La encíclica de Francisco sobre la contaminación, el medio ambiente y la protección del planeta ha sido un documento de alto impacto en la prensa mundial y en el mundo de los negocios.
En sus en 192 páginas, el documento pontificio recalca el compromiso de la Iglesia con el planeta.
Estas son algunas de las claves principales de Laudato Sii:
El cambio climático ha sido provocado (principalmente) por el ser humano. La encíclica no es un análisis de las causas del cambio climático, ni tiene intención de serlo. En el documento, que es una carta dirigida a los obispos, se recalca que "La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de cambio en su estilo de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, por lo menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es cierto que hay otros factores (como la actividad volcánica, las variaciones de la órbita y del eje terrestre, el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos indican que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la concentración de gases de efecto invernadero (...) emitidos sobretodo por causa de la actividad humana".
La realidad apremia. "Se ha convertido en un urgente e imperante la creación de políticas para reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes, sustituyendo a los combustibles fósiles y sustituyendolos con fuentes de energía renovable".
La Iglesia no tiene la palabra final, asegura el documento, y sabe que tiene que escuchar y promover el debate honesto entre científicos, respetando la diversidad de opinión.
Pero la realidad es tan evidente que tiene el deber de hablar: "Es suficiente mirar a la realidad con sinceridad para ver que se ha producido un gran deterioro del hogar comun de la humanidad".
Es un problema moral: la encíclica no es un gran análisis de las causas científicas del calentamiento global, sino que es la visión de la Iglesia sobre lo que considera un problema moral: provocado por el mal del ser humano, y que tiene consecuencias más allá del mero efecto físico.
No hay sólo un efecto en la naturaleza: las dimensiones son sociales, económicas, de distribución y políticas.
El mundo tiene que ayudar a los emigrantes por causas climáticas. "El flujo de migrantes que huye de la pobreza exacerbada por la degradación medioambiental es trágica, y no se les reconoce en los tratados internacionales como refugiados, por lo que llevan encima el peso de vidas perdidas sin ninguna ley que les proteja".
No es sólo labor de los cristianos proteger al medio ambiente: "el medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos". La encíclica va dirigida a toda la humanidad.
La ciencia y tecnología son el camino para luchar contra el calentamiento global. "Es justo alegrarse de los progresos y entusiasmarse con las posibilidades que se abren con esta contínua novedad, porque la ciencia y la tecnología son un producto maravilloso de la creatividad humana que son un regalo de Dios", asegura el documento, recalcando que la ciencia no es enemiga de la fe: cuando se afronta bien, es vital para el progreso humano.
Una verdad incómoda: el recordado documental verde de Al Gore