El gobierno de Maduro promueve inversiones en una de las mayores reservas de petróleo del planeta. Sin embargo, el reto es realizar una extracción sostenible y amigable con el medio ambiente
MARGARET LÓPEZ
La invitación para ser parte de la reactivación petrolera en Venezuela parece no excluir a ningún país. Desde las empresas europeas que exploran sus opciones en medio de la guerra de Rusia en Ucrania, hasta las grandes aliadas de China e India. Todas son convocadas para reflotar la industria petrolera venezolana, aunque no exista ningún plan para la compensación ambiental, ni tampoco atención a la biodiversidad.
“Las puertas de Venezuela están abiertas para la inversión petrolera, gasífera, petroquímica (…) para trabajar en una sociedad ganar-ganar” aseguró el presidente venezolano Nicolás Maduro, durante una alocución televisiva. Su llamado concreto fue para las petroleras de China, Rusia, India, Turquía, Europa y hasta de los Estados Unidos, para que se conviertan en socias en un plan que busca extraer más de 3 millones de barriles diarios.
La Faja Petrolífera del Orinoco, una franja rica en petróleo atraviesa la región central y oriental de Venezuela, es la zona que más se promociona en estos llamados continuos a los inversionistas extranjeros.
Sin embargo, Venezuela todavía carece de un plan concreto para la compensación de los gases de efecto invernadero que produce la actividad petrolera y también de una estrategia de conservación para las especies de fauna y flora que le dan a la zona esa etiqueta poco común de “zona megadiversa”.
¿QUÉ ES LA FAJA PETROLÍFERA DEL ORINOCO?
La Faja Petrolífera del Orinoco es un área de 55.314 kilómetros cuadrados que está al norte del caudaloso río Orinoco y que se extiende por cinco estados venezolanos: Guárico, Anzoátegui, Monagas, Delta Amacuro y norte de Bolívar.
Bajo esta franja de tierra hay 271 millones de barriles de crudo pesado y extrapesado, lo que equivale al 20% de las reservas probadas del mundo, o a una cuarta parte de las reservas de todos los países de la OPEP, el principal cartel de productores de crudo en el mundo.
La proyección es que este depósito de petróleo pudiera alcanzar para extraer una cuota de 3 millones de barriles diarios de crudo durante los próximos 300 años, de acuerdo con un documento publicado por la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Según PDVSA, se trata de un gigante campo petrolero venezolano que puede albergar 10.808 pozos petroleros, unos 282 taladros en simultáneo y que necesita 2.470 kilómetros de oleoducto para su máximo funcionamiento.
Su potencial petrolero comenzó a explorarse en el año 1936, aunque no fue sino hasta el mandato del fallecido presidente Hugo Chávez cuando se empezó todo el proceso de certificación de las reservas petroleras. Un camino que culminó luego en la nacionalización en el año 2007 y la asignación de distintos lotes a petroleras extranjeras como Chevron (Estados Unidos), Rosneft (Rusia), Total Energies (Francia), Eni (Italia) y Repsol (España). De la mano de estas petroleras extranjeras, Venezuela trabajó para crear dos mejoradores de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Tras la salida de estas empresas de Venezuela por la crisis económica, el abandono de las inversiones y las sanciones impuestas por los Estados Unidos, Venezuela está muy lejos de una producción petrolera de tres millones de barriles diarios.
Las fuentes secundarias de la OPEP -que incluyen organismos como S&P Global, Argus Media, Energy Intelligence Group, IHS-Markit, y la Agencia Internacional de la Energía (AIE)- informaron el pasado mes de agosto de una producción de 723.000 barriles diarios por parte de Pdvsa, de los cuales más de la mitad procedían de pozos activos en la Faja del Orinoco.
La búsqueda de inversionistas es justo para expandir la producción petrolera, pero esto revivió el debate sobre la conservación que necesita esta área venezolana.
FAJA DEL ORINOCO: UN DEPÓSITO DE BIODIVERSIDAD
La Faja del Orinoco cubre una zona tan amplia que casi se puede comparar con los 60.000 kilómetros cuadrados que se anexaron este año a la Reserva Marina Galápagos para proteger a especies del Pacífico Tropical.
Cuando se habla de su dimensión, sin embargo, poco se menciona que también se trata de “un ecosistema terrestre que es uno de los mayores humedales que existe en el continente suramericano y que puede compararse con el pantanal de Brasil”, como le apuntó a Diálogo Chino Antonio Machado Allison, quien es biólogo e individuo número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (Acfiman).
La Faja Petrolífera del Orinoco está enclavada en una zona que fue creada por la acumulación de los sedimentos provenientes de la Cordillera de los Andes y en donde el gran protagonista es el agua. El Orinoco no solo es el tercer río más caudaloso del mundo, sino también el punto clave para entender por qué allí se forma una dinámica biológica que es clave para todo el planeta.
“Su relevancia viene dada porque allí es donde van buena parte de las aves migratorias de Norteamérica. Es un reservorio de la gran diversidad de especies venezolanas, pero también de una diversidad internacional de la que Venezuela es responsable”, explicó Machado Allison, quien también es profesor en la Escuela del Ambiente de la Universidad de Wesleyan.
El Arrocero Americano (Spiza americana) es, por ejemplo, una de estas aves que migran cada año cerca de la Faja Petrolífera del Orinoco y que tiene su punto de reproducción en el centro de los Estados Unidos.
Otras especies de aves que hacen vida en este humedal incluye también a la Corocora roja (Eudocimus ruber) y la Guacamaya azul amarilla (Ara ararauna).
