CLEDIS CANDELARESI *
Aunque el litio despunta como uno de los grandes negocios del momento, la verdadera joya minera local es el cobre. Con sólo avanzar con los proyectos que tienen algún principio de ejecución en el país, en los próximos cinco años se concretarán inversiones por 22.000 millones de dólares. El grupo Techint y gigantes como Allkem-Livent ya advierten públicamente que ahí están las millonarias posibilidades.
La naturaleza argentina ofrece en abundancia un metal que el mundo demanda con voracidad y cuyo mercado mundial promete duplicarse en la próxima década. La cordillera es la misma que se comparte con Chile y Perú, dos potencias cupríferas.
En el país hay siete proyectos para la producción del cobre, con distinto grado de avance, que podrían producir lo suficiente como para competir en el escenario internacional, generando un importante volumen de divisas al país.
Tanto el litio como el cobre son metales imprescindibles para la transición energética. Para contaminar menos, el mundo apunta a desarrollar más cadenas eléctricas que requieren de esos minerales para transportar energía y almacenarla.
Un auto eléctrico requiere cuatro veces más cobre que uno a combustión fósil y un parque eólico o solar necesita entre 3 y 5 veces más cantidad de ese metal que una central térmica convencional.
Según los pronósticos de las grandes trasnacionales mineras, el mercado mundial del cobre subirá de las actuales 25 millones de toneladas por año a 50 millones en el 2035, de las cuales 10 millones de toneladas hoy no tienen como satisfacerse.
Martín Pérez de Solay, de la australiana Allkem, precisó semanas atrás en el evento anual que el sector realiza en Buenos Aires (Arminera) otro dato de ese desafío: Estados Unidos tendrá en una década un déficit del 60% del cobre que necesita.
Pérez es el CEO de una firma australiana que acaba de aliarse con la norteamericana Livent para potenciar la explotación en el país del litio, mineral crítico si el mundo es cada vez más eléctrico. Sin embargo, no pierde de vista el otro tesoro mineral.
En el mismo evento patronal, el alfil de Paolo Rocca en la división de ingeniería y construcciones, Oscar Scarpari, también destacó la potencialidad del cobre, negocio que el holding ya están participando en Chile desarrollando sistemas de desalinización del agua.
La Cámara de Empresarios Mineros (CAEM) también le pone número a las expectativas. Si en la próxima década Argentina lograra poner en marcha los proyectos más avanzados, podría generar exportaciones anuales por 10 mil millones de dólares.
Argentina produjo y exportó cobre hasta 2018. Luego, todo el impulso se frenó. Hoy no produce cobre pero tiene contundentes datos geológicos de su abundancia y proyectos con su fase de exploración avanzada distribuidos por San Juan, Catamarca y Salta, algunos a punto de arrancar con la producción. La minería local está subdesarrollada y una pauta que dan los especialistas es el nivel de exportaciones. Compartiendo geografía, las exportaciones argentinas totales del sector suman 3.800 millones mientras que las chilenas superan los 60 mil millones.
Hay mucho por hacer y, a pesar de la falta de debate sobre proyectos políticos, todos los equipos de campaña sostienen como una consigna económica desarrollar la minería, aunque se trate de una actividad siempre controvertida por su impacto ambiental.
“Es cierto que el cobre es la próxima joya de la minería local. Pero hay que tener en cuenta que demanda cuatro veces más inversión que el litio, y que el desarrollo de un proyecto toma tres años, contra año y medio”, aclaró a este medio Alejandra Cardona, directora ejecutiva de CAEM.
Un desarrollo de litio requiere entre 300 y 1.700 millones dólares, mientras que el piso inversor para uno de cobre está en los 3.000 millones.
Además, necesita mayor infraestructura y hasta 3 mil personas ocupadas en el pico de producción, otra condición difícil de cumplir: las empresas del rubro coinciden en que falta mano de obra capacitada en el país.
Pero los precios de ambos minerales críticos para descarbonizar las economías tuvieron similar curva ascendente. El cobre pasó de 6174 dólares la tonelada antes de la pandemia a 9.317 dólares.
Ese escenario mundial tiene su propio encuadre local. La minería tiene el amparo de la ley nacional 24.196, que ofrece estabilidad fiscal, otorga ventajas impositivas e impone un tope de 3% a las regalías que cobran las provincias, dueñas de los recursos e interlocutoras clave en el tema.
Es cierto que ese marco no fue absolutamente estable, ya que desde mediados de los 2000 la Nación impuso retenciones, que subieron y bajaron en más de una ocasión.
El derecho de exportación sobre los productos mineros que, según las promesas legales, debían estar exentos, se fundaron en el afán estatal de participar de rentas extraordinarias que ocasionan abruptos saltos de precio en el mercado externo, disociado de la productividad de los proyectos.
Previsiblemente ésto enoja a las compañías del rubro, que nunca se manifiestan satisfechas.
A la ley nacional se sumaron dos decretos (824 y 236) para fomentar las exportaciones mineras, que prometen a las empresas disponer entre el 20 y el 60% de los dólares generados según la envergadura de la inversión.
Pero según las empresas que operan en el mercado local, en el país existe “fuerte presión impositiva”, superior a la que tienen otras naciones y los 8.000 dólares la tonelada en los que se estabilizaría el valor del metal desde el año que viene “son insuficientes para los proyectos argentinos”.
Para CAEM uno de los principales motivos de desaliento son las retenciones, que para el cobre equivalen al 4,5%. Naturalmente que las dificultades para acceder a las divisas y todas las implicancias del cepo cambiario, también restan.
Hay varios proyectos que están agazapados esperando condiciones más amigables para el negocio. Sólo con tener el ritmo de ejecución previsto en un primer momento, la minería hoy podría exportar 12 mil millones de dólares por año, en lugar de los menos de 4.000 actuales, según calcula esa organización patronal.
La ebullición del litio se entiende en parte porque Argentina tiene una situación privilegiada en la disponibilidad del recurso, ya que integra junto a Chile y Bolivia un terceto de países con un recurso abundante y de buena calidad.
Además, hay un notorio de interés de China en desarrollar rápido proyectos que le permitan abastecerse de ese mineral (el 43% de las exportaciones de litio van a ese país asiático) y están dispuestos a ofrecer su liquidez.
Las empresas extranjeras que miraron el cobre local lo hacen con menos urgencia y mucho más cautela. Un ejemplo es el canadiense Grupo Lundin, que desarrolla en San Juan el proyecto denominado José María, para producir cobre, oro y plata.
Después de tener los permisos ambientales para avanzar con la explotación, la compañía decidió frenar hasta tener más claro el ambiente regulatorio y cambiario. Un clásico en un país con desórdenes macro y en plena víspera electoral.
* Licenciada en Comunicación Social. Periodista y asesora en medios