El gobierno encargado de Venezuela tiene la intención de eliminar los requisitos por los cuales el gigante petrolero estatal PDVSA debe mantener una participación controladora en empresas conjuntas, toda vez que busca reactivar el sector e incentivar la inversión privada, señaló Carlos Vecchio, representante de Juan Guaidó en Estados Unidos.
La medida es parte de un plan de mayor alcance de Guaidó, quien fue declarado presidente interino por la asamblea el mes pasado, para reactivar la economía venezolana centrándose en aumentar la producción de petróleo lo antes posible.
"Queremos ir hacia una economía abierta, queremos aumentar la producción de petróleo", comentó Vecchio en una entrevista realizada el lunes durante una visita a la oficina de Bloomberg en Washington. "La mayoría de la producción de petróleo que queremos aumentar será con el sector privado".
Vecchio se ha convertido en uno de los representantes más visibles y de voz fuerte de Guaidó en los días posteriores al anuncio del presidente Donald Trump que declaró ilegítimo el régimen de Nicolás Maduro y entregó todo su respaldo al asambleísta el 23 de enero. El enviado añadió que la principal prioridad es restablecer la estabilidad política, seguida de la reconstrucción de la economía. Espera también que puedan celebrarse elecciones antes de fin de año.
Parte del desafío económico consiste en tomar posesión de los activos de Venezuela en el extranjero y lograr el control de la junta directiva de Citgo, refinería estadounidense controlada por PDVSA. Manifestó que el gobierno de Guaidó quiere nombrar un nuevo directorio de Citgo, pero precisó que los empleados actuales de la compañía seguirían trabajando allí. También acotó que espera tener pronto el control de la embajada de Venezuela en Washington, sin dar más detalles.
Venezuela enfrenta dificultades considerables para reconstruir su industria petrolera luego de más de una década de abandono y un historial de hostilidad hacia los inversionistas extranjeros. La producción petrolera del país cayó a un mínimo de 1,339 millones de barriles diarios el año pasado y ya se anticipa que caiga por debajo de la marca de un millón de barriles al día en 2019.
Vecchio aseguró que el gobierno cumplirá con toda deuda "legal" y "financiera", pero dejó abierta la posibilidad de no hacerse cargo de los acuerdos de deuda que suscribió el régimen de Maduro, bajo los cuales paga a los acreedores con petróleo. Eso afectaría principalmente a China, que según analistas le ha prestado al país unos US$70.000 millones, que en su mayoría deben devolverse a través de futuras entregas de crudo.
"Si el acuerdo firmado no fue aprobado por la Asamblea Nacional, no lo reconoceremos", aseveró Vecchio. Agregó que el equipo de Guaidó aún no ha hablado con funcionarios de Rusia, que sigue apoyando al régimen de Maduro, o China, que ha tomado una postura más neutral hasta el momento.
Acerca de los lazos económicos entre Venezuela y Rusia, China y Turquía, expresó que esos países deben reconocer que la corriente política se ha vuelto contra Maduro y sentenció: "Esperamos que mantengan su neutralidad en este momento. Eso facilitará nuestra relación en el futuro".
El director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard afirma que el país vecino necesitará una inyección del FMI por un monto de US$60.000 millones o más.
Por años ahora, Ricardo Hausmann, el aclamado economista venezolano que dirige el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, ha estado esbozando lo que llama el plan para la mañana siguiente. La mañana siguiente, es decir, cuando el régimen socialista de Nicolás Maduro sea derrocado.
Ese momento parece más cercano hoy que nunca, con gran parte de la comunidad internacional apoyando el reclamo del joven legislador Juan Guaidó a la presidencia. Por lo tanto, Hausmann pronto se encontrará en una posición para llevar a cabo, o al menos abogar por, su visión de un plan de recuperación para la nación económicamente devastada. Asegura que él y Guaidó han hablado regularmente y que está sirviendo como asesor informal.
Para Hausmann, la clave para cualquier cambio es una inyección rápida y masiva de efectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), por un monto de US$60.000 millones o más.
El país rico en petróleo ha estado tan mal administrado durante tanto tiempo, que dice que se requerirá enormes cantidades de capital para que la economía vuelva a crecer con la reapertura de las fábricas, el aumento de la producción de crudo y la desaparición de la hiperinflación.
