Pedido extraordinario de Cammesa hizo que el río Limay alcanzara un nivel que no tenía hacía cinco años
VICTORIA TERZAGHI
La caída en la producción nacional de gas natural ya se está sintiendo con fuerza en el sector de la generación hidroeléctrica, la punta de lanza del sistema para salir a paliar las necesidades de urgentes del país. Sin embargo, a un año del gran black out, los últimos episodios de alta demanda de energía hidroeléctrica también encendieron las alarmas sobre si habrá suficiente agua para los consumos básicos.
Durante este mes se registraron dos episodios llamativos en el sector hidroeléctrico de la potente región del Comahue. A principios de mes un pedido extraordinario de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) hizo que el río Limay alcanzara un nivel que no tenía hacía cinco años.
La erogación, para cubrir el pedido de generación, fue de 1200 metros cúbicos por segundo, un nivel tan alto que el vertedero de Arroyito debió permanecer abierto por varios días ante la imposibilidad de turbinar toda el agua que desde El Chocón le llegaba.
En esa ocasión una serie de factores se había combinado para que desde Cammesa se haga el pedido a las presas del río Limay. Junto con una ola polar, el buque metanero que debía ingresar a Escobar no pudo hacerlo por el mal tiempo y eso desplomó la cantidad de gas en el sistema nacional.
Pero antes de que termine el mes, un episodio similar volvió a darse y nuevamente se pidió a las represas del Comahue que salgan a generar más. En esta ocasión fue este jueves que desde Cammesa se hizo el pedido pero no sólo para el río Limay sino también para el complejo Cerros Colorados del río Neuquén.
Una nueva ola polar disparó el consumo de gas y electricidad en el país, pero además la misma ola polar derribó buena parte del tendido eléctrico que llega a la represa Futaleufú, en Chubut, dejándola fuera del sistema.
En ambos casos las represas del Comahue aportaron su cuota extra de energía, pero desde los organismos involucrados en su monitoreo, como la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) se recordó que la región viene de una década de sequía y que, pese a las nevadas de los últimos meses, los embalses se encuentran más cerca de sus valores mínimos que de los máximos.
El estado de los embalses no es algo menor para los ciudadanos y productores de las decenas de localidades ubicadas aguas abajo de las represas.
De esos niveles dependen el resto del año los caudales de los ríos que son necesarios tanto para el consumo de agua potable, evitando que los sistemas de captación queden fuera de nivel como ha sucedido, como en especial para el riego que el año pasado tuvo un episodio grave.
Tanto del Limay como desde el Neuquén parten los dos principales sistemas de riego del Alto Valle de Río Negro y Neuquén que deberían comenzar a bombear hacia las zonas productivas a partir del próximo 12 de agosto.
Pero el año pasado la rotura de un transformador en el complejo Cerros Colorados estuvo a punto de dejar sin agua a 60.000 hectáreas en producción dado que el agua retenida en el embalse no podía ser sacada hacia el río.
Mientras el recuerdo del gran apagón nacional del año pasado aún está latente y ante estas exigencias de mayor generación se reactivan los temores, también hay temor ante una nueva falla en algún transformador de las represas de la zona.
Es que el año pasado, el equipo que falló en Cerros Colorados no fue repuesto, sino que se utilizó el back up de El Chocón para poder tener una solución lo más rápida posible.
Si bien esa falla fue en la primavera del año pasado, desde la empresa concesionaria de Cerros Colorados, Orazul Energy, recién se emitió la orden de compra del nuevo transformador en abril de este año, un pedido que no sólo quedó frenado por la pandemia de coronavirus, sino que incluso en condiciones normales toma un año entre la fabricación y el envío.