El precio del oro está dando una demostración de fortaleza en lo que va de 2020. La eclosión del coronavirus, la guerra comercial entre China y Estados Unidos y los efectos del Brexit provocaron una huida hacia la calidad que puso al oro en lo más alto de podio de las preferencias de los inversores.
Si de lo que se trata es de preservar el poder adquisitivo, el metal amarillo lleva muchas décadas demostrando su condición de valor refugio número uno para todo tipo de inversores.
El precio de la onza de oro inició el primer semestre por encima de los 1.800 euros y, según las previsiones de los analistas, que alcance los 2.000 es sólo cuestión de tiempo.
Ahora, por qué es el oro una buena opción para los inversores particulares. En primer lugar, por su valor intrínseco. Es un metal que se aplica en múltiples sectores como la joyería, la inversión o la tecnología, lo que le garantiza la demanda y da estabilidad tanto en períodos de recesión como de expansión económica.
Además, comprar el metal es sencillo y está al alcance de cualquier inversor que quiera proteger su cartera con un activo cuyo valor es históricamente más estable que el de otros productos financieros tradicionales.
Uno de sus principales atractivos es la liquidez, porque se puede vender de forma inmediata y en cualquier lugar del mundo. Ningún otro activo se parece más al dinero físico.
Los expertos creen que una cartera bien diversificada debe destinar al menos un 10% a la compra de oro físico. Y aconsejan también invertir con horizontes temporales altos, de no menos de 10 años.
Se trata por lo tanto de una apuesta a largo plazo, que es donde más diferencias marca el oro respecto a otros tipos de activos.
En cuanto a los costes de la compra, son más bajos cuanto más grande es la pieza. La comisión puede rondar el 2% en el caso de una onza y bajar al 1,5% en el caso de un kilo.
El otro gran coste de esta inversión es el almacenamiento. Aunque muchas personas guardan el oro físico en sus viviendas, no es la opción más recomendable.
Distintas firmas especializadas ofrecen a sus clientes cajas fuertes que se pueden compartir con otras personas para rebajar el esfuerzo económico.
Además de la compra de oro físico, los inversores particulares tienen en los fondos de inversión y en las acciones de empresas mineras una doble vía para participar de la imponente subas del precio del metal amarillo este año.
Según datos de Morning Star, los fondos que invierte en oro y metales precios son los grandes ganadores en la primera mitad de 2020, con una suba media superior al 40%. También marcan grandes diferencias con el resto de las categorías de fondos en los plazos de tres y seis meses.
Por ejemplo, este año el gestor español Diego Parrilla coló uno de sus fondos entre los más rentables a nivel mundial. El Quadriga Investors Igneo cerró junio con una ganancia del 48%. El fondo invierte alrededor del 50% de la cartera en oro, a través de ETF. Pero la oferta global es muy amplia. Fondos de grandes gestoras internacionales como Investec GSF Global, Schroder ISF Global, Franklin Gold and Precious Metal o Invesco Gold son algunos de los más consistentes a medio plazo a escala global.
La otra opción es la adquisición de títulos de empresas cotizadas, pero en este caso los costos son más altos y la correlación con el precio del oro, más baja. Las acciones de están compañías están registrando fuertes movimientos al alza en lo que va de año, que de media superan el 20% según el índice NYSE Arca Gold Miners. Destacan Kinross Gold y Barrick Gold, de Canadá, y Newmont Corporation, de Estados Unidos, que se disparan alrededor de un 40% en lo que va de 2020.
El fuerte aumento de la retribución al accionista se convirtió en otro de los grandes atractivos de estas compañías de cara a los inversores conservadores. El dividendo por acción de las cinco mayores mineras de oro se duplicó en cuatro años: desde 1,5 hasta a u$s 3,20.