Y para destinar tanto dinero como sea posible para ayudar a los venezolanos, dice, los acreedores deben prepararse para un dolor significativo. Es una especie de advertencia para los operadores que han estado comprando los bonos incumplidos a bajo precio –algunos de ellos con un precio tan bajo como 20 centavos por dólar– apostando a que se cobrarán a precios mucho más altos tras una reestructuración.
"Venezuela es el país más endeudado de la galaxia", dice Hausmann. “La primera, la segunda y la tercera prioridad tienen que ser la recuperación del país. Hay un desastre humanitario. Hay millones de venezolanos inundando otros países. Si se desea solucionar el problema, no se puede sacar dinero del sistema para reembolsar. Tomará años comenzar a pagar la deuda".
Hausmann ha estado en contacto con funcionarios del FMI y otros prestamistas acerca de los planes para ayudar a Venezuela, y ocasionalmente los aloja en Harvard para analizar los pocos datos económicos que existen sobre la nación. La posición oficial del FMI es que es demasiado pronto para hablar de un posible acuerdo de préstamo, pero dada la gran cantidad de apoyo de la comunidad internacional a Guaidó, parece poco probable que el Fondo no proporcione respaldo a un gobierno de transición.
Su receta para la recuperación involucra más o menos recrear una economía normal de las cenizas de lo que queda, trayendo materias primas y piezas para reabrir fábricas cerradas y creando una demanda para los trabajadores.
Los fondos del FMI se destinarán a la inversión en la importante industria energética, financiará las importaciones y cubrirá el déficit del gobierno, ayudando a que el país deje de lado la frenética impresión de dinero que ha alimentado la inflación.
"Sé que Ricardo es muy reacio a la dolarización total como en Ecuador por muchas buenas razones", dice Carmen Reinhart, que se especializa en finanzas internacionales en Harvard. "Pero tampoco está claro cómo se puede aplicar un programa monetario para detener la hiperinflación".
No es nada seguro, por supuesto, que Guaidó pueda asumir las operaciones del país en el corto plazo. E incluso si lo fuera, no está claro exactamente cuánta influencia tendrá Hausmann. En público, los allegados a Guaidó no han reconocido la relación. En privado, confiesan que Hausmann y su equipo han desempeñado un papel en la configuración de sus puntos de vista políticos, pero dicen que también reciben consejos de otros economistas.
Hausmann ha criticado públicamente las decisiones políticas de las últimas dos décadas, por lo que se ha ganado la ira de Caracas. En 2014, después de una crítica particularmente dura de los errores del régimen, Nicolás Maduro decidió que tuvo suficiente, llamó a Hausmann un "asesino financiero" y "proscrito" y le prohibió efectivamente el ingreso al país.
El asunto más urgente para Guaidó y los países que lo reconocen es evitar que Maduro tome los activos extranjeros restantes, afirma Hausmann. Un intento inicial por parte de la administración de Maduro de extraer US$1.200 millones en oro de las bóvedas en el Banco de Inglaterra este mes se vio obstaculizado después de que altos funcionarios estadounidenses presionaran a sus homólogos del Reino Unido. EE.UU. también ha certificado que el líder de la Asamblea Nacional tiene control sobre las cuentas bancarias gubernamentales clave en EE.UU.
Los escritos anteriores de Hausmann sugieren que no siente mucha simpatía por los inversionistas que compraron bonos venezolanos en los últimos años, cuando se hizo más evidente que la carga de la deuda de la nación era insostenible y estaba priorizando los pagos a los acreedores por la importación de alimentos y medicamentos. En 2017, lamentó los llamados bonos del hambre comprados por Goldman Sachs Asset Management y pidió a JPMorgan Chase & Co. eliminar a Venezuela de sus índices de bonos de mercados emergentes.
Una forma posible de permitir que Venezuela desarrolle rápidamente su economía y beneficiar a los tenedores de bonos sería otorgarles garantías de petróleo pagaderas cuando el país comience a aumentar la producción, señala Hausmann.
El economista de Harvard desdeña los más de US$50.000 millones en préstamos que Venezuela tomó de Pekín en la última década. Ha dicho que fueron utilizados para fines corruptos que no se han revelado al público en general.