La AIE pronostica que de los actuales cinco millones de vehículos eléctricos se pasará a 23 millones en el 2023
PIERGIORGIO M. SANDRI
El petróleo de mañana se encuentra en la tabla periódica de elementos químicos. Litio, cobalto, magnesio, grafito. Quien tiene estos minerales tiene el tesoro del futuro, porque son los elementos esenciales de la economía mundial de las próximas décadas, ya que de ellos dependen las baterías. Las perspectivas del coche eléctrico han disparado su demanda. Tesla, líder en este segmento, esta semana se convirtió en el primer constructor del mundo en capitalización bursátil.
Sin embargo, son muy pocos los países que poseen estos minerales en el subsuelo. Y son regiones que tienen problemas políticos, sociales y medioambientales, con lo que la cadena de suministro es frágil y corre el riesgo de romperse, causando problemas de abastecimiento.
Es la idea que sale de un reciente informe de Unctad, la agencia de las Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo. La Agencia Internacional de la Energía pronostica que de los actuales cinco millones de vehículos eléctricos se pasará a 23 millones en el 2023. Así, el mercado de las baterías de litio, estimado en más de 6.000 millones de euros, se vendrá arriba y se multiplicará casi por diez, hasta los 53.000 millones en los próximos cuatro años.
Pamela Coke-Hamilton, de Unctad, reconoce que esta demanda de materias primas supondrá “una gran oportunidad para los países que tendrán que proporcionarlos a la industria”. No obstante, aquí empiezan los problemas. “Esta producción altamente concentrada, susceptible de interrupción por la inestabilidad política y los impactos ambientales adversos, plantea preocupaciones sobre la seguridad del suministro de las materias primas a los fabricantes de baterías. Las interrupciones en el abastecimiento pueden llevar a mercados más ajustados, precios más altos y mayores costes de las baterías de los automóviles, lo que afecta a la transición global a la movilidad eléctrica”.
En lo que se refiere al cobalto, la mitad de las reservas mundiales se encuentran en la República Democrática de Congo (con 65 millones de personas, es el país más pobre del mundo de acuerdo con el índice de desarrollo humano (IDH) de Oxfam y se sitúa en el lugar 183.º de 190 en el ranking del Banco Mundial como lugar para hacer negocios). Por su papel en las baterías (en un coche puede representar hasta una masa de 15 kg), la demanda de cobalto superó la barrera de las 100.000 toneladas por primera vez en el 2017 y antes de la pandemia crecía a un ritmo anual del 25%.
Pero el país africano no saca partido de ello. “Pese a contar por más de dos tercios de la producción mundial, el país no ha aprovechado los beneficios a causa de una infraestructura, tecnología y logística limitadas, con falta de financiación para fomentar un mayor valor añadido”, según Unctad. De hecho, el proceso de refino tiene lugar en Bélgica u Holanda. El 20% del cobalto de Congo sale de minas artesanales, con 40.000 niños trabajando en condiciones precarias, según Unicef.
Del 2016 al 2018, el precio del cobalto se disparó pasando de alrededor de 26.000 dólares por tonelada a más de 90.000. Ahora la burbuja se ha pinchado y ha vuelto a los niveles iniciales, lo que rinde la idea de la incertidumbre que afecta a esta industria. El gigante Glencore ha congelado su centro en la localidad africana de Mutanda por su reducida viabilidad económica. Además el Gobierno africano decidió en el 2018 aumentar de forma repentina los royalties que tienen que pagar las firmas mineras, del 2,5% al 10%.
En cuanto al litio, la demanda desde el 2015 ha registrado un crecimiento del 13% anual, y las previsiones apuntan a que se multiplicará por seis de aquí al 2028 si el apetito por las baterías se mantiene. El 58% del litio del mundo se encuentra en Chile, pero el país está usando el 65% del agua de la región de Atacama, uno de los desiertos más áridos del mundo. La minería necesita mucha agua (1,9 millones de litros para una tonelada de litio), y esto ha creado problemas en el medio ambiente, al afectar a los cultivos. La degradación del suelo supone un interrogante sobre la extracción de este mineral. La producción legó a dispararse un 170% entre el 2015 y el 2018, pero los precios, tras alcanzar un pico en el 2018, han bajado ante la poca viabilidad (hubo la reducción de los subsidios chinos al vehículo eléctrico) y la pandemia, lo que frena las nuevas inversiones.
La mitad del grafito del mundo está entre Turquía y Brasil, pero es China, que también alberga reservas importantes, quien lidera la producción, con una cuota de mercado del 68%. Recientemente ya se vivió un ejemplo de cómo la cadena de suministro es muy frágil. Mientras que entre el 2011 y el 2016 la producción fue estable, en el 2017 hubo un desplome repentino del 22% debido a un problema medioambiental. China, tras unas inspecciones, se vio obligada a cerrar unas minas. “El uso de los explosivos para abrir las rocas puede dispersar polvos y partículas en la atmósferas”, recuerda el estudio de Unctad.
Si la movilidad eléctrica es el futuro, el aprovisionamiento de su fuente energética sigue siendo una incógnita geopolítica. Sin embargo, las baterías son cerca de un 85% más baratas que hace diez años. De los casi 900 euros/kW nos estamos acercando a los 100. Señal de que los minerales de momento han influido poco en los costes.
Pere Soria, del Clúster de l’Energia Eficient de Catalunya, destaca como a lo largo de estos años se haya ido reduciendo la presencia de estos metales en las baterías (especialmente del cobalto), se ha implementado el reciclaje (y la reutilización de esta materia prima), así como la adopción de otras sustancias (azufre, sodio). “La tecnología permite reducir la dependencia de estos componentes que proceden de países inestables”, asegura.
Asimismo, Europa quiere convertirse en un territorio autosuficiente para la extracción, refino y posterior fabricación de baterías. Mikel Lasa es consejero delegado de la firma InnoEnergy, una de las que más han impulsado la iniciativa Alianza Europea para las Baterías. “Es un mercado que puede valer unos 280.000 millones de euros en el 2025”, asegura. Cuenta con el apoyo de 400 empresas y universidades de la Comisión y del Banco Europeo de Inversiones. Más minerales pueden salir del subsuelo europeo. Un futuro electrizante.
Alcanzar la autosuficiencia en minerales es un objetivo geopolítico y estratégico difícil. En la actualidad existe un proyecto, apoyado por la UE, para la creación de una planta industrial en Cáceres destinada a procesar el litio extraído en el yacimiento de Valdeflórez, el segundo más grande de Europa. El mineral será procesado íntegramente en la planta, hasta convertirlo en hidróxido de litio, un componente irremplazable y esencial para la fabricación de baterías recargables de ion-litio, para diez millones de vehículos eléctricos. La operación crearía 1.000 empleos por lo menos durante 30 años. Pero un total de 134 asociaciones, organizaciones y plataformas vecinales han escrito a Bruselas que el proyecto es “inviable”por el impacto medioambiental y la falta de autorizaciones administrativas.