En medio de una nueva escalada de tensión con los EE.UU. por la ley de seguridad que China acaba de aprobar para Hong Kong, el gobierno de Xi Jinping mostró que tiene cartas suficientemente fuertes en su mano para contener las presiones políticas y económicas del resto del mundo.
Si todos pusieron el grito en el cielo por la amenaza a las libertades civiles en la península, pero también por el futuro de la bolsa de Hong Kong en caso de que China tome el control total del enclave, el gobierno de Xi contraatacó. ¿Cómo lo hizo? Restringiendo las exportaciones de uno de los productos donde ejerce un monopolio absoluto: las tierras raras.
Esto provocó que se dispararan las cotizaciones de estos 17 metales no ferrosos imprescindibles para el desarrollo tecnológico en el siglo XXI. Desde los autos eléctricos, las redes 5G, las energías renovables, la inteligencia artificial y las futuras computadoras cuánticas, hasta los satélites y la ciberdefensa, todo depende de las tierras raras, cuyo 95% mundial es exportado por China. Para tener una idea de su importancia, en la fabricación de cualquier smartphone se emplean hasta 16 metales raros, lo que da la pauta de su importancia estratégica.
Las principales compañías del sector, todas pertenecientes al Estado chino, tuvieron subas espectaculares durante el pasado mes de mayo, debido al incremento de las tensiones políticas entre Estados Unidos y China. De esta manera, China Minmetals Rare Earth Co. ganó un 27% en tan solo 30 días, mientras que la segunda mayor empresa, JL Mag Rare-Earth Co. vio su acción crecer un 24% en ese mismo período.
Y lo mismo se puede decir respecto de los metales: el óxido de disprosio ganó casi un 10% en tan solo una semana, mientras que el óxido de terbio creció un 7,7%, de acuerdo con la consultora especializada en commodities Shanghai SteelHome E-Commerce Co.
En ese sentido, no es la primera vez que China muestra sus dientes restringiendo las exportaciones. En 2011 aplicó también el torniquete, disparando los precios de los productos básicos y el valor de las acciones de las compañías del sector. Pero los analistas siempre consideraron a este mercado como de alta volatilidad, ya que, en cuanto China liberaba el comercio, los precios se derrumbaban.
De todas maneras, a nadie escapa que China posee un arma de presión muy poderosa de cara al futuro. De ahí que el gobierno estadounidense haya comenzado, hace un tiempo atrás, un proyecto para reducir la dependencia en la provisión de metales raros chinos.
Lo que pasa es que, como sucedió con el equipamiento médico antes de que estallara el Covid-19, con las tierras raras todos prefirieron dejarle a China el "trabajo sucio" de encargarse de su extracción y purificación, porque el país era más barato a la hora de producirlas.
Pero en realidad, estos metales no son raros y existen en abundancia en la Tierra, solo que resulta muy difícil y costosa su producción, por su alto impacto contaminante. Y este es otro atractivo que brindó el país asiático a los más desarrollados, con mayores restricciones en el cuidado del medio ambiente.
China solo posee un tercio de las tierras raras en su territorio, y se ha especializado con los años en la extracción en distintas partes del mundo, principalmente en África, donde existen en abundancia, y Corea del Norte, el país con las mayores reservas a nivel mundial.
"China no solo se convirtió en el principal jugador en el mercado de las tierras raras, sino que es el único hacedor de mercado", explicó el analista Guillaume Pitron, autor del libro "La guerra de las tierras raras". El experto marca así cómo el gobierno de Xi utiliza el freno en las exportaciones como arma geopolítica y financiera que, en un futuro, puede servirle para avanzar más casilleros en su afán por convertirse en la primera potencia mundial. Y para mostrar a los demás que el país quiere volver a ser el centro del mundo, como lo fue durante la dinastía Qing. Por algo, su nombre en idioma mandarín ("Zh ngguó") significa "el país del medio".