SERGIO FERNÁNDEZ MUNGUÍA
La crisis del coronavirus está poniendo patas arriba la sociedad tal y como la conocemos. Por suerte para todos, los servicios básicos esenciales están garantizados por lo que, en la medida de los posible, vamos tirando para adelante.
Entre esos servicios esenciales y que no pueden detenerse bajo ningún concepto está el suministro eléctrico. La energía eléctrica es un bien esencial, tanto para el resto de servicios básicos (sanitario, alimentación, telecomunicaciones...) como para las familias que están en sus casas. Pasar el periodo de confinamiento sin suministro eléctrico sería un escenario cuanto menos apocalíptico.
Pero, ¿cómo se están enfrentando a esta situación las empresas del sector? ¿cómo se están viendo afectadas? ¿qué medidas están llevando a cabo para garantizar el suministro eléctrico?
El estado de alarma decretado para hacer frente a la epidemia dota al estado de poderes excepcionales para garantizar los suministros básicos. Por supuesto, el suministro energético (electricidad, gas, combustibles) es esencial ya que la sociedad no puede seguir funcionando sin energía.
En ese sentido, el decreto ley de estado de alarma activa los poderes especiales recogidos en la Ley del Sector Eléctrico y en la Ley del Sector de los Hidrocarburos, para garantizar los suministros energéticos esenciales y proteger el buen funcionamiento de las redes de transporte y de distribución de los mismos.
Esto se traduce en que, para asegurar el suministro eléctrico, el Gobierno puede tomar el control y operar directamente tanto las instalaciones de generación eléctrica como las redes de transporte y distribución. También podría, llegado el caso, cortar el suministro a una parte o el total de los consumidores y cambiar el funcionamiento del mercado eléctrico o la retribución de las empresas del sector.
A pesar de que ha llegado a haber rumores sobre la nacionalización de las empresas eléctricas, la realidad es que, por el momento, están operando con normalidad en la medida de lo posible y salvo catástrofe mayúscula seguirá siendo así durante el periodo de confinamiento.
Otra de las medidas tomadas por el gobierno, esta vez para proteger a los consumidores, es la prohibición de cortar la electricidad o el gas a los colectivos vulnerables mientras dure la crisis del coronavirus. Una prohibición que se extiende también a las telecomunicaciones, que aunque no están consideradas un servicio básico, han adquirido un protagonismo importante durante el confinamiento (y que ya nos están pidiendo que usemos con responsabilidad).
Para garantizar el suministro, todas las etapas del sistema eléctrico deben seguir funcionando correctamente: generación, transporte, distribución y consumo, así como el mercado mayorista de electricidad. Por suerte, hoy en día, y mientras no haya problemas, el suministro eléctrico no necesita de mucha intervención humana más allá de la supervisión, que en muchos casos puede realizarse de forma remota.
Esa supervisión, en el caso de las centrales convencionales, se realiza habitualmente desde las salas de control de la propia central. Alfredo García (@OperadorNuclear) supervisor en la central nuclear de Ascó, ha escrito un interesante hilo de Twitter donde cuenta de primera mano cómo se está viviendo esta situación en las centrales nucleares españolas.
Para todo el personal cuya presencia física en la central no sea imprescindible, las medidas son las habituales: teletrabajo, reuniones no presenciales, turnos de trabajo en días alternativos, distancia interpersonal, etc. Sin embargo, para aquellos puestos esenciales y que deben seguir desplazándose a la central, se toman medidas mucho más restrictivas: evitar el contacto entre los turnos, minimizar la entrada de personal a la sala de control, utilizar guantes y mascarilla en todo momento...
En el caso de las plantas renovables (solar y eólica principalmente), la supervisión se realiza de forma remota desde centros de control. Al final, son plantas de generación normalmente de potencias más reducidas y que muchas veces están en lugares poco accesibles, por lo que tener operadores en la propia central no tiene mucho sentido. Para el personal trabajando en estos centros de control, se mantienen medidas similares a las de la central nuclear. Incluso habrá casos en los que algunos de estos servicios se estén dando desde los propios hogares de los empleados.
