La suba de los valores del petróleo en Estados Unidos llevaría a las compañías a explorar más. El aumento de la producción tenrdrá impacto en todo el mercado
La industria petrolera está atenta a una posible modificación del régimen fiscal en Estados Unidos que tiene el potencial de cambiar drásticamente los flujos de energía en todo el mundo.
El "impuesto de ajuste fronterizo" propuesto por los legisladores republicanos y apoyado esporádicamente por el presidente Donald Trump cambiaría radicalmente la manera en que serán gravadas las empresas, ya que fijaría impuestos a las importaciones y eximiría del pago a las exportaciones en la economía más grande del mundo.
Si bien la postura de la administración Trump es confusa, su potencial de transformar la economía de los flujos globales de petróleo es un tema que la industria petrolera ya analiza en profundidad.
EE.UU. consume casi uno de cada cinco barriles de petróleo que se produce mundialmente y sigue dependiendo del crudo importado para satisfacer cerca de la mitad de esa demanda, incluso después de que el auge del shale aumentó su propia producción local.
Su poblada costa atlántica depende de las importaciones de nafta, si bien el sector de refinería a lo largo de la costa del Golfo de México también exporta diariamente millones de barriles de combustibles refinados.
Si se aprobara el impuesto del 20%, el precio del petróleo importado subiría en la misma proporción. Por el Brent que ahora cotiza u$s 55 el barril, las refinerías pagarían u$s 66 más costos de flete.
Las refinerías norteamericanas luego subirían el precio del crudo hasta que se acerque al valor con impuesto de los barriles importados una bendición para los productores estadounidense pero probablemente una carga para los conductores.
Con el tiempo, los precios del crudo norteamericano más altos impulsarían a las compañías petroleras a explorar más, lo que elevaría la producción estadounidense en línea con la política "Estados Unidos primero" de Trump. Eso podría obligar a Canadá, México, Arabia Saudita y a otros países que abastecen a Norteamérica, a buscar mercados alternativos.
Olivier Jakob, de la consultora suiza Petromatrix, comentó que los que tienen una larga historia como exportadores de crudo a EE.UU., desde los miembros de la OPEP hasta los operadores del Mar del Norte británico, necesitarán encontrar rápidamente nuevos compradores para al menos algunos de sus barriles.
Eso podría reactivar la guerra de precios de los últimos dos años en los que la OPEP y otros productores compiten en un mercado saturado, lo que llevó al Brent a su nivel más bajo en 13 años a principios de 2016. El cartel llamó a un cese del fuego hace dos meses después de que Rusia aceptó unirse al esfuerzo de limitar la producción y ayudar a equilibrar la oferta y permitir que se recuperen los precios.
Chevron, el segundo grupo petrolero más grande de Estados Unidos, cree que el impuesto fronterizo tendría efectos positivos como el aumento de la producción norteamericana, pero también "consecuencias indeseadas en términos del impacto en los consumidores, tipos de cambio y efectos colaterales en la economía global", dijo John Watson, CEO de la petrolera la semana pasada.
El American Petroleum Institute (API), el grupo de lobby más grande del sector petrolero estadounidense, no tiene una postura tomada pero "nos preocupa", dijo Jack Gerard, CEO de API. Entre las compañías que se oponen al impuesto está Koch Industries, la firma con grandes intereses petroleros respaldada por donantes republicanos pesados: Charles y David Koch.
La propuesta también podría redireccionar los flujos energéticos globales.
México exporta cerca de 560.000 barriles diarios de petróleo a EE.UU, lo que representa cerca de 8% de sus importaciones totales de crudo. A la inversa, México es uno de los mayores compradores de la nafta norteamericana.
Desde Canadá, el mayor proveedor extranjero de crudo de EE.UU., Tim McMillan, director de la Asociación Canadiense de Productores de Petróleo dijo que el impuesto "definitivamente está en nuestro radar". "Si la propuesta se aplica, redireccionaría la inversión hacia los productores norteamericanos, por lo que llegará menos a Canadá", agregó.