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ANÁLISIS
Foroohar (FT): El nuevo orden energético mundial
DF/ENERNEWS
09/01/2023

RANA FOROOHAR *

El día de San Valentín de 1945, el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt se reunió con el rey saudita Abdul Aziz Ibn Saud en el crucero estadounidense USS Quincy. Fue el comienzo de una de las alianzas geopolíticas más importantes de los últimos 70 años, en la cual la seguridad estadounidense en el Medio Oriente se canjeó por petróleo fijado en dólares.

Pero los tiempos cambian, y 2023 tal vez se recuerde como el año en que este gran acuerdo comenzó a cambiar, a medida que surgía un nuevo orden energético mundial entre China y el Medio Oriente.

Aunque China lleva algún tiempo comprando crecientes cantidades de petróleo y de gas natural licuado de Irán, Venezuela, Rusia y partes de África en su propia divisa, la reunión del presidente Xi Jinping con los líderes sauditas y del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés) en diciembre marcó “el nacimiento del petroyuan”, tal y como lo expresó el analista de Credit Suisse Zoltan Pozsar, en una nota a los clientes.

Según Pozsar, “China quiere reescribir las reglas del mercado energético mundial” como parte de un esfuerzo más amplio para desdolarizar los llamados países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y muchas otras partes del mundo, después de que las reservas de divisas en dólares se usaran como armas a raíz de la invasión rusa de Ucrania.

¿Qué significa esto en la práctica? Para empezar, mucho más comercio de petróleo se realizará en renminbi. Xi anunció que, durante los próximos tres a cinco años, China no sólo aumentaría drásticamente las importaciones de los países del GCC, sino que intentaría lograr una “cooperación energética integral”. Esto pudiera implicar la exploración y producción conjuntas en lugares como el mar de China Meridional, así como inversiones en refinerías, productos químicos y plásticos. La esperanza de Beijing es que todo esto se pague en renminbi, en la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái, ya para 2025.

Ello supondría un enorme cambio en el comercio energético mundial. Tal como lo ha señalado Pozsar, Rusia, Irán y Venezuela representan el 40% de las reservas probadas de petróleo de la OPEP+ y todos ellos le están vendiendo petróleo a China con enormes descuentos. Los países del GCC representan otro 40% de las reservas probadas. El 20% restante se encuentra en el norte y oeste de África e Indonesia, regiones en la órbita rusa y china.

Quienes dudan del auge del petroyuan, y de la disminución del sistema financiero basado en el dólar en general, suelen señalar que China no goza del mismo nivel de confianza mundial, de Estado de derecho o de liquidez de la moneda de reserva que EE.UU., haciendo poco probable que otros países quieran hacer negocios en renminbi.

Tal vez eso sea cierto, aunque el mercado del petróleo está dominado por países que tienen más en común con China (al menos en términos de sus economías políticas) que con EE.UU. Además, los chinos han ofrecido una especie de red de seguridad financiera al hacer el renminbi convertible en oro en las bolsas de oro de Shanghái y de Hong Kong.

Aunque esto no convierte al renminbi en un sustituto del dólar como moneda de reserva, el comercio del petroyuan tiene importantes implicaciones económicas y financieras para legisladores e inversionistas.

Para empezar, la perspectiva de una energía barata ya está atrayendo a las empresas industriales occidentales hacia China. Consideremos la reciente decisión de la compañía alemana BASF de reducir el tamaño de su planta principal de Ludwigshafen y trasladar sus operaciones químicas a Zhanjiang. Esto pudiera ser el principio de lo que Pozsar denomina una tendencia “de la granja a la mesa”, en la cual China intenta captar localmente más producción de valor agregado, utilizando la energía barata como incentivo. (Varios fabricantes europeos también han aumentado sus empleos en EE.UU. debido al menor costo de la energía en ese país).

La petropolítica conlleva riesgos financieros y también ventajas. Vale la pena recordar que el reciclaje de petrodólares por parte de las naciones ricas en petróleo hacia mercados emergentes como México, Brasil, Argentina, Zaire, Turquía y otros por parte de los bancos comerciales estadounidenses a partir de finales de la década de 1970 provocó varias crisis de deuda de los mercados emergentes. Los petrodólares también aceleraron la creación de una economía más especulativa, impulsada por la deuda en EE.UU., conforme los bancos con abundancia de efectivo crearon todo tipo de nuevas “innovaciones” financieras, y la afluencia de capital extranjero le permitió a EE.UU. mantener un mayor déficit.

Esa tendencia ahora pudiera empezar a invertirse. Ya hay menos compradores extranjeros de bonos del Tesoro estadounidense. Si el petroyuan se populariza, alimentaría el fuego de la desdolarización. El control por parte de China de más reservas energéticas, y de los productos que de ellas se derivan, pudiera ser un nuevo e importante factor contribuyente a la inflación en el Occidente. Es un problema que se está desarrollando lentamente, pero quizá no tan lentamente como piensan algunos participantes en el mercado.

¿Qué deberían hacer los legisladores y los empresarios? Si yo fuera directora ejecutiva de una compañía multinacional, trataría de regionalizar y localizar toda la producción posible para protegerla de un mercado energético multipolar. También haría más integración vertical para compensar el aumento de la inflación en las cadenas de suministro.

Si fuera una legisladora estadounidense, pensaría en formas de aumentar la producción norteamericana de esquisto a corto y medio plazo (y les ofrecería a los europeos un descuento por él), acelerando al mismo tiempo la transición ecológica. Ésta es otra razón por la que los europeos no deberían quejarse de la Ley de Reducción de la Inflación, la cual subvenciona la producción de energía limpia en EE.UU. El ascenso del petroyuan debería ser un incentivo para que tanto EE.UU. como Europa abandonen los combustibles fósiles lo antes posible.

* Autora estadounidense, columnista de negocios y editora asociada del Financial Times


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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