En los últimos ocho años han desfilado por la empresa cinco directores generales
La meta para todos ellos parece ser inalcanzable: sanear las cuentas deficitarias de la petrolera que cargan con un rojo financiero acuciante, incrementado por sus empresas subsidiarias, Petrolera del Cono Sur (PCSA) y Fluvialba.
El panorama es desolador: los juicios laborales se amontonan mes a mes por salarios caídos, intimaciones de la AFIP, cuentas bancarias embargadas y bloqueadas, falta de pago a las obras sociales, cargas sociales impagas, y una fila cada vez más larga de empresas proveedoras que golpean a las puertas de las oficinas de Reconquista y MT de Alvear, mientras que los locadores ya piensan en ejecutar las garantías por alquileres impagos.
En el medio de este tembladeral financiero y administrativo ya renunciaron tres gerentes del área de Legales en apenas tres años, dos gerentes de finanzas; desaparecieron el área de Desarrollo de Nuevos Negocios y la gerencia de Comunicación y Relaciones Institucionales. Cada vez quedan menos argentinos en la compañía.
El bloqueo y embargo de cuentas bancarias no es de ayer, los directivos desde 2018 vienen aguzando el ingenio para mantener viva la empresa, poniendo en práctica un manual de supervivencia que incluyó astucias de todo tipo, como traer dólares en billetes en bolsos a través del ingreso de “mulas” por las distintas vías de que van desde el aeropuerto de Ezeiza hasta las fronteras terrestres con Bolivia.