NORMA CADOPPI *
Es intención de esta nota trazar un panorama que no solo tenga en cuenta la política y la economía sino también los cambios que involucran la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, y su contribución a asentar nuestros proyectos y esperanzas.
Lo primero es prever el futuro, que para fines prácticos es totalmente imprevisible. Prever forma parte del saber, que debe basarse necesariamente en el conocimiento del pasado.
Afortunadamente ha crecido la conciencia ambiental después de tiempos donde se intentó negar los efectos del cambio climático en el planeta. Así la gobernanza y la eficacia de la administración pública resultan cruciales para llega a las soluciones. El transformar la movilidad humana por el trasporte eléctrico basado en energías renovables, deberá sustituir la potente y contaminante industria del siglo21.
Hace unos catorce mil millones de años atrás, cuando se producía la explosión original que conocemos como Big Bang, todo lo existente eran partículas elementales danzando en una fantástica bola de fuego. En un principio el Universo todo era solo hidrógeno, que constituye su elemento más simple y abundante, es inagotable y el residuo de su combustión es vapor de agua.
Con su aplicación en el transporte, un reemplazo de las locomotoras diesel, cuya utilización resulta muy costosa, surge la posibilidad de utilizar trenes a hidrógeno con generación eléctrica a bordo. Eso daría lugar a un importante protagonismo y desarrollo genuino de extensas zonas de nuestro territorio nacional.
La Unión Europea propuso a mediados del 2021 que toda Europa multiplique por dos su cuota de energías renovables en una sola década. Para ello aspira lograr un modelo libre de combustibles fósiles y de las emisiones que sobrecalientan el planeta.
Parece claro que el despliegue renovable es imparable. En Europa, en apenas un soplo -cuatro años- la mitad de la generación eléctrica será verde Por su parte la Cumbre de Líderes del Grupo del G20 que integraron los Jefes de Estado y de Gobierno de las principales economías del mundo, que tuvo lugar en Buenos Aires a fines de 2018, trató como tema central “la educación universitaria” de los jóvenes. Se dijo que la mayoría de las profesiones que habrá en la próxima década aun no fueron creadas.
El mundo que conocimos enfrenta cambios a una velocidad nunca vista antes. En la última década se ha acelerado y profundizado la necesidad de encontrar otra forma de relacionarnos con la naturaleza y otra manera de producir lo que la humanidad necesita.
En un país como Argentina que opera dentro del marco de la ley, utiliza los recursos que tiene a su alcance y genera más de lo que extrae del sistema, que cuenta con capacidades profesionales, con un sector I+D reconocido mundialmente por sus aportes a la seguridad alimentaria mundial, tenemos la oportunidad de cambiar el paradigma productivo hacia la “bioeconomía”.
El cambio de contexto global a partir de la guerra en Ucrania y antes la pandemia, todo en medio del impacto del cambio climático, llevó a un análisis que planteó que la transición de la matriz energética global hacia las energías renovables quedaba demorada porque las energías fósiles, el gas, el petróleo o el carbón, volvieron a adquirir centralidad en las economías.
El hidrógeno tiene la posibilidad de participar en la producción de amoníaco, fertilizantes. Hay toda una demanda de hidrógeno para usos industriales, químicos, no energéticos. Pero hay que subrayar esta concepción de que no es una industria extractiva. Es una producción en la que vamos a competir con Chile, Australia, Marruecos, países que también tienen agua y energías renovables, pero tienen un costo menor que el que nosotros tenemos, el costo argentino, el costo país.
En síntesis, Argentina logró introducir en el debate político el tema de las energías renovables y la resiliencia energética.
* Presidente de la Fundación Foro Estratégico para el Desarrollo Nacional