La derogación de la ley que prohíbe conducir a las mujeres en Arabia Saudita no es una medida insignificante, sino que es parte de una serie de ambiciosas iniciativas económicas y sociales emprendidas por el príncipe heredero Mohamed ben Salmán, afirma Mark P. Lagon, académico de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) en su artículo de la revista 'The National Interest'.
Sin embargo, el proyecto económico-social del futuro monarca saudita planeta varias preguntas, advierte el académico. Como por ejemplo, ¿qué es lo que en realidad necesitan y desean las mujeres para prosperar en uno de los países más represivos del mundo?
Pese a que a las sauditas se les ha otorgado el derecho a conducir, existe una barrera mucho mayor que les impide realizar una verdadera contribución en la economía de su país, avisa Lagon. Esto se debe a una ley de tutela, que exige que un miembro masculino de la familia debe aprobar o acompañar a las mujeres en todas sus actividades.
¿Cuáles son las razones reales de las reformas de Mohamed ben Salmán?
El príncipe heredero está tratando de preparar a Arabia Saudita para un orden post petróleo, basado en una economía más competitiva y menos dependiente del crudo. Entre sus planes de desarrollo incluye la reducción del número de miembros de la familia real en la nómina gubernamental, estimular el turismo interno para evitar la 'fuga' de capitales al extranjero e incrementar la tasa de participación femenina en la fuerza laboral, pasando del 18 al 30% en los próximos 15 años.
Pero estas reformas coinciden con un incremento y endurecimiento de la represión por parte de Riad, censura el autor del artículo, destacando que la intensificación de esa "brutalidad" no se ha limitado únicamente a territorio saudita. Como ministro de Defensa, Mohamed ben Salmán fue el arquitecto de una postura "más intervencionista" de Arabia Saudita, minimizando el terrorismo y enfocándose en sus rivales regionales y religiosos, asegura el académico.
En particular, el príncipe heredero elaboró una política que "ha violado flagrantemente los derechos humanos contra la población civil de Yemen", recuerda. Quizá las reformas impulsadas por el futuro monarca saudita están sirviendo de cortina para distraer a la comunidad internacional que Riad está "exportando su letal tratamiento a su países enemigos" y tapar que ha incrementado la represión contra los disidentes y la libertad religiosa, cuestiona Lagon.
En su visita de dos días a España, Abdalá Bin Hamad al Attiyah (Qatar, 1952) ha hablado sobre todo de dos asuntos: el petróleo y la crisis de su país con un grupo de Estados liderado por Arabia Saudí. En el primer asunto, este exministro de Energía y ex vice primer ministro se muestra optimista por el alza de precios. En el segundo, responsabiliza a los enemigos de Qatar de propagar mentiras contra la reputación de su país, al que califica en varias ocasiones de “paraíso”. “Pregunte a Xavi. Él juega en el equipo que yo presido, y adora vivir allí con su familia”, asegura en un hotel madrileño.
Tras las dudas sobre el acuerdo de la OPEP el año pasado para reducir la producción, el barril de brent llegó el miércoles a los 59 dólares, su máximo desde julio de 2015. En esta subida del precio del petróleo jugó un importante papel la incertidumbre ante el referéndum de independencia recién celebrado en el Kurdistán iraquí, y las amenazas turcas. “Si Turquía prohíbe las exportaciones de esa zona, desaparecerán del mercado 500.000 barriles al día, una cantidad muy importante. El precio del petróleo no se explica solo por la oferta y la demanda, sino también por especulaciones y factores psicológicos”, explica Al Attiyah.
Entre los hechos constatables que contribuyen a la subida de precios, cita la recuperación de la demanda en países claves de Asia, dado el estancamiento del consumo en Europa. “Tras dos años de debilidad, China vuelve al mercado y, en menor medida, India. Es una buena señal. Ayuda a equilibrar el sector. El crudo a 50 o 55 dólares es muy razonable para consumidores y productores”, explica. Al Attiyah dice que pese a llevar 40 años en el sector prefiere no hacer pronósticos de precios. “Las crisis no se pueden predecir”, argumenta. Tampoco se moja a la hora de valorar el éxito o fracaso de la política de reducción de oferta de la OPEP, aunque sí aventura que si la tendencia actual continúa, este cartel de productores de crudo podría dar marcha atrás y aumentar la oferta.
Más controvertido es el conflicto que enfrenta a Qatar con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto, países que este verano decretaron un bloqueo contra su vecino. Qatar respondió con el anuncio de un aumento importantísimo de la producción de gas natural licuado, del que es primer exportador mundial. El objetivo de pasar en siete años de 77 a 100 millones de toneladas anuales no responde, según Al Attiyah, a la crisis política con Riad y sus aliados, sino solo a motivos económicos. “Simplemente, es que el gas catarí es muy competitivo”, añade lacónico.
Este antiguo dirigente político y actual presidente de la fundación que lleva su nombre reconoce su sorpresa ante esta crisis. “Nos acusan de fomentar el terrorismo, pero nunca han presentado ni una prueba. Lanzaron esta acusación basándose en un discurso de nuestro emir que más tarde se demostró que nunca existió. Nos exigieron cerrar el canal Al Yazira, pero es como si un Gobierno extranjero reclama a España que cierre EL PAÍS. Quieren acabar con la libertad de prensa”.
Sobre las críticas de las ONG: “Qatar es un paraíso para los trabajadores”
Sobre Mohamed Bin Zayed, el líder de EAU que se sospecha que puede ser el cerebro tras este conflicto, Al Attiyah se limita a responder: “Lo veo como la cabeza de la serpiente. Quiere desempeñar un papel más importante del que corresponde a su país”.
Human Rights Watch acaba de publicar un informe en el que reclama a las autoridades cataríes que investiguen la situación de los trabajadores extranjeros, muchos de ellos contratados para el Mundial de Fútbol de 2022. La ONG habla de condiciones extremas de calor y humedad que en 2013 originaron la muerte de 520 trabajadores de India, Nepal y Bangladesh. Al Attiyah niega estas acusaciones.
“Somos muy abiertos. Que vengan y vean lo que hay. Qatar es un paraíso para los trabajadores internacionales. Llegan a un país sin impuestos ni restricciones para transferir dinero a sus países. No estamos en tiempos de la esclavitud. Si no les gusta su contrato, pueden irse cuando quieran. Tenemos 150 nacionalidades de trabajadores y adoran estar aquí”, responde.