Mientras que en el apartado de reptiles se reúnen el Caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) cuya población fue mermada por la caza indiscriminada y la Tortuga Arrau (Podocnemis expansa), que hace vida en la cuenca del Orinoco y también en los ríos Amazonas y Esequibo.
Aves, reptiles y peces, de hecho, son las especies más mencionadas cuando se pregunta por la riqueza de biodiversidad en los alrededores de la Faja Petrolífera del Orinoco.
“Un activo fundamental son los peces migratorios que transitan desde el Delta del Orinoco hasta Los Andes. Más de 65% de la cuenca del Orinoco está en Venezuela y todavía esta zona se mantiene conservada. Los ríos de la zona y los peces que se encuentran allí hablan del estado de salud de la cuenca”, especificó Douglas Rodríguez Olarte, quien es doctor en Biología de la Conservación y profesor de ecología en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
La lista de mamíferos que hacen vida en la zona incluye, por ejemplo, a la Tonina del Orinoco (Inia geoffrensis humboldtiana), que es el cetáceo de agua dulce más grande del mundo y al Manatí (Tricherus manatus), que ahora aparece como una de las especies amenazadas en Venezuela debido al drenado de los humedales y la deforestación en bosques de mangle.
“Las planicies inundables del Orinoco, que están en la parte inferior de la Faja Petrolífera, pueden considerarse como las zonas de mayor interés para la diversidad biológica. Es donde se tiene la mejor condición ecológica de la zona y donde también está el menor impacto humano. Al inundarse casi seis meses al año, el hombre tiene poca oportunidad de sembrar o de fundar allí” detalló el geógrafo Carlos González Rojas, coordinador de Orinoco Sostenible, que fue creado para impactar en la conservación de la biodiversidad de esta zona.
EL RETO VENEZOLANO
Orinoco Sostenible empezó como un proyecto de investigación para mapear la diversidad biológica en los alrededores del Orinoco y fue patrocinado en conjunto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la fundación ambiental estadounidense The Nature Conservancy en el año 2013. Luego, el financiamiento fue acogido por la petrolera francesa Total Energies para hacer los estudios de impacto ambiental en sus exploraciones en Venezuela.
La mayoría de estas entidades abandonaron sus proyectos en medio de la crisis económica venezolana que sumó siete años de recesión entre 2014 y 2020. El proyecto terminó solo amparado por el Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica y Modelado Ambiental de la Universidad Simón Bolívar (USB).
Su objetivo, en cambio, se mantuvo estable en el tiempo. El reto es diseñar un plan que permita a Venezuela aprovechar el gran volumen de reservas petroleras sin tener que sacrificar la riqueza de la biodiversidad de la zona.
“La propuesta pasa por la conservación de todos los bosques dentro de la Faja Petrolífera del Orinoco, lo que garantizaría una producción de hasta 1.029.765 barriles diarios de petróleo con balance de emisiones netas cero. Si el petróleo venezolano logra tener ese sello verde, entonces tendría un valor agregado y eso es importante”, detalló González Rojas, quien trabaja ahora en una propuesta de tesis doctoral justo sobre la compensación ambiental entre la industria petrolera y la biodiversidad.
Según González Rojas, este "cero neto" se lograría mediante el secuestro de carbono por parte de los bosques conservados de la Faja del Orinoco, aunque es probable que esta afirmación sea controvertida, ya que sólo se contabilizan las emisiones del lado de la producción. Una vez que se quema el hidrocarburo en uso, ya sea en Venezuela o en el extranjero, es probable que se produzcan grandes emisiones, a un nivel que no se puede compensar fácilmente.
Otra de las fórmulas planteadas es la creación de un fondo internacional de conservación en el que aporten tanto la estatal venezolana Pdvsa, como el resto de las petroleras extranjeras que vayan a producir en la Faja Petrolífera del Orinoco. Se supone que este dinero serviría para darle empuje a los planes de conservación de especies amenazadas como el Caimán del Orinoco.
Para otros investigadores ambientales en la cuenca del Orinoco, el asunto es mucho más complejo que solo recaudar fondos para la conservación de las especies.
“En Venezuela no es obligatorio que se publiquen los estudios de impacto ambiental como sí ocurre en Colombia. El patrimonio biológico venezolano es importantísimo y debe contar con una administración adecuada, no puede seguirse con la opacidad. Hay varias áreas en el estado Anzoátegui donde ya ocurrieron derrames y el petróleo percoló hasta los morichales, que son ecosistemas delicadísimos”, advirtió el profesor Rodríguez Olarte.
Ahora cuando la crisis climática y la valoración de la biodiversidad son nuevos paradigmas globales, vale preguntarse cuántas son las empresas petroleras interesadas en ser socias de Pdvsa, una empresa que no publica ningún reporte oficial sobre sus estados financieros, ni tampoco sobre su impacto ambiental desde el año 2016.
Al final, las condiciones para invertir en combustibles fósiles también cambiaron en medio de la crisis que apartó a las grandes petroleras globales de Venezuela.
A pesar de los reiterados llamamientos del presidente Maduro, las grandes inversiones extranjeras aún no han llegado a la Faja del Orinoco, obstaculizadas por los enfrentamientos políticos y las continuas sanciones de EE.UU., y la producción de los yacimientos se tambalea.
En una época en la que se llama a las transiciones energéticas, y de mayor escrutinio y exigencias de transparencia para las empresas petroleras, el sueño de Venezuela de extraer 3 millones de barriles diarios de la Faja del Orinoco puede seguir siendo una quimera.