El director del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC), Federico Bernal, presentó la semana pasada el libro Ex secretarios de Energía bajo la lupa, que profundiza sobre la gestión de los funcionarios que ocuparon ese cargo desde la última dictadura hasta el gobierno de Eduardo Duhalde. El trabajo, realizado en conjunto con Ignacio Sabbatella y Ricardo De Dicco, detalla las políticas llevadas a cabo por cada uno y cuestiona que hoy sean citados como especialistas por los medios de comunicación. En diálogo con INFOnews, Bernal calificó como "desastrosas" esas gestiones, aseguró que el Grupo Clarín tiene "un interés particular" en que fracasen las políticas energéticas del gobierno actual y consideró que "es momento de que la distribución eléctrica pase a manos del Estado nacional".

Cada vez que hay algún problema energético, en especial cortes de luz y cuestiones vinculadas al petróleo, algunos medios convocan a secretarios de energía de gobiernos anteriores. ¿Creés que sobrevivieron mejor al desprestigio que tienen, por ejemplo, los ministros de Economía?

No sé si sobrevivieron mejor. Creo que tienen la misma protección. Ni el Grupo Clarín ni el diario La Nación critican o cuestionan a Cavallo, López Murphy, Sturzenegger, Machinea, Pou, etc. No están desprestigiados. La prueba, más que en su reivindicación personal radica en que sus políticas económicas son muy bien vistas aún por una parte muy importante de la sociedad. Igual para los ex secretarios de Energía. De todas maneras, y a diferencia de los ex ministros o funcionarios de economía, jamás nadie se había tomado el trabajo de analizar en detalle el desastre de su gestión. Con nuestro libro esa impunidad se termina.

¿A qué se dedican hoy esos ex secretarios de Energía?

Son en su mayoría consultores o asesores de firmas privadas, miembros de organizaciones no gubernamentales conservadoras. Tengo entendido que incluso algunos de ellos asesoran a YPF, pero no lo puedo asegurar. Una aclaración: no está mal que sean lobbistas. Lo que está mal es que los medios o periodistas que los convocan no lo aclaren a la audiencia.

¿Por qué creés que los medios que los convocan evitan aclararlo?

Obviamente porque no está bueno que se sepa. Pero, fundamentalmente, porque la tarea de lobby en la Argentina aún no esta regulada, como por ejemplo sí lo está en Chile, Perú o Estados Unidos. Si los medios tuvieran que aclarar que son lobbistas de firmas privadas que quieren el libre mercado energético para llevársela en pala como en los noventa, 2000 y 2001, en detrimento del interés popular, entonces perderían credibilidad. Y eso dañaría gravemente el interés de las corporaciones.

¿Creés que, más allá del enfrentamiento retórico, hay un interés particular del Grupo Clarín en que fracase la política energética del gobierno? ¿Algunos de los ex funcionarios citados están vinculados a alguna de sus empresas?

El Grupo Clarín no sólo quiere sino que opera para que fracasen todas las políticas del gobierno nacional. Desconozco si alguno de los ex secretarios del grupo de los ocho a los que nosotros les dedicamos el libro tiene contrato firmado con esta corporación, aunque no me extrañaría que lo alguno lo tuviera.

En el libro citan una frase de Julio César Aráoz, primer secretario de Energía menemista, que afirmaba que los recursos naturales "ya no están más ligados a la soberanía" y otra que dice que YPF tenía una "evidente ineficiencia en su gestión". Según afirmás, el objetivo del menemismo era cambiar el "relato" en lo referido a política energética, para lograr un consenso social para implementar la reforma energética neoliberal. ¿Cómo llegó a prender ese discurso en la sociedad de los años 90?

Prendió en los noventa, claro que sí, pero se originó muchísimo antes. Antes incluso que los caramelos de Martínez de Hoz y sus ataques a todo lo nacional por berreta, a su tristemente célebre frase de "achicar el Estado es agrandar la Nación". Acá nos tenemos que remontar a las zonceras autodenigratorias, a civilización y barbarie, al Estado mal administrador, etc. Bartolomé Mitre en una de sus más importantes arengas despotricaba contra todo lo que fuera nacional y ponía en el capitalismo inglés el motor excluyente del desarrollo argentino. Y eso no se le ocurrió a Mitre sino a su maestro, Bernardino Rivadavia. El relato que nos presenta como bárbaros, ineptos, ineficientes y a lo extranjero como fundamental, civilizado y obligado para salir del subdesarrollo es un relato bicentenario. De allí la dificultad pero también lo estratégico de librar la batalla cultural, como señala la Presidenta de la Nación. Librarla y ganarla.

Carlos Bastos, que continuó la tarea de Aráoz, dijo que "el autoabastecimiento es un concepto que no tiene sentido económico". ¿Qué impacto tuvo en el sector energético al abandono de la idea de autoabastecimiento?

Es un tema crucial por lo paradójico, porque si bien no les interesaba el autoabastecimiento al estar guiada la política energética por la depredación de tipo colonialista (exportábamos a mansalva), el neoliberalismo logró el autoabastecimiento. ¿Y por qué lo logró? Porque desmantelaba el mercado interno, el consumo, la industria y el comercio. Sobraba de todo: sobraban argentinos y argentinas, sobraban provincias, sobraban granos y sobraba energía. Éramos una típica semicolonia. Y como ha sucedido siempre, las metrópolis necesitan e imponen a sus funcionarios coloniales mantener deprimido el desarrollo y el crecimiento de sus posesiones pues, de lo contrario, comienzan a competir con ellas.

Cuando De la Rúa asumió en 1999 lo hizo en medio de apagones de luz. Su secretario de energía, Daniel Montamat, acusó a las distribuidoras, aunque no las sancionó. ¿Por qué, 15 años después, los cortes de luz siguen siendo por problemas en la distribución? ¿No hay una deuda del kirchnerismo en materia energética?

No hay país en el mundo que no tenga cortes de luz en tiempos de condiciones climáticas extraordinarias. Por supuesto que un sistema energético en mal estado tendrá muchos cortes, pero no cortes como los que vivimos el año pasado, sino cortes justamente como los padecidos a fines de los ochenta (herencia del ex secretario Jorge Lapeña) y a fines de los noventa, 2000 y 2001 (herencia de Montamat, Guadagni y Devoto). Esos eran cortes masivos que perduraban días y que afectaban a millones de personas, a su vez basados en fallas en la generación, es decir, en un faltante en la oferta. En cuanto al kirchnerismo, no lo pongo en términos de deuda o no deuda. Creo sí que es momento de que la distribución eléctrica pase a manos del Estado nacional, de la misma manera que sucedió con el fondo para las obras de consolidación y expansión de la distribución eléctrica, antes en manos de Edesur y Edenor, subejecutado y pésimamente administrado. Gracias a la decisión del Ministerio de Planificación de quitarle el control de las inversiones y los fondos a las distribuidoras eléctricas, por primera vez en casi veinte años algunas viviendas están recibiendo las obras que los ex secretarios deberían haber encarado. Uno podría preguntarse, ¿por qué ahora y no en 2003 o 2004 o 2005? Ahí es donde tenemos que pensar en el país que heredamos y las prioridades que tuvo Néstor Kirchner. En definitiva, nosotros luz teníamos. Pero había decenas de millones sin acceso a la electricidad ni acceso al gas por redes. El esfuerzo se concentró allí, en los más necesitados, y eso es algo que, al menos yo, no puedo reprochar sino aplaudir.