
En relación con el punto 1 y la falta de financiamiento a tasas razonables, Donato añade: "Esto no se debe a que los bancos sean malos, sino a que los argentinos no ahorran en pesos, y sin ahorro no hay plata para prestar".
La dinámica no fue igual para todas las organizaciones. Según el informe gubernamental, "el estancamiento que data de 2011 y la caída a partir de 2014 correspondieron fundamentalmente a lo que ocurrió con las Pymes de hasta 50 empleados".
El resultado es que, desde la salida de la crisis financiera internacional de 2008, los Países Bajos prácticamente duplicaron la cantidad de empresas, mientras que en Argentina ese número se mantuvo constante y en Chile aumentó 15%. Otros datos preocupantes del estudio:
+ En Argentina nace una compañía formal cada 2.326 habitantes, una proporción muy por debajo de Chile (125), Brasil (347) y México (1.064)
+ Sólo el 14% de los argentinos puede emprender, mientras en el país trasandino lo hace cerca del 25% (uno de cada cuatro)
+ El crédito disminuyó al ritmo de 1,2% por año durante los últimos 35, mientras en Chile aumentó a un ritmo de 2,1% anual
+ En suelo albiceleste, la carga tributaria es el 29,3% de las ganancias de una compañía y la presión fiscal total, del 106%. En Chile, este último ítem es 5,1%; en Brasil, 68%; y en México, 52%
De esta forma, la Argentina se ubica en el ranking internacional de "Facilidad para Hacer Negocios" del Banco Mundial en el puesto 117 sobre un total de 190 países, mientras que Chile se coloca en la posición 55.
El Observatorio Pyme hizo un estudio comparativo de las políticas de diversos países para fomentar la vida empresarial y llegó a la conclusión de que los principales puntos a fomentar son:
+ Baja carga tributaria al nacer
+ Incentivos fiscales a quienes inviertan en startups
+ Beneficios fiscales por gastos en innovación
+ Amortización acelerada
+ Alternativas de financiamiento público y privado
+ Simplificación administrativa/burocrática
+ Alícuotas impositivas diferenciadas por territorio o tamaño
Este último punto es importante para el Observatorio Pyme ya que la localización de las empresas refleja las desigualdades territoriales.
En Ciudad de Buenos Aires, antes de la pandemia había 42 empresas radicadas cada 1.000 habitantes, mientras que en el Norte argentino sólo 7. En otras regiones, como Cuyo, Centro y Patagonia, existían apenas entre 12 y 15 firmas cada 1.000 personas.
Así, la cantidad de firmas está concentrada territorialmente:
+ El 70% se localiza en Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe
+ El Norte argentino (NEA y NOA) acapara solo el 11% de las firmas
Para el Observatorio Pyme, es fundamental corregir la tendencia "natural" a la aglomeración para conseguir un desarrollo productivo territorialmente equilibrado.
En 2018 exportaron unas 9.500 empresas, 1,6% del total de firmas privadas empleadoras. Esa cifra fue prácticamente igual a la de 1994, según el Ministerio de Producción.
El máximo número de exportadoras se registró en 2006: 15.100 empresas. A partir de ese año Argentina perdió, en promedio, 460 compañías que vendían al exterior por año en términos netos.
La caída en el total durante el periodo 2006-2018 se explica principalmente por la menor cantidad de nuevas exportadoras de manufacturas, que pasó de 2.577 a 1.128 (baja de 56%). En tanto, las relacionadas con las actividades primarias decreció 36%.
En otro orden, en Argentina una compañía, en promedio, nace con tres personas ocupadas. A medida que las firmas permanecen en el mercado aumentan el tamaño de su planta: una pequeña organización de siete años de vida tiene cuatro empleados más que cuando arrancó.
En 25 años no creció la cantidad de empresas que venden al exterior
Pero la informalidad, según FOP es altísima. En empresas de menos de 10 empleados, los asalariados no registrados ascienden a
+ 62% en Capital Federal
+ 82% en el Conurbano
+ 84% en la región Cuyo
+ 85% en el NOA
+ 80% es el promedio nacional
"Es un cúmulo de razones por las que para una Pyme es difícil nacer, sobrevivir y prosperar, aún fuera del marco de la pandemia", remarca Cascales.
Así, desde hace una década, la Argentina vive una grave enfermedad que ataca a las empresas y cuya cantidad de bajas sigue en aumento. El remedio parece, por ahora, lejano en el horizonte.