Caso muy diferente es el del personal de mantenimiento, que por el momento se encuentra trabajando de forma más o menos habitual, aunque siguiendo una serie de estrictos protocolos de seguridad. Al final, si hay un problema y queremos que el suministro eléctrico continue, no queda más remedio que solucionarlo in situ.
En en cuanto a las redes de transporte y distribución, ocurre de forma similar a las renovables. Su operación se realiza desde centros de control de forma remota. Entre las medidas tomadas por Red Eléctrica de España, está la de añadir un tercer centro de control eléctrico a los dos ya existentes. Los tres centros operan con total independencia entre ellos, garantizando así el suministro a través de esa redundancia.
El otro día me preguntaba un amigo si el confinamiento de un país entero no iba a suponer un pico considerable en el consumo de electricidad. Y si nos ceñimos exclusivamente al consumo doméstico, razón no le faltaba. Me cuesta creer que haya algún hogar en toda España que este mes de marzo no vaya a consumir más electricidad que en cualquier otro del año (dejando calefacción y aire acondicionado a un lado).
Sin embargo, el consumo de las empresas es un escenario completamente diferente. En este caso la demanda ha disminuido como consecuencia del importante descenso en la actividad económica. Llaman mucho la atención algunos de los gráficos que nos ha compartido la consultora Ingebau, donde se puede ver cómo ha descendido notablemente el consumo eléctrico de las empresas.
El siguiente gráfico muestra un hotel que decide cerrar, por lo que su consumo eléctrico cae en picado:
El siguiente gráfico muestra un edificio de oficinas en el que se ve claramente cómo el lunes acudió mucha menos gente a trabajar (algunos comenzarían con el teletrabajo):
Tampoco nos podemos olvidar de la gran industria, con mucho consumo eléctrico y que también ha cerrado o disminuido la actividad en muchos casos. Por eso, a nivel de sistema, este descenso en la actividad económica se está notando de forma notable. Hemos hablado con Oriol Saltó de AleaSoft Energy Forecasting, expertos en previsiones del mercado eléctrico, para que nos cuente qué está pasando con la demanda eléctrica a nivel nacional:
"De momento, entre el lunes 16 y el miércoles 18 hemos visto caídas entre el 5% y el 8%. El jueves 19 la caída se situó en el 14% si bien habrá que ver cuánto fue debido al festivo en algunas comunidades. Por poner los datos en perspectiva, las últimas huelgas generales han supuesto bajadas de demanda de entre el 9% y el 14%. Unas vacaciones navideñas, dependiendo de cómo caigan los festivos y de las temperaturas que se registren, pueden suponer un descenso de la demanda de entre el 10% y el 15%. Es decir, que si se confirma que hemos llegado a ese nivel del 14% - 15%, podemos decir que estamos en una situación parecida a la de una huelga general o de un periodo de vacaciones navideñas. Pero aún no hemos llegado a las bajadas de demanda de la Semana Santa. En los festivos de la Semana Santa la caída de la demanda se sitúa alrededor del 20%."
Esto que nos cuenta Oriol se puede comprobar estupendamente en el siguiente gráfico (si bien es necesario puntualizar que el jueves 19 fue festivo en algunas comunidades autónomas):
Una de las peculiaridades de la electricidad es que no puede almacenarse a gran escala. Eso quiere decir que la generación tiene que ser igual al consumo, manteniendo constantemente un equilibrio fundamental para la estabilidad del sistema eléctrico.
Red Eléctrica de España, como operador del sistema eléctrico es la encargada de velar por que el equilibrio entre la generación y el consumo de electricidad se mantenga en todo momento. Y lo hace en tiempo real.
Hasta ahora, Red Eléctrica jugaba con una gran ventaja en el mantenimiento de este equilibro: las previsiones. Sus algoritmos son capaces de prever la demanda eléctrica con una exactitud asombrosa, basándose en valores de consumo en periodos precedentes similares y corrigiéndola con diferentes factores como la laboralidad, climatología y actividad económica.
Sin embargo, como os podéis imaginar, no hay algoritmo de previsión que incluya la variable “pandemia” como dato de entrada. El trabajo que tienen que estar realizando estos días no tiene que ser nada sencillo.